¿Es necesario desmitificar la Biblia? ¿Qué se entiende por desmitificación?

La idea de la desmitificación fue propagada por el erudito del Nuevo Testamento Rudolf Bultmann (1884-1976), quien enseñó que el Nuevo Testamento era simplemente el relato de los escritores bíblicos de su encuentro con Dios en Cristo. Según él, los escritores trataron de explicar lo que experimentaron utilizando el lenguaje y los conceptos limitados que tenían a su alcance en aquella época, y que estaban inextricablemente ligados a lo sobrenatural y milagroso, algo que Bultmann consideraba un mito.

"Desmitificar" la Biblia significa eliminar todo lo milagroso o inexplicable. Según sus defensores, esto se hace para descubrir las verdades subyacentes de los relatos de las Escrituras, libres de lo sobrenatural, en un intento de hacer que el Nuevo Testamento sea relevante para los pensadores modernos. Bultmann decía que la verdad subyacente era que, en Cristo, Dios obró por el bien de la humanidad. Para él, los relatos del nacimiento virginal, caminar sobre las aguas, dar de comer a 5.000 personas, curar a cojos y ciegos, resucitar de entre los muertos e incluso la resurrección de Jesús eran adiciones míticas al mensaje.

Bultmann y estos conceptos normalmente se descartan por completo. Sin embargo, los fundamentos básicos de la desmitificación se han abierto camino en muchas iglesias, en algunas denominaciones principales y en las creencias de muchos. Así es como funciona: los pastores comienzan a enseñar acerca de la bondad de Dios y omiten Su divinidad. Los maestros de la Biblia enseñan acerca de cómo Cristo fue un ejemplo que podemos seguir como creyentes, pero no enseñan acerca de Sus milagros y divinidad. Las iglesias hablan de la bondad de la hermandad de los humanos, y no hablan de la depravación de cada persona.

La divinidad de Jesús y la exposición de Su poder divino a través de los milagros son fundamentales para el Evangelio. La gente del siglo I que vivió y caminó con Jesús, los que fueron testigos de estos milagros, hablaron de ellos, compartieron los relatos y los escribieron. Cuando relatan que un hombre ciego de nacimiento tuvo una conversación con Jesús y luego pudo ver, eso es lo que ocurrió. No necesitaban inventarlo. De hecho, las autoridades de la época trataron de descartar ese milagro (ver Juan 9).

Cada uno de los milagros mencionados los presenciaron al menos dos personas, incluso el nacimiento virginal. La gente del siglo I no era simplemente crédula o ingenua. María sabía que estar embarazada de repente no era normal, y preguntó al ángel Gabriel al respecto (Lucas 1:34). Del mismo modo, un mensajero de Dios convenció a José de que el hijo de María había sido concebido por el Espíritu Santo (Mateo 1:18-21).

Tomás sabía que resucitar de entre los muertos después de haber sido crucificado no era normal, y quería pruebas de primera mano antes de creer que Jesús había resucitado de verdad (Juan 20:24-25).

Los Evangelios contienen muchos relatos de testigos oculares, incluso de muchas multitudes, que vieron los milagros de Jesús. Posteriormente, más de 500 personas vieron a Jesús vivo después de haber muerto en la cruz. En el libro de los Hechos, los milagros que realizaron Pedro y Pablo hicieron que muchos creyeran en Jesús -a veces ciudades enteras, como Lida y Sarón (Hechos 9:32-35).

Desmitificar el Nuevo Testamento no sólo es una mala idea, sino que es una herejía y anula la esencia del Evangelio. Lo milagroso está en el corazón del Nuevo Testamento. No es un complemento innecesario, sino la verdad y parte de la Palabra inspirada de Dios (2 Timoteo 3:16-17; 2 Pedro 1:20-21).

Pablo escribió sobre el poder y la importancia de la resurrección: "Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen." (1 Cor 15:3-6).

Para Pablo, la muerte y resurrección de Jesús, verificada por testigos que estaban vivos en la época de los escritos de Pablo y que podrían haber refutado fácilmente lo que dijo, es de "primera importancia." No hay evangelio aparte de la resurrección de Jesús.

Además, Pablo escribió: "Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados" (1 Corintios 15:14-17).

No hay evangelio sin milagros. El Nuevo Testamento no necesita ser desmitificado para que sea relevante. Por el contrario, el hombre moderno necesita que se le recuerde la realidad de las obras sobrenaturales de Dios y contemplar con asombro Su poder y amor.



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