¿Qué quiere decir Dios cuando dice: 'No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu' (Zacarías 4:6)?

Cuando los israelitas estaban en el exilio en Persia, el rey Ciro les dio permiso a 50.000 de ellos para volver a Jerusalén y empezar a reconstruir el templo bajo el liderazgo de Zorobabel, gobernador de Jerusalén. Durante este tiempo de reconstrucción, Zacarías, quien era un profeta y sacerdote de Israel, recibió múltiples visiones de parte de Dios. En una de ellas, Dios dijo: "Esta es palabra del Señor a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho el Señor de los ejércitos" (Zacarías 4:6).

Este mensaje provino de una visión más amplia, la quinta de las visiones que tuvo Zacarías, en la que ve un candelabro de oro con un depósito y siete lámparas encima y dos olivos junto a él, que proporcionaban al candelabro el aceite necesario para encender las lámparas (Zacarías 4:1-3). El mensaje principal que contiene la visión se encuentra en el versículo 6: "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu" (ver también Zacarías 4:7).

Durante la época de la reconstrucción del templo, Zacarías y Hageo fueron ministros de los israelitas. Hageo los animaba a seguir reconstruyendo el templo y Zacarías los animaba a arrepentirse de sus pecados y a renovar su pacto con Dios, pues una vez reconstruido el templo sería necesario que tuvieran la debida estabilidad espiritual para perseverar en la vida con Dios.

Durante todo el tiempo de la reconstrucción, los israelitas habían encontrado oposición e incluso habían detenido la construcción. "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu" era un estímulo para los israelitas de que no era por su propia fuerza o poder, es decir, cosas como el dinero o la fuerza militar, que el templo sería reconstruido, sino por el poder del Espíritu de Dios.

El poder del Espíritu Santo se simboliza en la visión como aceite. El Espíritu Santo también se describe como aceite en otras referencias del Antiguo Testamento (Isaías 61:1-3; 1 Samuel 16:13). El suministro constante de aceite en la visión de Zacarías simbolizaba el suministro constante de poder del Espíritu Santo que ayudaría a Zorobabel y a los israelitas a completar la reconstrucción del templo, que se representaba en la visión como el gran candelabro. Las lámparas del candelabro eran una representación de cómo el pueblo de Dios debía brillar como una luz en el mundo para dar gloria a Dios (Mateo 5:14).

Esta visión animó a Zorobabel a seguir adelante a pesar de los obstáculos a los que se enfrentaba, y ese mismo estímulo sigue siendo válido para nosotros como cristianos hoy (Romanos 8:31; Hebreos 13:5; cf. Hageo 2:5; Isaías 41:10). Es el poder del Espíritu Santo el que nos despeja el camino para obedecer a Dios y cumplir todo lo que nos ordena. Sea cual sea la tarea que tengamos que realizar, no podemos hacerlo con nuestras propias fuerzas, pero sí con el equipamiento del Espíritu (Juan 3:34; 14:16-17; Efesios 1:13-20; Filipenses 2:12-13; 1 Corintios 12:4-7). Nuestra propia debilidad humana le da a Dios la oportunidad de perfeccionar Su poder que actúa en nosotros, razón por la cual el apóstol Pablo dijo: "Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2 Corintios 12:10; ver también Hebreos 11:34). Ya que el Espíritu Santo actúa en nosotros como creyentes, podemos realizar las tareas que Dios nos ha encomendado y ser una luz y un testimonio para Él en el mundo.



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