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¿Qué significa que Dios mira el corazón (1 Samuel 16:7)?

Después de que Dios rechazara a Saúl para continuar como rey de Israel (1 Samuel 15), Dios envió al profeta Samuel para que ungiera a un nuevo rey. Dios reveló que el nuevo rey sería un hijo de Isaí el de Belén (1 Samuel 16:1). Aunque al principio Samuel tenía miedo de ir, obedeció la orden de Dios y fue a Belén. Dios ordenó a Samuel que dijera que estaba allí para ofrecer un sacrificio al Señor y que invitara a Isaí al sacrificio. Samuel consagró a Isaí y a sus hijos y los invitó.

Cuando Samuel vio al mayor, Eliab, pensó: "De cierto delante del Señor está su ungido" (1 Samuel 16:6). Ante esto, Dios le dijo a Samuel: "No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque el Señor no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón" (1 Samuel 16:7). Isaí llamó a sus otros hijos para que pasaran delante de Samuel, pero ninguno de los siete hijos que habían pasado fue elegido por Dios. Entonces Samuel preguntó si estaban todos los hijos, a lo cual Jesé respondió que el más joven estaba en el campo cuidando las ovejas. "Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces el Señor dijo: Levántate y úngelo, porque este es. Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu del Señor vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá" (1 Samuel 16:12-13).

El rey anterior, Saúl, era alto y sobrepasaba a todos los de su pueblo (1 Samuel 10:23-24). Parece que Samuel creía que el siguiente rey sería una figura igualmente imponente, como Eliab. Sin embargo, al decir que Él mira el corazón, Dios le estaba explicando a Samuel que Él conoce lo que hay en el corazón de cada persona. Dios se preocupa más por el corazón de una persona -su carácter- que por su apariencia física. El próximo rey tendría un corazón de rey más que una apariencia de rey (1 Samuel 13:14).

Salomón dijo de Dios: "Solo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres" (1 Reyes 8:39). El salmista en el Salmo 44:21 afirma que Dios: "conoce los secretos del corazón". El Señor es el Creador Supremo que diseñó el corazón, la mente y el alma del ser humano. Él es omnisciente y la biblia es clara en cuanto a que Dios puede ver y conocer lo que hay en el corazón de cada persona. Mientras Jesús caminó por la tierra, pudo discernir el comportamiento interno de los corazones de las personas que lo rodeaban. Lucas 9:47 dice: "Y Jesús, percibiendo los pensamientos de sus corazones, tomó a un niño y lo puso junto a sí". Es importante destacar este conocimiento del corazón humano pues Jeremías 17:9 explica: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" Las personas no pueden conocer los pensamientos y sentimientos internos del corazón de otros, y a menudo nos autoengañamos sobre nuestras propias motivaciones y deseos más profundos. Sin embargo, Dios ve directamente el corazón de los hombres.

En el pasaje de 1 Samuel 16, Dios contrastó la apariencia externa con el comportamiento interno del corazón, afirmando que el corazón era más importante que la apariencia externa. Este sentimiento se repite en Isaías 29:13 cuando Dios indica sobre los israelitas: "Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí". A pesar de las acciones externas y las palabras de los israelitas, Dios sabía que sus corazones no estaban en sintonía con sus apariencias. Jesús también dijo lo mismo de los fariseos: "Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad" (Mateo 23:28). Con estos dos ejemplos, Dios deja claro que se preocupa más por el corazón de las personas que por el cumplimiento externo de las normas religiosas: Dios mira el corazón y no se deja engañar por nuestras fachadas. Jesús dijo que el mandamiento más importante era: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente" (Mateo 22:37). Dios desea nuestro profundo amor, nuestra leal devoción y toda nuestra atención más que nuestra obediencia externa.

Si nuestros corazones están "desesperadamente enfermos" y son tan "engañosos" como proclamó Jeremías, ¿cómo podemos amar a Dios con todo nuestro corazón como Él nos manda? El salmista en el Salmo 119:32 dice: "Por el camino de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón" y nos pide en el versículo 36: "Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia". Cuando David se enfrentó a su propio pecado y a su corazón engañoso, le suplicó a Dios: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí" (Salmo 51:10). Recurrir a Dios y pedirle que actúe en nuestros corazones es la única esperanza para tener un corazón recto con Dios. Podemos unirnos a David en su oración: "Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos" (Salmo 139:23).

Dios prometió en Ezequiel 36:26: "Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne". Dios puede hacer una obra en nuestro corazón con el fin de crear un corazón nuevo, limpio, ensanchado y al mismo tiempo sensible, que se incline y responda a la dirección de Su Espíritu Santo. Sabiendo que Dios "mira el corazón" y que nuestros corazones en su actual estado caído están "desesperadamente enfermos", podemos rendirnos a Dios y pedirle un corazón que lo ame correctamente. David exclamó en el Salmo 51:17: "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios". Más que la obediencia externa, los gestos rimbombantes o incluso el deseo de autodirigir nuestros corazones por nuestra propia fuerza de voluntad, Dios busca corazones que estén quebrantados por nuestro propio pecado y que dependan completamente de Él para hacer una buena obra en nosotros (Filipenses 1:6).

Ese era el corazón de David y la razón por la que fue elegido como el nuevo rey de Israel. Hechos 13:22 explica: "Quitado este, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero". Lo que calificó a David como próximo rey de Israel fue que su corazón dependía del Señor y no su apariencia externa. Como le explicó Dios a Samuel, "el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón" (1 Samuel 16:7). Procuremos también nosotros tener un corazón como el de David.

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