¿Habla la Biblia de inclinarse o arrodillarse cuando oramos?

Inclinarse en presencia de otro es una señal de respeto. Por ejemplo, los súbditos se inclinan ante su rey, los actores se inclinan ante su público y, en algunas culturas, los alumnos se inclinan en presencia de sus maestros. Arrodillarse también es un gesto de humildad, y por eso un enamorado se arrodilla cuando le propone matrimonio a su amada y una persona de la nobleza se arrodilla ante el rey cuando lo nombran caballero. Inclinarse y arrodillarse son posturas físicas que demuestran sumisión a una autoridad superior. La Biblia tiene muchos ejemplos de personas que se inclinaban y arrodillaban cuando entraban en la presencia de Dios mediante la oración y la adoración.

Con frecuencia, las personas se inclinaban ante el Señor como parte de la adoración en respuesta a una oración que había sido contestada. Cuando Dios ayudó al siervo de Abraham a encontrar esposa para Isaac, el siervo "se inclinó en tierra ante el Señor" (Génesis 24:52). Estaba tan agradecido de que Dios lo dirigiera a la mujer correcta, y de que esta mujer y su familia aceptaran el matrimonio, que su respuesta natural fue inclinarse mostrando una adoración de gratitud. Del mismo modo, cuando el rey Ezequías limpió el templo y restableció el culto, "se inclinó el rey, y todos los que con él estaban, y adoraron... [Los levitas] alabaron con gran alegría, y se inclinaron y adoraron" (2 Crónicas 29:29-30). El pueblo fiel estaba tan feliz de ver que la correcta adoración había sido restaurada en el templo de Dios, y su respuesta fue inclinarse ante el Señor. Asimismo, cuando el rey Josafat tuvo la certeza de que el Señor lo rescataría a él y a su nación del ataque de sus enemigos, "Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de Jerusalén se postraron delante del Señor, y adoraron al Señor" (2 Crónicas 20:18). Se sintieron tan aliviados por la respuesta a la oración de que Dios los protegería que se postraron en tierra en agradecimiento a Él. Curiosamente, el siguiente versículo presenta un contraste, ya que "se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar al Señor el Dios de Israel con fuerte y alta voz" (2 Crónicas 20:19). Así que inclinarse no es la única forma en que la gente puede expresar su gratitud a Dios y adorarle.

Otros ejemplos que demuestran que inclinarse ante Dios no es una respuesta a una oración contestada son los de Balaam y Esdras. Balaam se dirigía a recibir instrucciones de Balac, pero el ángel del Señor se interpuso en su camino con la espada desenvainada. Al principio, sólo el asno de Balaam podía ver al ángel del Señor, pero "entonces el Señor abrió los ojos de Balaam, y vio al ángel del Señor que estaba en el camino, y tenía su espada desnuda en su mano. Y Balaam hizo reverencia, y se inclinó sobre su rostro" (Números 22:31). Balaam estaba mostrando completa sumisión al inclinarse ante el ángel del Señor con la esperanza de salvar su propia vida. También demostró su sumisión al declarar: "si te parece mal, yo me volveré" (Números 22:34).

Esdras cayó de rodillas cuando pidió perdón a Dios por las personas de su pueblo que habían pecado al casarse con extranjeras paganas. Dijo: "Pero a la hora de la ofrenda de la tarde, me levanté de mi humillación con mi vestido y mi manto rasgados, y caí de rodillas y extendí mis manos al Señor mi Dios; y dije: Dios mío, estoy avergonzado y confuso para poder levantar mi rostro a ti, mi Dios, porque nuestras iniquidades se han multiplicado por encima de nuestras cabezas, y nuestra culpa ha crecido hasta los cielos....he aquí, estamos delante de ti en nuestra culpa, porque nadie puede estar delante de ti a causa de esto" (Esdras 9: 5-6, 15 LBLA). Esdras se inclinó arrepentido mientras suplicaba a Dios por el perdón y la misericordia en nombre de su pueblo.

En el Nuevo Testamento, vemos tres otros ejemplos de cómo se inclinaban ante la presencia de Dios. Un leproso samaritano que Jesús sanó "se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias", como se registra en Lucas 17:16. Se inclinó en agradecimiento por la respuesta a su oración pidiendo la sanidad. Cuando a los discípulos de Jesús se les reveló Su gloria durante la transfiguración y oyeron la voz de Dios desde el cielo identificando a Jesús como Su Hijo, "se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor" (Mateo 17:6). Ver la gloria divina de Jesús y oír la voz directa de Dios hizo que estos hombres se postraran en la presencia de Dios reconociendo temerosos su condición de meros mortales en presencia de la santidad divina. Finalmente, en el huerto de Getsemaní, mientras Jesús se preparaba para llevar el pecado del mundo y sufrir la crucifixión y la muerte, oró a Dios Padre. La postura de Jesús durante esta oración fue la tan conocida postura de sumisión. Mateo 26:39 dice: "se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú". Jesús se inclinó en oración como expresión de Su completa sumisión a la voluntad del Padre, incluso cuando ese plan le acarrearía grandes sufrimientos. Por tanto, inclinarse para expresar gratitud, adoración y sumisión fue una práctica que continuó en el Nuevo Testamento.

Arrodillarse también es una práctica que encontramos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Cuando el rey Salomón dedicó el templo recién construido, "se arrodilló delante de toda la congregación de Israel, y extendió sus manos al cielo, y dijo: Señor Dios de Israel, no hay Dios semejante a ti en el cielo ni en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia con tus siervos que caminan delante de ti de todo su corazón" (2 Crónicas 6:13-14). Como Salomón era el rey, era la persona más rica y poderosa de la tierra, sin embargo, se arrodilló ante el pueblo para mostrar reverencia a Dios, quien es aún más poderoso que él. Su postura de arrodillarse en oración mostraba humildad en presencia de Dios y una dedicación de todo el honor que Salomón tenía como rey para dárselo a Dios para Su gloria. En esta oración, Salomón también pidió a Dios que "toda oración y todo ruego que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cualquiera que conociere su llaga y su dolor en su corazón, si extendiere sus manos hacia esta casa, tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada...levántate ahora para habitar en tu reposo, tú y el arca de tu poder" (2 Crónicas 6:29-30, 41). Salomón pidió a Dios que viniera a morar en el templo y respondiera a las oraciones que Su pueblo elevaría allí en el futuro. Al arrodillarse, Salomón presentaba estas peticiones como ruegos que nacían de una posición de humildad y no como exigencias desde un supuesto lugar de poder.

Del mismo modo, la gente con frecuencia se arrodillaba ante Jesús cuando le pedían ayuda para sanarse. "Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme" (Mateo 8:2). También llegó un jefe de la sinagoga y se arrodilló ante él, diciendo: "Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá" (Mateo 9:18). Ambos hombres se arrodillaron para presentar sus peticiones a Jesús.

Más adelante, cuando los apóstoles oraban a Dios, en ocasiones también se arrodillaban. Cuando llamaron a Pedro para que resucitara a Tabita, "se puso de rodillas y oró" (Hechos 9:40). Y cuando Pablo se despedía de los efesios en Mileto, "se puso de rodillas, y oró con todos ellos" (Hechos 20:36). Por tanto, arrodillarse en oración es una práctica bíblica.

Además, el Salmo 95:6 dice: "Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor". Todos estamos invitados a inclinarnos y arrodillarnos en este llamado para adorar a Dios. Sin embargo, estas dos posiciones de inclinarse y arrodillarse no son las únicas posiciones bíblicas en las que se puede orar.

Ya hemos visto cómo los levitas "se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar al Señor Dios de Israel con fuerte y alta voz" en 2 Crónicas 20:19. En el libro de 1 Reyes, se menciona que cuando Salomón oraba se puso "delante del altar del Señor, en presencia de toda la congregación de Israel, y extendiendo sus manos al cielo" (1 Reyes 8:22). Por lo tanto, estar de pie durante el servicio de adoración y la oración también puede ser una señal de respeto, como cuando un juez entra en la sala del tribunal o los invitados a una boda se levantan cuando la novia entra en el templo.

Por otra parte, sentarse puede ser también una postura de humildad. En el Antiguo Testamento, sentarse sobre cenizas y vestirse de cilicio para mostrar arrepentimiento mientras se oraba pidiendo perdón y misericordia era una práctica habitual de oración humilde (ver Jonás 3:6-9). En el Nuevo Testamento, dos ciegos le pidieron a Jesús que los sanara mientras estaban sentados junto al camino (Mateo 20:30). Como eran ciegos, estos hombres no podían moverse libremente; sin embargo, podían presentar sus peticiones a Jesús tal y como estaban. En los Hechos se narra que, tras la ascensión de Jesús, Sus seguidores "perseveraban unánimes en oración" (Hechos 1:14), y el día de Pentecostés "vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados" (Hechos 2:2). Así que posiblemente orar sentados en grupo era una práctica habitual (ver también Hechos 12:12).

David se postró en el suelo para interceder por su pequeño hijo (2 Samuel 12:16). El siervo de Abraham oró en silencio en su corazón después de llegar a un pozo (Génesis 24:45). Ana oró en silencio mientras lloraba junto al tabernáculo (1 Samuel 1:13-15). Jeremías entonó o cantó una oración de lamento cuando murió el rey Josías (2 Crónicas 35:25). Los salmistas escribieron muchas oraciones en forma de poemas (Salmo 72:20). Muchas veces Jesús oraba a solas en las laderas de las montañas (Mateo 14:23; Lucas 5:16), pero también lo hacía en público (Juan 11:42; 17:1-26).

Gracias a estos innumerables ejemplos, vemos que se puede orar desde cualquier lugar, sin importar la emoción, en cualquier circunstancia y en cualquier postura física. La exhortación de Pablo a "orar sin cesar" (1 Tesalonicenses 5:17) es posible porque no tenemos que dejar de hacer lo que estamos haciendo para adoptar una postura concreta. Podemos acercarnos "pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Hebreos 4:16). A veces, diferentes posturas físicas pueden ayudar a que nuestros corazones expresen humildad, gratitud o arrepentimiento, así que cada persona debe sentirse libre de adoptar cualquier postura física que le ayude en la oración, ya sea inclinándose o arrodillándose.



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