Facebook
Twitter
Pinterest
Email
La mayoría de los cristianos que se adhieren a la cobertura espiritual creen que deben rendir cuentas no sólo a Dios, sino también a un líder espiritual. Esta figura de autoridad terrenal sirve como intercesor y, en casos extremos, actúa como sustituto de Dios en la vida de la persona que está bajo "cobertura".
Los que apoyan la cobertura espiritual recurren a versículos como 1 Tesalonicenses 5:12-13, 1 Corintios 11:2-16 y 1 Pedro 5:5 como respaldo bíblico. Sin embargo, en la práctica, la línea entre la autoridad de Dios y un pastor espiritual fácilmente puede confundirse.
La práctica de la cobertura espiritual puede generar abusos espirituales, emocionales y de otra índole. Algunos de los primeros defensores, como Bob Mumford y Charles Simpson, ahora se distancian de la idea y se han disculpado por haber participado en ella. La idea en sí no carece completamente de mérito, sin embargo, la práctica de la cobertura espiritual acarrea problemas.
Con frecuencia se menciona la cobertura espiritual en relación con el movimiento Shepherding. Ahí significa que un cristiano se somete a la autoridad de otro creyente de tal manera que su vida espiritual o ministerio es válido para Dios sólo bajo la supervisión directa de esta persona específica. Esa persona es por lo general un anciano, pastor, o un cristiano mayor, más maduro. Esa idea de que la vida espiritual o el ministerio son validados por otro ser humano no es bíblica. Aunque inicialmente se desarrolló dentro del movimiento carismático, la cobertura espiritual se asocia ahora con la Nueva Reforma Apostólica, cierto judaísmo mesiánico y el movimiento de las raíces hebreas.
Por supuesto, la sumisión es bíblica. La sumisión a Dios es necesaria. Además, Romanos 13:1 ordena a los cristianos a respetar la autoridad; Efesios 5:21 instruye a los creyentes en la sumisión mutua; Juan 13:34 manda a los cristianos a amarse unos a otros. En lo que respecta a la sumisión de un individuo a otro, es lógico recurrir a la experiencia y la sabiduría de los demás. Cuando esa práctica se impone con autoridad, es cuando empieza a desvirtuar toda práctica legítima de cobertura espiritual.
En última instancia, los cristianos sólo somos responsables ante Dios (Romanos 3:19; Mateo 12:36). Debemos pedir consejo a los demás (Proverbios 11:14) y aprender de ellos con humildad (Proverbios 5:11-14). Buscamos la aprobación de Dios, no la de los hombres (2 Timoteo 2:15). Nadie valida nuestro servicio a Dios (Romanos 14:4) y el hecho de imponer una autoridad individual dentro de una organización o iglesia puede dañar la relación de una persona con Jesús (1 Timoteo 2:5) y causar división dentro de la iglesia (1 Corintios 3:4-9).
Jesús habló sobre la autoridad en Mateo 20:25-28: "Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos".