¿Qué es la meditación cristiana?

En la Biblia, Dios ordenó específicamente al líder Josué que meditara en la Ley de Dios: "Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien" (Josué 1:8). También en otras partes de la Biblia se menciona claramente la meditación. Ahora bien, ¿qué quiere decir la Biblia cuando nos invita a meditar?

En primer lugar, hay que entender que la meditación cristiana es diferente del concepto de meditación que se encuentra en las religiones orientales. En las tradiciones orientales, el objetivo es generalmente vaciarse, dejarse llevar y concentrarse para lograr la iluminación. En cambio, la meditación cristiana está diseñada para ayudar a la persona a centrarse en Dios y en Su grandeza.

En muchos aspectos, la meditación puede considerarse una forma de oración. En el Salmo 77:12 leemos: "Meditaré en todas tus obras, y hablaré de tus hechos". La meditación es una forma de recordar o reflexionar sobre la bondad de Dios o Su Palabra como parte de la oración y la alabanza.

Con frecuencia, la meditación se basa en las Escrituras. Además de Josué 1:8, otros pasajes hablan de este aspecto. El Salmo 1:2 dice: "Sino que en la ley del Señor está su delicia, y en su ley medita de día y de noche". El Salmo 119 incluye muchos ejemplos de meditación en la Palabra de Dios: "En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos" (v. 15); "príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; mas tu siervo meditaba en tus estatutos" (v. 23); "hazme entender el camino de tus mandamientos, para que medite en tus maravillas" (v. 27); "alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, y meditaré en tus estatutos" (v. 48); "meditaré en tus mandamientos" (v. 78); y "se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos" (v. 148).

Los cristianos también pueden meditar en las grandes obras de Dios: "En la hermosura de la gloria de tu magnificencia, y en tus hechos maravillosos meditaré" (Salmo 145:5). Entre ellas se encuentran las obras de Dios en la creación, en nuestra propia vida, en la vida de los demás, o la forma como Dios actúa providencialmente a nuestro alrededor.

La meditación cristiana no es algo malo o algo que haya que temer porque suene a misticismo oriental. Por el contrario, los cristianos están llamados a meditar en Dios, en Sus obras, en Su grandeza y en Su Palabra, como una forma de oración y un recuerdo que da gloria a Dios en nuestras vidas. Cuando nos acostamos por la noche, podemos decir como el salmista: "Cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche" (Salmo 63:6).



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