¿Cuáles son algunos consejos para ayudarme a meditar en la Palabra de Dios?

Después de la muerte de Moisés, Josué se convertiría en el nuevo líder de los israelitas, así que Dios instruyó a Josué sobre sus nuevas responsabilidades. Dijo, entre otras cosas, lo siguiente: "Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien" (Josué 1:8). Meditar en la Palabra de Dios (el Libro de la Ley) es sin duda un concepto bíblico, e incluso un mandato de Dios (cf. Salmo 1:1-6; 1 Timoteo 4:13, 16; 2 Timoteo 3:16-17; 2 Pedro 1:19-21; Hebreos 4:12; Filipenses 4:8). En Deuteronomio 6:6, Dios les dice a todos los israelitas: "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón". Luego continúa detallando las formas de mantener Sus palabras en sus corazones. Deuteronomio 6:6-9 es un buen modelo a seguir cuando buscamos maneras de meditar en la Palabra de Dios.

Deuteronomio 6:7 dice: "y diligentemente las enseñarás a tus hijos (LBLA)". Esto nos recuerda un proverbio latino muy conocido: Docendo discimus, que significa: "Enseñando se aprende". Cualquiera que haya enseñado sabe que aprendemos mucho más sobre un tema si lo comprendemos lo suficientemente bien como para explicarlo a otra persona. Cuando Dios instruyó a Su pueblo para que enseñara Su Palabra a sus hijos, no sólo se estaba asegurando de que la siguiente generación conociera Su Palabra, sino también de que estudiaran y aprendieran Su Palabra por sí mismos. Una forma práctica de ayudarte a meditar en la Palabra de Dios es comprometerte a enseñar a otra persona lo que estás aprendiendo de ella.

Deuteronomio 6:7 continúa diciendo: ". . . y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa (LBLA)". Comentar la Palabra de Dios con otros en la comodidad de nuestros hogares es una gran manera de mantener Su Palabra en primer lugar. Se puede hacer durante una comida, mientras se lavan los platos, o mientras se dobla la ropa juntos. La Palabra de Dios debe ser un tema regular de discusión dentro de nuestros hogares.

Deuteronomio 6:7 continúa: ". . . y cuando andes por el camino (LBLA)". La Palabra de Dios no debe limitarse sólo a las discusiones dentro de nuestros hogares, sino también mientras estamos fuera de casa. Podemos hablar de Su Palabra con cualquier persona con la que nos encontremos, e incluso podemos meditar en la Palabra de Dios mientras viajamos. Escuchar versículos bíblicos ambientados con música mientras vamos en el auto o escuchar una lectura dramatizada de la Biblia mientras hacemos ejercicio son otras formas de meditar en la Palabra de Dios durante "el camino".

Deuteronomio 6:7 termina diciendo: ". . . cuando te acuestes y cuando te levantes (LBLA)", lo que hace eco del mandato de Dios a Josué de "meditar en ella día y noche". Este ejemplo de pasar tiempo tanto por la mañana como por la noche en comunión con Dios y estudiando Su Palabra se ve también en otras partes de la Escritura. Esdras leía la Ley al pueblo "desde el alba hasta el mediodía" (Nehemías 8:3). El salmista en el Salmo 119:147-148 dice: "Me anticipé al alba, y clamé; esperé en tu palabra. Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos". El mismo Jesús se levantó "muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba" (Marcos 1:35). Y Pablo, cuando enseñaba el evangelio en Troas, "alargó el discurso hasta la medianoche" (Hechos 20:7). Apartar un tiempo al principio y al final de cada día para leer, reflexionar, comentar o meditar en la Palabra de Dios es una práctica importante.

Deuteronomio 6:8 dice: "Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos". Dios pidió a Su pueblo que tuviera señales físicas que les recordaran Su Palabra. Hoy en día, eso podría ser un artículo o una joya que nos recuerde las Escrituras o algo que nos recuerde Su Palabra cada vez que la veamos.

Las instrucciones de Dios a los israelitas terminan con: "las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas" (Deuteronomio 6:9). Colocar las Escrituras en nuestras casas es una buena manera de mantener la Palabra de Dios en nuestra mente. Colocar papelitos adhesivos en el espejo del baño, sobre el lavaplatos de la cocina o en el tablero del auto es una manera fácil de recordar diferentes versículos. Algunas personas optan por exhibiciones más permanentes y artísticas de las Escrituras para colocarlas en sus casas, tal vez encima de la chimenea o en el comedor. En cualquier caso, tener la Palabra de Dios impresa y a la vista nos ayudará a meditar en ella.

Más adelante en Deuteronomio, Dios dio instrucciones para los hombres que gobernarían sobre Israel. Dijo: "[El rey] escribirá para sí en un libro una copia de esta ley...y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer al SEÑOR su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra" (Deuteronomio 17:18-19). Otra forma de ayudarnos a meditar en la Palabra de Dios es escribir a mano pasajes de la Escritura, copiándolos directamente de la Biblia. Ya que tenemos que tardar más en copiar un pasaje, es más probable que nos fijemos en detalles de la Escritura que de otra manera pasaríamos por alto al leer simplemente el texto. También está demostrado que escribir a mano aumenta nuestra capacidad de comprender nuevas ideas y retener la información.

Este pasaje no sólo menciona copiar la Escritura, sino también leer "en ella todos los días de su vida". La lectura regular de las Escrituras es otra práctica importante. Cuando leemos la Escritura debemos ser buenos observadores, haciendo las preguntas "¿quién?", "¿qué?", "¿cuándo?", "¿dónde?" y "¿cómo?". Hacer una tabla para responder a estas preguntas puede ayudarnos a detenernos y comprender realmente lo que hay en un pasaje concreto de la Escritura. Buscar palabras o frases repetidas nos ayuda a saber qué ideas se están enfatizando. Además, observar palabras clave como "por tanto" o "para que" puede darnos las razones o explicaciones de por qué la Escritura dice lo que dice.

Otra forma de meditar en la Palabra de Dios y comprometerse con ella mientras la leemos es poner énfasis en cada palabra diferente del versículo. Por ejemplo, el Salmo 23:1 comienza así: "El Señor es mi pastor". Enfatizar "EL SEÑOR es mi pastor" haría que nuestra mente pensara en el carácter único de quien es Dios. Además, enfatizar "El SEÑOR es mi pastor" puede hacer que nuestra mente piense en someterse a Dios como nuestro Señor y Maestro, o en recordar cómo se reveló a sí mismo como el SEÑOR personal y autosuficiente a Moisés en la zarza ardiente (Éxodo 3:14). Enfatizar "EL SEÑOR ES mi pastor" puede recordarnos que Dios está, ha estado y estará siempre presente en nuestras vidas. Enfatizar "El SEÑOR es MI pastor" puede llevarnos a preguntarnos si realmente hemos permitido que Dios tenga una relación íntima con nosotros personalmente. Y finalmente, enfatizar "El SEÑOR es mi PASTOR" puede llevarnos a estudiar lo que los pastores hacían en los tiempos bíblicos, cómo cuidaban de sus ovejas, y lo que eso nos dice sobre cómo Dios cuida de nosotros.

Básicamente, cualquier práctica que hace que nuestra lectura de las Escrituras sea más lenta, que hace preguntas del texto y que engancha nuestras mentes con la Palabra de Dios, es una práctica que nos ayudaría a meditar en la Palabra de Dios.

Podemos seguir las instrucciones de Dios en Deuteronomio 6 sobre cómo guardar Sus palabras en nuestros corazones y sus instrucciones en Deuteronomio 17 para aprender y conocer Su Palabra. Al usar estas prácticas, podemos decir con el salmista: "En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras" (Salmo 119:15-16).



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