¿Qué es la ordenación?

En las iglesias de hoy en día, la ordenación generalmente involucra a líderes o a una institución que otorgan autoridad a un líder de la iglesia. Esta puede incluir la ordenación de un pastor, diácono u otro líder de la iglesia a quien se le da autoridad para dirigir a otros en diferentes tareas de la iglesia. Pero, ¿qué dice la Biblia sobre la ordenación?

En el Antiguo Testamento, muchos líderes fueron ordenados. La ordenación tenía dos significados principales. Primero, algunos eran ordenados en el sentido de ser apartados por Dios. Podemos ver un ejemplo de esta clase de ordenación en la vida de José. Hechos 7:10 afirma que José fue ordenado o apartado como gobernante en Egipto.

La segunda forma en que se usó la ordenación en el Antiguo Testamento fue en el nombramiento de líderes. Dios le pidió a Samuel que ordenara a Saúl como rey de Israel, y más tarde ordenó a David como rey.

En el Nuevo Testamento, la ordenación se empezó a utilizar para nombrar líderes en las iglesias locales o en el ministerio. En Hechos 13:1-5, Pablo y Bernabé fueron apartados para un ministerio especial. No se utilizó el término ordenación, pero se trataba de la misma idea.

En Hechos 14:23, Pablo y Bernabé nombraron líderes que fueron apartados u ordenados como ancianos de las iglesias. Posteriormente, a Tito también se le ordenó nombrar ancianos en cada ciudad de la isla de Creta (Tito 1:5). También Tito fue ordenado (2 Corintios 8:19).

Primera de Timoteo 5:22 dice: "No impongas con ligereza las manos a ninguno". Ordenar a un líder de la iglesia era una decisión importante que no había que tomar sin una cuidadosa consideración. La ordenación de Timoteo se mencionó específicamente en 2 Timoteo 1:6, donde Pablo escribió: "Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos". Timoteo fue apartado como líder de la iglesia y debía seguir viviendo su vocación en la iglesia de Éfeso.

Hoy en día, muchas iglesias ordenan ancianos o diáconos mediante un servicio especial que incluye la oración y la imposición de manos de los líderes sobre la persona para representar una transferencia de confianza o autorización de poder. Aunque las Escrituras no lo exigen, esta tradición es sin duda apropiada y marca públicamente un momento importante en la vida de una iglesia y sus líderes. Los líderes de la iglesia reconocidos por otros líderes de la misma adquieren así un profundo sentido de la vocación y la responsabilidad de pastorear con amor y humildad a los miembros de su congregación.



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