¿Qué dice la Biblia sobre el carácter cristiano?

Se puede definir el carácter como aquello que hace que una persona se distinga de las demás, con frecuencia haciendo especial énfasis en las cualidades morales. Cuando pensamos en una persona que tiene buen carácter, generalmente la describimos con términos como integridad, honestidad, una firme moral, afecto y preocupación por los demás, etc. El carácter se demuestra en las acciones, aunque el verdadero carácter reside en el corazón.

El carácter cristiano comienza con la fe en Cristo. Sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). La fe es lo que separa el carácter cristiano de la simple conducta cívica o la moral secular. Hay muchas razones para que una persona haga un acto exteriormente bueno o moral (Mateo 5:46-48; 6; 7:11). Sin embargo, no es sólo el acto exterior lo que hace que el comportamiento sea bueno, sino que lo que importa es el motivo que hay detrás del acto. En Mateo 23:27-28 Jesús dijo: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad". La verdadera piedad incluye no solo la acción correcta sino también el motivo correcto (Mateo 5-7). Tener un carácter cristiano es tener un corazón que busca agradar y glorificar a Dios (1 Tesalonicenses 4:1; Colosenses 3:23-24).

El carácter cristiano es el producto del Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo quien cambia el corazón del creyente para que pase de un estado de rebeldía e incredulidad con un corazón de piedra a una fe y un amor con un corazón sincero (Ezequiel 36:26). Es el Espíritu de Dios que mora en el corazón del creyente el que produce el amor a Dios y a los demás, así como el deseo de renunciar al pecado y al yo para agradar a Dios (Romanos 5:5; Tito 2:11-12). Es el Espíritu Santo el que produce los frutos del amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gálatas 5:22-23). Este fruto del Espíritu es lo que constituye el fundamento del verdadero carácter cristiano. Puesto que el carácter cristiano es el resultado de la obra del Espíritu, queda prohibido y carece de sentido presumir de ello como si fuera obra nuestra (Efesios 2:9; 1 Corintios 1:29-31). Los cristianos no debemos presumir de nuestra propia justicia, ya que no existe, sino de la justicia de Cristo que hemos recibido por la fe (1 Corintios 1:30-31; Isaías 64:6; Gálatas 3:21-22).

Dicho esto, estamos llamados a caminar en el Espíritu y no apagarlo (Gálatas 5:16; 1 Tesalonicenses 5:19). Si bien es la gracia de Dios la que produce buenas obras en nosotros, aun así, estamos llamados a obrar con el Espíritu y no contra él. Primera de Corintios 15:10 dice: "Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo". Como el Espíritu de Dios vive en el cristiano y nos proporciona la gracia y el poder que hacen que la vida piadosa sea posible, se nos anima a hacer uso de este gran poder (Filipenses 2:12-13).

Segunda de Pedro 1:5-8 ofrece una lista de cosas que los cristianos deben perseguir y que reflejan un carácter piadoso: "vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo".

Finalmente, Dios usa las circunstancias de nuestra vida para ejercitar la gracia y la fe que nos ha dado, haciéndonos crecer en el carácter de Cristo. Podríamos decir que el carácter cristiano se forja en el crisol de la experiencia y la aflicción. Pablo escribió en Romanos 5:3-5: "Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado". Igualmente, Pedro escribió en 1 Pedro 1:6-7: "En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo".

Por tanto, el carácter cristiano no se debe confundir con la mera moralidad. El carácter cristiano sólo es posible mediante la fe en Cristo. El Espíritu de Dios es responsable de crear y hacer crecer el carácter cristiano. Los cristianos están llamados a cooperar con el Espíritu y no a oponerse a él en esta tarea. Dios usa las circunstancias para refinar el carácter cristiano.



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