¿Qué significa orar por los enemigos?

Jesús dijo: "Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mateo 5:43-48).

Hay varias cosas que debemos considerar aquí y que son importantes para nuestra comprensión de lo que significa orar por nuestros enemigos. En primer lugar, debemos fijarnos en que Jesús dice: "Oísteis que fue dicho" en vez de "Está escrito". Eligió esta frase porque no hay ningún pasaje en las Escrituras en el que se nos ordene odiar a nuestros enemigos. El pasaje importante aquí es Levítico 19:18, donde Dios ordena a Su pueblo: "No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo el Señor". El término "odiarás a tu enemigo" podría haber sido añadido por los líderes religiosos, quizás pensando que el odio a los enemigos, que presumiblemente no eran seguidores de Dios, era una forma de defender la justicia.

Fíjate entonces en la forma en que Jesús continúa: "Amad a vuestros enemigos...y orad por los que os ultrajan y os persiguen" (Mateo 5:44). Jesús imparte Su autoridad divina y clarifica la ley. No debemos odiar a nuestros enemigos, sino amarlos y orar por ellos. ¿Por qué? "para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos" (Mateo 5:45). Para ser hijos (e hijas) de nuestro Padre debemos amar a los demás así como somos amados (Juan 13:34-35; 1 Juan 3:10, 23-24; 4:7-12). Este es el segundo mandamiento más importante (Marcos 12:31). Jesús dijo: "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas" (Mateo 6:14 -15). Esto no significa que un cristiano que no perdona a los demás pierda su salvación; eso es imposible (Juan 10:27-30). Por el contrario, esto indica que el principio del perdón es representativo de alguien que pertenece a Cristo. En otras palabras, los que pertenecen a Cristo, que han recibido Su gracia y Su perdón, no dudan en extender la misma gracia y el mismo perdón a los demás -incluso a sus enemigos- porque reconocen que a ellos ya se les ha perdonado mucho más.

Después de haber dicho que amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen es una característica de los hijos de Dios, Jesús afirma que el Padre hace salir el sol tanto sobre los buenos como sobre los malos (Mateo 5:45). Dios extiende esta medida de gracia a todos, independientemente de si aceptan o no la totalidad de Su gracia en la persona y obra de Jesucristo en la cruz. Dios traerá el juicio, pero Él "es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Pedro 3:9). Dios no quiere "la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva" (Ezequiel 33:11). La gracia común de Dios es una expresión de Su cuidado por la humanidad y Su deseo de que se vuelvan a Él (Juan 3:16-18, 36). Nosotros también debemos desear que nuestros enemigos se vuelvan a Dios con fe y pasen a formar parte de Su familia (Juan 1:12), y podemos orar con ese objetivo.

Aquí Jesús hace una última afirmación que es importante para entender por qué oramos por nuestros enemigos. Dice: "Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mateo 5:46-48). En otras palabras, ¿qué diferencia hay si amas a la gente que te ama? Eso es lo que se espera. De hecho, incluso los que el pueblo judío consideraba como alejados de Dios y a menudo despreciados -los recaudadores de impuestos y los gentiles- aman a los que les aman. Así que no eres mejor que ellos si eso es todo lo que haces. No hace falta que Dios intervenga en la vida de uno para ser capaz de corresponder.

Aquí es conveniente comprender el concepto de amor ágape. Pablo escribió: "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta" (1 Cor 13:4-7). Esta ha de ser nuestra actitud tanto hacia el prójimo como hacia nuestros enemigos.

Aunque naturalmente queramos corresponder al comportamiento negativo de nuestros enemigos y vengarnos, lo que debemos hacer es amarlos y orar por ellos. Proverbios 20:22 dice: "No digas: Yo me vengaré; espera al Señor, y él te salvará". Y en Romanos 12:17-21 leemos: "No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal".

Las instrucciones de Dios respecto a cómo acercarse a los que son malos es esperar en Él. A esto se refería Jesús cuando dijo: "Amad a vuestros enemigos...y orad por los que os ultrajan y os persiguen". Como cristianos sabemos que se acerca un día en el que Dios juzgará a la humanidad según sus obras. Pablo lo puso en términos claros; "[Dios] pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; porque no hay acepción de personas para con Dios" (Rom 2:6-11).

Orar por tus enemigos significa reconocer la profundidad de la gracia y la misericordia que Dios te ha otorgado al enviar a Jesucristo para que asumiera el castigo por tu pecado, y a su vez extender una parte de esa misma gracia a quienes te maltratan. Significa desear que quienes traten de hacernos daño en esta vida lleguen a conocer esa misma gracia y transformación en Cristo. Amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen significa tener el corazón de Dios que desea que la gente se aparte del pecado y se vuelva a Él. Significa reconocer que nuestro verdadero enemigo no es físico, sino espiritual (Efesios 6:10-13). Significa confiar en que Dios finalmente cumplirá Sus buenos propósitos con Su perfecto amor y en Su perfecta justicia. Sabiendo que somos perdonados en Cristo y que estamos seguros en el Padre, podemos extender Su gracia y amor a los demás. Podemos orar para que nuestros enemigos también lleguen a conocerle.



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