¿Cómo debemos responder cuando un líder cristiano se aparta o renuncia a la fe?

De vez en cuando, las personas se enfrentan a crisis en su caminar de fe. Cuando la persona es líder de la comunidad cristiana, por lo general esas crisis llegan a ser públicas. Al igual que con cualquier noticia desagradable, los cristianos deben reaccionar con tristeza, gracia, esperanza y humildad.

Brevemente, la expresión "alejarse" se refiere a diferentes cosas. A veces, un líder cristiano atraviesa una crisis de fe, se plantea preguntas difíciles, experimenta una dificultad demoledora o lucha contra un pecado persistente. En ocasiones, este líder reconoce acertadamente que no está en condiciones de liderar a otros creyentes; entonces, ese líder da un paso atrás para pasar un tiempo examinando su corazón y sus creencias y se enfoca en su caminar personal con Dios. Algunas veces ese abandono se percibe con agrado y fácilmente lo aceptamos y entendemos. Otras veces se produce mucho dolor, confusión e incluso desavenencias. El líder, u otros, pueden decir o hacer cosas que contradicen la Palabra de Dios o que se sienten como una renuncia a la fe. En otras ocasiones, un líder cristiano que "se aleja" realmente está reconociendo que en realidad no creía en la Biblia. Es posible que se hayan sentido cómodos en la comunidad cristiana, pero que poco a poco se hayan sentido inconformes y ahora se den cuenta de que no aceptan cierta ortodoxia cristiana como verdad. Como simples espectadores, no nos corresponde juzgar lo que ocurre en los corazones de los demás. Por ejemplo, si una persona que renuncia a la fe o se aleja no era creyente en un principio, podemos orar por su salvación. Si una persona que se aleja está pasando por una crisis de fe, podemos orar por la restauración, confiando en que Dios es fiel con todos los que han nacido de nuevo en Él a través de la fe en Jesucristo. Como ya se ha dicho, nuestra respuesta debe ser de tristeza, gracia, esperanza y humildad.

En su segunda carta a los creyentes cristianos, Pedro les aseguraba que Dios es paciente para con nosotros, "no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Pedro 3:9). Cuando una persona rechaza la fe, el corazón de Dios se entristece; y si compartimos Su punto de vista, nuestro corazón también debería entristecerse. Cuando la humanidad había llegado a lo más alto de la maldad antes de que Dios enviara el diluvio, las Escrituras registran que "le dolió en su corazón" (Génesis 6:6). Un ejemplo de cómo ajustar nuestros corazones humanos al corazón de Dios cuando un líder se aleja de la fe, ocurrió en 1 Samuel 15 después de que Saúl "rechazara la palabra del Señor" (1 Samuel 15:26). Se registra que "Samuel lloraba a Saúl; y el Señor se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel" (1 Samuel 15:35). Así que cuando un líder cristiano rechaza a Dios y Su Palabra, debemos entristecernos al ver que se aleja.

Los cristianos también debemos ser bondadosos y amables con nuestra respuesta. Al comprender que el Diablo maquina contra los que confían en el Señor (Efesios 6:11), entendemos que "no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra...huestes espirituales de maldad " (Efesios 6:12). Saber que un líder cristiano ha caído presa de las artimañas del Diablo puede ayudarnos a reencauzar la ira contra esa persona y dirigirla hacia el maligno que está detrás de todo esto. Sabiendo que el maligno buscaría beneficiarse de cualquier dolor o desacuerdo que resulte de la caída de la persona nos ayuda, una vez más, a reorientar nuestra rabia y nuestros esfuerzos. En vez de ser presa de las distracciones del Diablo, nos sometemos a Dios, acudimos a Él en oración, nos ponemos Su armadura y buscamos la unidad. Cuando el pueblo de Dios se apartó una y otra vez, Dios dijo: "Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida" (Oseas 11:4). Del mismo modo, Pablo escribió "su benignidad te guía al arrepentimiento" (Romanos 2:4). Por tanto, nuestra respuesta debe ser bondadosa y amable, esperando siempre que se arrepientan.

Hay buenas razones para esperar que la persona vuelva a la fe. Nabucodonosor llegó a creer que el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego era "el Dios Altísimo" (Daniel 3:26) y ordenó que nadie "dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego...por cuanto no hay dios que pueda librar como este" (Daniel 3:29). Sin embargo, años más tarde, Nabucodonosor se apartó de esta fe y preguntó: "¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?" (Daniel 4:30). Ante esto, Dios expulsó a Nabucodonosor de entre los hombres y estuvo viviendo como un animal salvaje durante siete años (Daniel 4:33). Ahora bien, al final de esos años, Nabucodonosor escribió: "Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades" (Daniel 4:34). Así que después de expresar un nivel de fe y luego caer, Nabucodonosor volvió una vez a adorar correctamente al Señor. Pablo explicó en 1 Corintios 5:5 que el propósito de quitar a un pecador no arrepentido de entre los creyentes era "para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús". Siempre hay esperanza de que el líder cristiano que en estos momentos está renunciando a la fe pueda todavía arrepentirse y volver al Señor.

Por último, las crisis de fe de los líderes cristianos son oportunidades para que los creyentes se examinen a sí mismos y a su propia fe. Si nuestra propia fe tambalea cuando un líder cristiano se aleja, tal vez nuestra fe estaba en ese líder y no en Dios y Su Palabra. Los líderes cristianos son personas imperfectas, como todos nosotros, e inevitablemente cada uno de ellos nos fallará en algún momento. De Moisés dijo Dios: "por cuanto pecasteis contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel" (Deuteronomio 32:51). El rey David cometió adulterio con Betsabé y luego asesinó a su marido (2 Samuel 11). Incluso Pedro negó conocer a Cristo mientras Jesús era juzgado (Lucas 22:54-62). Cuando los corintios discutían sobre qué líder seguía cada uno, Pablo respondió: "Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento" (1 Corintios 3:4-7). Nuestra fe debe depender únicamente del Señor y no de Sus servidores humanos. A veces, los líderes cristianos que reniegan de la fe hacen preguntas difíciles. Los creyentes pueden usar esas preguntas como una oportunidad para fortalecer su propia fe, llevando esas preguntas a la Biblia y a otros líderes cristianos para reforzar cualquier área débil o vulnerable en su propia fe. Con esta autorreflexión, los cristianos pueden hacer que su fe crezca hasta un nuevo nivel de madurez.

Los cristianos podemos responder correctamente a cualquier líder que renuncie a la fe si nos afligimos por los que se alejan, les extendemos la gracia, mantenemos la esperanza de que vuelvan a la fe y aprovechamos la oportunidad para examinar nuestra propia fe.



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