¿Cómo puedo conocer mejor a Dios?

Conocer a Dios comienza cuando se tiene una relación personal con Él a través de Jesucristo. Si no somos salvos por Jesús, nos convertimos en enemigos de Dios. Sin embargo, en Cristo somos hechos hijos de Dios (Romanos 8:14-17; Efesios 1:3-14). También somos sellados con el Espíritu Santo y tenemos su presencia. El Espíritu Santo nos ayuda a conocer mejor a Dios y nos hace más parecidos a Jesús. Una vez que somos salvos, llegamos a conocer a Dios de una manera muy similar a la de cualquier otra persona. Pasamos tiempo con Él, lo escuchamos, hablamos con Él y pasamos tiempo con otros que también lo conocen.

Llegamos a conocer a Dios leyendo su Palabra, la Biblia. La Biblia es la "revelación especial" de Dios para nosotros. Podemos conocer mucho de Dios a través de la naturaleza (Romanos 1:20) y de las cosas que observamos en la tierra. Ahora bien, Dios nos ha dicho cosas específicas sobre Él mismo a través de Su Palabra. Cuando leemos la Biblia, comprendemos mejor quién es Dios y cuáles son Sus planes. Cuando contemplamos a Jesús, en quien "habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Colosenses 2:9), podemos aprender mucho sobre Dios.

También llegamos a conocer a Dios orando. En la oración, compartimos nuestros corazones con Dios y también le escuchamos. Aprendemos a reconocer al Espíritu Santo dentro de nosotros y a estar llenos de Él. Al estar llenos del Espíritu Santo llegamos a conocer más a Dios.

Otro aspecto importante para conocer a Dios es relacionarnos con otros que lo conocen. Llegamos a conocer a Dios escuchando la sana instrucción de los maestros bíblicos. También llegamos a conocerlo cuando hablamos de Él con otros. Cuando compartimos con otros cristianos, vemos cómo obra Dios, podemos aprender de Él unos de otros, y podemos alabarle juntos. La comunión con otros creyentes también nos anima en nuestro caminar con Dios.

Conocer a Dios es un privilegio increíble de la salvación. Dios no sólo nos rescata de la pena y el poder del pecado, sino que nos invita a una relación personal con Él. Nos hace Sus hijos. En Juan 15, Jesús habla de permanecer en Él. Cuando lo hacemos, damos fruto para Dios y nuestro gozo es cumplido. Jesús no sólo vino a rescatarnos del pecado (Juan 3:16), sino a traernos plenitud de vida (Juan 10:10). Conocer a Dios es una parte importante de lo que significa tener plenitud de vida en Cristo.



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