¿Qué es la mundanalidad? ¿Qué dice la Biblia sobre la mundanalidad?

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En resumen:

La mundanalidad, en el fondo, no es nada menos que idolatría. La mundanalidad es adorar lo que ha sido creado y pasará, en lugar de a Dios, que permanece para siempre.

Del Antiguo Testamento

  • Dios creó el mundo y dijo que era bueno (Génesis 1:10). No hay nada inherentemente pecaminoso en el mundo material en sí.
  • Cuando la palabra “mundo” se utiliza en las Escrituras, a veces se refiere al mundo creado. Sin embargo, la mayoría de las veces se refiere a la humanidad en su condición pecaminosa y caída por la que se opone a Dios y a Sus caminos (Génesis 18:25; Isaías 24:4-6).
  • Adán y Eva eligieron creer la mentira de Satanás en lugar de la verdad de Dios y comieron el fruto prohibido en el jardín del Edén (Génesis 3:6). Eva vio lo que era agradable a la vista y bueno para comer y eligió el fruto en lugar de la obediencia al Creador.

Del Nuevo Testamento

  • 1 Juan 2:15-17 nos advierte sobre la mundanalidad. Dice: “No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. El mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.
  • La mundanalidad puede adoptar muchas formas, como los deseos de la carne, los deseos de los ojos o la vanagloria de la vida (1 Juan 2:16).
  • Jesús no cedió a la mundanalidad, sino que vivió la voluntad del Padre (Juan 4:34). Por ejemplo, Jesús pasó cuarenta días y cuarenta noches ayunando en el desierto; allí Satanás lo tentó (Mateo 4:2-11). A diferencia de Adán y Eva en el paradisíaco jardín del Edén, Cristo respondió a las tentaciones de Satanás con la verdad de la palabra de Dios y se negó a obedecer a Satanás. Su amor por Dios triunfó sobre las tentaciones del poder y los placeres mundanos.
  • La mundanalidad es cambiar la verdad de Dios por una mentira y adorar y servir a las cosas creadas en lugar de al Creador (Romanos 1:25). En lugar de obedecer el mandato de Dios de someter y administrar la tierra, la humanidad a menudo ama y adora las cosas creadas (Romanos 1:22-23). La gente hace lo mismo hoy en día cada vez que ama algo más que a Dios mismo, ya sean las riquezas, la familia o incluso su propia vida (Mateo 10:37-39; 19:22; Juan 12:25).
  • Jesús nos dio el mayor mandamiento, que es amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, mente, alma y fuerzas (Mateo 22:37-38).

Implicaciones para hoy

Como cristianos, estamos llamados a imitar a Cristo negándonos a enamorarnos de este mundo. Esto no significa que no podamos disfrutar de las cosas buenas que Dios ha creado (Eclesiastés 3:13; 5:19; 1 Timoteo 6:17), sino que debemos hacerlo dentro de los límites protectores establecidos por nuestro amoroso Padre celestial y reservar nuestras más altas pasiones y nuestra mayor devoción para Dios mismo. Aunque no estamos llamados a retirarnos del mundo en una reclusión monástica, tampoco debemos amarlo (1 Juan 2:15). En resumen, debemos estar en el mundo, pero no ser de él (Juan 15:19; 17:15). No debemos conformarnos a la mentalidad anti-Dios del mundo, sino ser transformados por la Palabra y el Espíritu de Dios para que podamos conocer y hacer Su voluntad (Romanos 12:2). Debemos recordar siempre que somos extranjeros y peregrinos en este mundo (Hebreos 11:13). Este mundo no es nuestro hogar. Estamos de paso en este mundo hacia la patria celestial, donde moraremos con Dios para siempre (Hebreos 11:16; Filipenses 3:20; Apocalipsis 21:3). Como Moisés, debemos preferir ser maltratados con el pueblo de Dios que disfrutar de los placeres fugaces del pecado (Hebreos 11:24-26). Debemos obedecer al Príncipe de Paz, Jesucristo, antes que al príncipe de este mundo, Satanás. Estamos llamados a poner nuestra mente en las cosas celestiales y no en las mundanas (Colosenses 3:2). Debemos acumular tesoros en el cielo y no en este mundo siendo ricos en fe y buenas obras (Mateo 6:19-21; Santiago 2:5; 1 Timoteo 6:18). Debemos vencer al mundo mediante la fe en Jesucristo (1 Juan 5:4-5). Porque a diferencia de este mundo, que pasa, los que aman a Dios y hacen Su voluntad permanecen para siempre (1 Juan 2:17).

Comprende

  • La mundanalidad es idolatrar lo que es temporal y creado sobre Dios, quien es eterno.
  • La mundanalidad se manifiesta en deseos de placer físico, ganancias materiales y ambiciones egocéntricas.
  • Los cristianos están llamados a priorizar el amor a Dios sobre todo lo demás, imitando la obediencia de Cristo y resistiendo las tentaciones mundanas.

Reflexiona

  • ¿Cómo disciernes entre disfrutar de la creación de Dios e idolatrarla en tu vida?
  • Reflexiona sobre alguna ocasión en la que los deseos mundanos compitieron con tu compromiso de seguir la voluntad de Dios. ¿Qué te ayudó a superar esas tentaciones?
  • ¿En qué áreas de tu vida te cuesta más dar prioridad a Dios sobre los deseos mundanos, y cómo puedes reorientar tu enfoque?

Ponlo en práctica

  • Analiza formas prácticas en que puedes mantener un equilibrio entre disfrutar de las bendiciones terrenales y evitar las trampas de idolatrarlas.
  • ¿Cómo desafía el concepto de mundanalidad tus perspectivas modernas sobre el éxito, el placer y la realización personal?
  • ¿Cómo puedes ayudar a otros a resistir las tentaciones mundanas y crecer en madurez espiritual?