¿Cuál es la esperanza viva en 1 Pedro 1:3?

Primera de Pedro 1:3-4 dice: "Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros".

Estos dos versículos introducen el contenido formal de la carta, después de la introducción de los versículos 1-2. Aquí, Pedro alaba a Dios por Su gran misericordia. Esta misericordia se ha manifestado en el nuevo nacimiento. Jesús habló de esto en Juan 3 en su encuentro con Nicodemo. Cuando uno nace en la familia de Dios, llega con derechos y bendiciones. Pedro destaca dos de ellas: (1) la esperanza viva a través de la resurrección de Jesús y (2) una herencia que nunca puede deteriorarse.

Luego, Pedro explica con más detalle la segunda de las dos bendiciones, la herencia. Teniendo en cuenta el contexto y lo que encontramos en otras partes de las Escrituras, podemos llegar a comprender bien la primera bendición que se menciona, es decir, la esperanza viva.

En primer lugar, debemos tener una comprensión bíblica de la esperanza. Hoy en día, la gente a veces utiliza el término para describir algún acontecimiento anhelado, pero poco probable. Desde el punto de vista bíblico, la esperanza es la confianza en que algo sucederá, aunque todavía no haya sucedido. Es muy similar a la fe. De hecho, ambas están relacionadas en Hebreos 11:1: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve".

Cuando nacemos en la familia de Dios, recibimos una esperanza viva. Hoy en día hay muchas personas que no tienen esperanza. Ven cosas horribles que suceden a su alrededor, o consideran su propia muerte como algo inevitable, y la desesperación se apodera de ellos. Hay otras personas que son muy optimistas. Miran a su alrededor y ven la belleza de la creación y se maravillan. Buscan lo mejor en los demás e intentan ayudar a sus semejantes; intentan hacer del mundo un lugar mejor, y en muchos casos lo consiguen. Confían en que, a pesar de todo, todo saldrá bien de una u otra manera. Sin embargo, esta esperanza no es "viva" porque se fundamenta en un optimismo injustificado. Sin una intervención divina, las cosas NO saldrán bien. En última instancia, todas las personas de la tierra morirán y se enfrentarán al juicio; para aquellos que no estén unidos a Jesucristo, las cosas no saldrán bien (Hebreos 9:27; Juan 3:16-21). Así pues, algunas personas no tienen esperanza; otras tienen esperanza, pero no tienen motivos para tenerla; y otras tienen una esperanza viva, es decir, una esperanza que está fundamentada en la realidad de las promesas de Dios.

Ya que Pedro dice que la esperanza viva está asegurada por la resurrección de Jesús de entre los muertos, puede que esté pensando también en la resurrección del creyente. Dios ha prometido que el creyente en Cristo, el que ha nacido de nuevo por el Espíritu de Dios, resucitará un día y pasará la eternidad con Él en los cielos nuevos y la tierra nueva (Apocalipsis 21). La resurrección de Cristo es la garantía de esto (Ver 1 Corintios 15). No obstante, la resurrección de los creyentes aún no ha acontecido. Los muy amados creyentes continúan muriendo. La persecución va en aumento. De hecho, uno de los temas principales en Primera de Pedro es cómo vivir bajo persecución. Todas las "pruebas" parecen ser contrarias a la idea de la victoria final del cristiano. Según nuestra experiencia, el sufrimiento y la muerte prevalecen. Ahora bien, hay una prueba irrefutable que no puede excluirse: la resurrección de Jesucristo. La resurrección de Jesús garantiza que Su sacrificio por nuestros pecados fue un sacrificio aceptable. Él venció a la muerte y promete dar un cuerpo nuevo, glorificado y resucitado a todos los que confían en Él.

Como los cristianos tienen la esperanza de una resurrección futura y una eternidad con Jesús, pueden vivir con esperanza ahora. Lo que sabemos que sucederá en el futuro influye en nuestra visión del presente. Los cristianos tenemos esperanza y vivimos llenos de esperanza. La resurrección de Cristo es la puerta de entrada para todo lo demás que Dios ha prometido. En el pasado, Dios se ha mostrado fiel a sí mismo y ha garantizado nuestro futuro, por lo que nuestra esperanza es una realidad presente. La esperanza viva abarca todo lo que Dios ha prometido pero que aún no se ha cumplido.



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