¿Qué significa la libertad cristiana?

La libertad cristiana tiene varios significados. Romanos 6 habla mucho de nuestra libertad en Cristo. Y llega a su punto culminante con la siguiente afirmación en el versículo 23: "Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro". En última instancia, la libertad cristiana es la vida eterna en Jesús, la liberación de la consecuencia del pecado: la muerte.

Pero la libertad cristiana también puede significar libertad de la restricción de la ley judía y del sistema de sacrificios. Romanos 3:20 dice que "por medio de la ley es el conocimiento del pecado". Pero la ley sólo puede sacar a la luz el pecado y hacernos conscientes de él. El comienzo del versículo 20 dice: "que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado", así que está claro que la ley puede hacernos conocer nuestro pecado, pero no hacer nada al respecto permanente. La ley proveyó el sistema de sacrificios por el cual se cubría el pecado, sin embargo, los sacrificios tenían que hacerse cada año. Jesús, en cambio, derramó Su sangre una vez para siempre; no es necesario repetir el sacrificio (véase Hebreos 9:18-28). Así que los cristianos están libres de las restricciones de la ley y del sistema de sacrificios.

Los cristianos también somos libres del poder del pecado en nuestras vidas. Volviendo a Romanos 6, el versículo 14 dice: "Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia". La libertad cristiana significa que ya no somos controlados por el pecado, sino por la justicia de Dios (Romanos 6:18).

La libertad cristiana también significa que hemos sido libres para realizar cualquier actividad que no esté específicamente prohibida en la Biblia. 1 Corintios 10:23 dice: "Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica". El versículo 24 agrega una advertencia: "Ninguno busque su propio bien, sino el del otro". En otras palabras, al ejercer nuestra libertad, debemos controlar nuestras acciones con amor. Jesús nos ordenó en Juan 13:34: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros". Nuestro amor por los demás hará que queramos limitar nuestro propio comportamiento para no perjudicar a los demás, o hacerlos tropezar. Podemos exagerar en cualquiera de los dos extremos con nuestras libertades. Por un lado, podemos ser demasiado conscientes de nuestras libertades y avergonzar a Cristo y a Su iglesia con nuestras acciones. Y por otro lado, podemos ser tan cuidadosos para evitar esto que nos convertimos en legalistas e inventamos reglas de comportamiento que no son bíblicas. El libertinaje, por un lado, y el legalismo, por el otro, están mal. Debemos siempre buscar la voluntad de Dios para poder determinar cuál es la forma correcta de ejercer o limitar voluntariamente nuestra libertad en cada situación.

Nuestras metas como cristianos deben ser glorificar a Dios, edificar la iglesia y atraer a otros a Cristo. El ejercicio de nuestra libertad debe servir para alcanzar estos objetivos. Gálatas 5:13 resume esto cuando dice: "Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros".



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