¿Qué significa que la salvación es por gracia por medio de la fe?

El pecado entró por medio de un hombre, Adán, y Jesús lo venció (Romanos 5:12-21). El pecado trajo una maldición sobre el mundo y sus habitantes (Génesis 3:14-19). Todos necesitamos la salvación, que Dios nos ha proporcionado gratuitamente mediante el sacrificio de Su propio Hijo, Jesucristo. La salvación de Dios es por gracia por medio de la fe: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8-9). Tanto la gracia como la fe se necesitan para la salvación, así que veamos con más detalle lo que esto significa.

Cuando nacemos, todos estamos bajo la maldición del pecado, y vivimos en un mundo caído que seguirá bajo la maldición del pecado hasta que Jesús regrese. El pecado acarrea la pena de muerte y una eternidad en el infierno (Romanos 6:23; Juan 3:18). Nos separa de Dios y, en última instancia, nos lleva a la muerte: "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Romanos 5:12). Necesitamos ser salvos del poder y la influencia del pecado sobre nuestras vidas.

La salvación nos salva del castigo del pecado y nos garantiza la vida eterna en el cielo con Dios (Juan 3:16-18). Muchas religiones enseñan que podemos conseguir la salvación con cosas que podemos hacer; dan a entender que podemos ser lo suficientemente buenos para ganárnosla, o que si nos arrepentimos suficientemente de nuestras malas acciones todo saldrá bien. Por muy buenas que sean nuestras intenciones o acciones, por sí solas no son suficientes. Aunque debemos hacer buenas obras y arrepentirnos de nuestros errores, esto no es suficiente para liberarnos de la maldición del pecado que heredamos de Adán en el Jardín del Edén. Necesitamos ser liberados de la maldición del pecado. La gracia de Dios nos proporciona la liberación que necesitamos.

La gracia es el favor inmerecido que Dios nos concede gratuitamente (Romanos 3:24). Él nos ama y por eso nos da la gracia que nos permite recibir el don de la salvación por medio de Cristo: "Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos" (Efesios 2:4-5). Cuando aceptamos Su don de la gracia, nos reivindica y nos libera del poder del pecado. Ya no estamos separados de Dios ni condenados al infierno, ya que Su gracia nos cubre y nos hace libres de pecado ante Él. Aceptamos el don de Su salvación eterna por gracia mediante la fe.

Para aceptar la gracia de Dios, debemos poner nuestra fe en su Hijo Jesucristo y en la obra redentora que ha hecho. Él es el "autor y consumador de la fe" (Hebreos 12:2). Jesús fue crucificado y murió en la cruz para perdonar los pecados de toda la humanidad, y resucitó de entre los muertos tres días después (Mateo 27:27-28:10; 1 Corintios 15:3-8). Recibimos la gracia de Dios cuando confesamos y creemos en Jesucristo por fe.

"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve...Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Hebreos 11:1, 6). Si crees que no es posible tener esta clase de fe por uno mismo, estás en lo cierto. No podemos generar este nivel de fe por nosotros mismos. Tanto la gracia como la fe son dones de Dios (Efesios 2:8). ¿Quieres creer en Jesús, pero sientes que no tienes la fe para hacerlo? Pídele a Dios que te dé la fe necesaria y acude a Su Palabra, la Biblia: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios" (Romanos 10:17). La fe viene por el oír la palabra del Señor.

Dios es el autor de nuestra historia de redención. Él nos creó y nos escogió para ser Suyos incluso antes de que se formara el universo (Efesios 1:4-6). Él anhela que pongamos nuestra fe en Jesús, para que seamos salvos y adoptados como Sus hijos (Juan 1:12). Dios "...es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Pedro 3:9). Nuestra decisión es elegir o no aceptar el don de la salvación. La salvación resulta de la combinación de la gracia y la fe. Cuando ponemos nuestra fe en Jesús como Señor, recibimos el don gratuito de la gracia de Dios y así es como recibimos la salvación.



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