¿De qué manera se cumple en Jesús el significado de cada una de las fiestas judías?

Desde un principio, Dios ha deseado relacionarse con el ser humano. En el transcurso de la historia, estableció formas de hacerlo. Una manera en que instruyó al pueblo hebreo es a través de las fiestas. La palabra moadim en hebreo generalmente se traduce fiesta, pero literalmente significa "tiempos señalados".

Las fiestas judías se organizaban de tal manera que recordaban al pueblo judío a Dios y Sus caminos, pero también apuntaban a un Mesías, un Salvador. Ese Mesías prometido es Jesús.

En Levítico 23, Dios le habla a Moisés sobre siete fiestas. Los judíos practicantes las siguen celebrando hoy en día.

Cuatro de ellas se celebran en primavera y están relacionadas con la primera aparición de Jesús en la tierra. Son las siguientes: Pascua, Panes sin levadura, Primicias y Semanas. Las tres fiestas de otoño se celebran durante quince días. Los estudiosos y teólogos creen que el simbolismo de estas fiestas se cumplirá literalmente en relación con la segunda venida de Jesús. Son las Trompetas, el Día de la Expiación y los Tabernáculos.

Veamos cómo las siete fiestas, que se describen en Levítico 23, están relacionadas con Jesús.

La Pascua apunta a Jesús como el cordero de la Pascua (1 Corintios 5:7). La sangre del cordero perfecto se derramó para proteger a los hebreos de la décima plaga antes de su liberación de Egipto. La sangre de Jesús es nuestra cobertura contra la justicia que se nos aplica por nuestro pecado. Jesús fue crucificado el día en que los judíos sacrificaban corderos para preparar la Pascua del día siguiente.

Los Panes sin levadura describen la vida sin pecado de Jesús. En toda la Biblia, la levadura simboliza el pecado. Jesús no tenía pecado y, por lo tanto, era un sacrificio perfecto, sin mancha y sin culpa por nuestros pecados. El cuerpo de Jesús permaneció en la tumba durante los primeros días de esta fiesta. Él, al igual que una semilla plantada, resucitaría a una nueva vida.

Jesús resucitó el día de las Primicias, convirtiéndose en el primero en vencer a la muerte y ofrecernos una nueva vida. Esta es una de las razones por las que Pablo se refiere a Jesús como las "primicias" de los muertos (1 Corintios 15:20).

Cincuenta días después del comienzo de la Fiesta de los Panes sin Levadura es la Fiesta de las Semanas, o Pentecostés. Durante la Fiesta de las Semanas, relacionada con el tema de la cosecha, se realizaban varios sacrificios. Fue en Pentecostés (Hechos 2) cuando Jesús envió el Espíritu Santo. Pedro predicó y unos 3.000 judíos respondieron a su proclamación del Evangelio. A este Pentecostés se le considera la fecha del nacimiento de la Iglesia.

La Fiesta de las Trompetas, o Rosh Hashaná, es la primera fiesta del otoño. Muchos la relacionan con el rapto, cuando Jesús aparece al regresar por la Iglesia (1 Tesalonicenses 4:13-18; 1 Corintios 15:52), ya que se anuncia con el toque de una trompeta. La trompeta le recordaba al pueblo judío su pasado, como cuando Dios dio la Ley en el monte Sinaí (Éxodo 20). Era un recordatorio del poder de Dios y, como inicio de un nuevo año religioso, pretendía recordar al pueblo que debía permanecer fiel a Dios. La fiesta también se asocia con el futuro juicio de Dios.

También en otoño, el Día de la Expiación es cuando el remanente judío debe mirar a Aquel a quien traspasaron, arrepentirse de sus pecados y recibirlo como su Mesías, tal y como se predijo en Zacarías 12:10 y Romanos 11:1-6, 25-36. Jesús ya ha hecho expiación por los creyentes (judíos y gentiles por igual) en la cruz. Muchos creen que esta fiesta apunta proféticamente a la segunda venida de Jesús, cuando la expiación se realice plenamente y el remanente judío reconozca a Jesús como el Mesías.

La séptima fiesta, la Fiesta de los Tabernáculos o de las Cabañas, prefigura el momento en que Jesús volverá a habitar con Su pueblo (Mical 4:1-7). Jesús ya ha venido como Emanuel, Dios con nosotros, y ha habitado en la tierra entre la gente. Sin embargo, vendrá a reinar durante 1.000 años en la tierra y, finalmente, vivirá con Su pueblo por toda la eternidad en los cielos nuevos y la tierra nueva.

Algunos judíos mesiánicos (los que creen que Jesús es el Mesías anunciado) celebran estas fiestas hoy en día. ¿Deberían hacerlo todos? Pablo nos enseña a seguir nuestras convicciones en Colosenses 2:16-17 y a no juzgar a los que practican o no las fiestas religiosas. Ciertamente, estudiar las fiestas es algo beneficioso, ya que son una sombra de lo que se cumple en Cristo, y estamos en libertad de celebrarlas si así lo deseamos.



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