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¿Cuál es el destino eterno de los que jamás han oído de Cristo?

Seguido gente pregunta, “Si la fe en Jesús es la única manera de tener la vida eterna con Dios, ¿qué le pasa a la gente que jamás ha oído de Jesús?” Hay varias opiniones sobre esto, y varios tipos de personas preguntándolo.

A veces la gente que pregunta solo quiere desviar la conversación o no le interesa de verdad conocer la respuesta. Tal persona necesita entender que en el día del juicio, la cuestión no será sobre la persona en general, sino será de cada persona en lo individual (incluso el que hace este tipo de pregunta). Será responsable por lo que sabe de Jesús y lo que hizo con tal información.

Otros, no obstante, sinceramente luchan con este tema, entonces es importante dar una respuesta. Para poder responderles bien, debemos examinar varias áreas bíblicas.

La primera área tiene que ver con la naturaleza de Dios. La Biblia dice que Dios es un Dios bueno y justo que tratará a todos correctamente: “¡Batan palmas los ríos, y canten jubilosos todos los montes! Canten delante del Señor, que ya viene a juzgar la tierra. Y juzgará al mundo con justicia, a los pueblos con equidad” (Salmos 98:8-9). Las Escrituras también dicen que es todo poderoso, entonces Él tiene la habilidad de alcanzar y salvar a todo al que le guste: “Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca” (Salmos 115:3). La Biblia también dice que Dios es omnisciente, que sabe todo, entonces el conoce la situación de cada persona y donde se encuentran: “Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun en la distancia me lees el pensamiento” (Salmos 139:2).

La segunda área bajo revisión es lo que dice la Biblia sobre el conocimiento que cada persona tiene sobre Dios. Aunque una persona no haya sido presentada al nombre de Jesús, la Biblia dice que instintivamente sabe de Dios por la creación, según el Antiguo Testamento: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día cuenta al otro la noticia, una noche a la otra se la hace saber. Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, por toda la tierra resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo!” (Salmos 19:1-4).

El Nuevo Testamento dice particularmente que la gente sabe de Dios, pero lo rechaza: “Ciertamente, la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad obstruyen la verdad. lo que se puede conocer acerca de Dios es simple para ellos, pues él mismo se los ha revelado. Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa” (Romanos 1;18-20). La palabra “escusa” es la palabra Griega apología, que significa “una defensa”. Ninguno tendrá el derecho de estar frente de Dios y decir alegar ignorancia de su existencia.

El tercer tema es la respuesta a la pregunta que involucra la condición de toda la humanidad – todos están perdidos y necesitan la gracia de Dios y la liberación de sus pecados. La Biblia dice, “No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios” (Romanos 3:10-11). Todos desde al nacer pecan contra Dios porque todos tienen dentro de sí una disposición para fracasar ante la ley de Dios: “En ese tiempo también todos nosotros vivíamos como ellos, impulsados por nuestros deseos pecaminosos, siguiendo nuestra propia voluntad y nuestros propósitos. Como los demás, éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios” (Efesios 2:3 énfasis agregado).

Por culpa de esta naturaleza pecaminosa que todos heredan, todos rechazan las cosas de Dios: “El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente” (1 Corintios 2:14). Pablo también dice, “La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo” (Romanos 8:6-7). El hecho es que el que no cree está ciego y sordo a la verdad espiritual de Dios.

Ahora, la pregunta tiene que ser hecha: ¿Cuál es la diferencia entre una persona sorda, muda y rebelde en una jungla remota y una persona sorda, muda y rebelde en la ciudad que tenga el mayor número de Cristianos en el país que tenga el mayor número de Cristianos con una Biblia para leer? Respuesta: Nada

Lo clave es que no importa DONDE nació la persona o CUANDO nació, las verdades presentadas anteriormente no cambian. Dios es un Dios justo, imparcial y recto. Todos quien hayan nacido saben por instinto de Dios, pero cada persona también nace con una naturaleza pecaminosa que es rebelde contra Dios y que no tiene la capacidad moral para buscarlo o entender o apreciar su gracia.

Acceso a poca o mucha información no es el problema crucial. El problema principal es la ausencia de vida espiritual en toda la humanidad.

Dios salva a gente hoy en la misma manera que lo hacía antes que alguno supiera el nombre de Jesús: mediante la fe, una verdad que dijo el autor de Hebreos: “Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos” (Hebreos 11:1-2, énfasis agregado). Sin embargo, lo que sí ha cambiado es el contenido de la información necesaria para la fe salvante. El teólogo Charles Ryrie lo pone así: “En lo que se basa la salvación de cada época es la muerte de Cristo; lo que requiere cada época para la salvación es fe; el objetivo de fe de cada época es Dios; el contenido de fe cambia según la época.”

Cristo ha sido y siempre será la base de la salvación, como dijo Pedro en Hechos: “De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Aún, aquellos salvos en la época del Antiguo Testamento no conocían el nombre de Cristo ni la mayoría entendían que Dios mismo vendría y moriría por sus pecados.

Aun así, en la época de la Iglesia (que empezó en el día de Pentecostés en el primer siglo; ver Hechos 2), el nombre y el evangelio de Cristo se hizo conocer y es por medio de la predicación y el conocimiento del evangelio de Cristo que gente es salva hoy en día, por esto dice Pablo: “porque «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo». Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?..... Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo” (Romanos 10;13-14,17, énfasis agregado)

Jesús dijo claramente que ninguno puede venir a él si Dios no llama al pecador ciego y sordo a Cristo: “Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final” (Juan 6:44). Esta llamada es necesaria para todos, aquellos en la nación más Cristiana y aquellos en la jungla más remota. Dios usa misioneros, el trabajo de traductores de Biblias e incluso visiones o sueños que algunas veces reciben el llamado de Cristo. Y el resultado final es que todas las naciones y personas estarán representadas en el Cielo: “Después de esto miré, y apareció una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con ramas de palma en la mano” (Apocalipsis 7:9, énfasis agregado).

Dios, quien es soberano sobre todo, ha determinado done y cuando alguien vivirá y también ha determinado si oirá el evangelio o no: “De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios” (Hechos 17:26). Solo Él tiene el control de quien es salvo y quien no.

La pregunta sobre qué le pasa a aquellos que jamás han oído de Cristo es una pregunta interesante para explorar, pero la pregunta más importante es, ¿qué harás tú con el conocimiento que ya tienes de Jesús? Como dijo C.S. Lewis, “Si estás preocupado por la gente que está fuera (de la fe en Cristo), la cosa mas irracional que puedes hacer es quedarte fuera tú mismo.”

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