¿Cuál es la clave para evangelizar a amigos y familiares sin ofenderlos?

La mayoría de los cristianos tienen a alguien en sus vidas, alguien que conocen y aman, que no es creyente. Con frecuencia, el dolor y la separación se producen debido al intento de ganar a los seres queridos para Cristo. No queremos ofenderlos o herirlos, pero nos vemos impulsados a hablarles del peligro que corren. No queremos provocar tensiones o rupturas en nuestras relaciones, aunque el amor nos impulsa a implorarles que se reconcilien con Cristo. La mayoría de las veces, por más cuidado que se tenga, se producirán ofensas (Lucas 12:51-53). Pero a pesar del riesgo, es importante compartir el Evangelio con nuestros amigos y familiares y es algo que los cristianos debemos hacer sin vacilar (Mateo 28:19-20; Hechos 1:8; 1 Pedro 3:15).

¿Habrá alguna manera de evangelizar a amigos, familiares, conocidos y compañeros de trabajo sin crear conflictos? ¿Cómo debemos realizar esta tarea? Según la Biblia, debemos ser diligentes para orar por ellos, pidiendo a Dios que abra sus corazones a Su verdad, ayudándoles a ver más allá de las mentiras con las que Satanás les ha cegado (2 Corintios 4:4). La oración también es importante para cada cristiano, ya que necesitamos la sabiduría (Santiago 1:5) así como la fortaleza de Dios, Su amor y Su paz (Gálatas 5:22; Efesios 6:15). El rechazo de los que amamos es doloroso, pero nuestro amor por ellos, que fluye del amor de Dios, debería ayudarnos a mantenernos firmes y a seguir proclamando la verdad que ellos tanto necesitan. La forma en que vivimos nuestras vidas también es importante, ya que somos un ejemplo de la influencia de Cristo en las vidas de las personas. La esperanza y la paz que experimentamos a través de Él deberían ser manifiestas en nuestras acciones, palabras y comportamiento (1 Pedro 3:1-2, 15-16).

La preparación es un factor importante para compartir el Evangelio (1 Pedro 3:15). Nuestras debilidades trabajan en nuestra contra y el enemigo las utiliza cuando tratamos de rescatar almas de su dominio. Si eres una persona tímida, puedes sentirte incapaz de ser valiente o de pensar qué decir. Si eres una persona extrovertida, puedes tener la tentación de presionar demasiado o enfadarte. Si eres una persona persuasiva, puedes sentir la tentación de cambiar el mensaje para que sea más agradable o más fácil de aceptar. Por todo esto, es muy importante que los cristianos confiemos plenamente en el Espíritu Santo cuando nos habla a través de la Palabra, porque cuando nosotros somos débiles, Él es fuerte (2 Corintios 12:10; 1 Corintios 1:25). Él les dará a los tímidos tal amor por los perdidos que no podrán callar. Dará a los audaces la capacidad de moderar su discurso con gozo y compasión. Infundirá a los influyentes la convicción y el compromiso con la verdad y la comprensión de que es el poder de Dios el que salva, no la sabiduría del hombre ni las palabras persuasivas (1 Corintios 2:4).



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