¿Qué quiere decir buscar el rostro de Dios?

Como dice el famoso refrán, "los ojos son el espejo del alma". Cuando miramos la cara de alguien, podemos percibir su estado de ánimo y entender sus pensamientos. Es probable que podamos saber si están felices o tristes. Cuando le miramos a la cara a alguien, estamos dispuestos a escuchar atentamente lo que tiene para decir. Lo mismo pasa cuando buscamos el rostro de Dios. Cuando hablamos de buscar el rostro de Dios, significa que estamos buscando conocerlo, entender Su carácter y escuchar Su voz.

La Biblia nos dice que busquemos el rostro de Dios: "Buscad al Señor y su poder; buscad siempre su rostro" (Salmo 105:4). Pero, ¿por qué debemos buscar el rostro de Dios? La respuesta está en la traducción de la palabra "rostro". Diferentes versiones traducen la palabra rostro como "presencia".

El Señor quiere que busquemos pasar tiempo con Él en Su presencia más que cualquier otra cosa. Él nos promete que vamos a encontrarlo: "Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón" (Jeremías 29:13; véase también Mateo 7:7-8). Cuando buscamos a Dios, llegamos a conocerlo y lo deseamos más que cualquier otra cosa. El Salmo 63:1-3 expresa este fuerte deseo: "Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario. Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán". Cuando buscamos a Dios y lo encontramos, el resultado es la alabanza.

¿Cómo podemos buscar el rostro de Dios? Las principales formas de buscar el rostro de Dios son: Su Palabra, la oración y la adoración. Cuando leemos Su Palabra, aprendemos sobre Su carácter y Sus caminos. Cuando oramos a Dios y pasamos tiempo con Él, aprendemos a escuchar Su voz. Cuando lo adoramos, Él se manifiesta en cuanto celebramos Su presencia.

Cuando buscamos y encontramos el rostro de Dios, nos encontramos con Su mirada de favor y amor hacia nosotros. El Antiguo Testamento se refiere al rostro de Dios brillando con gracia sobre Su pueblo y como medio de restauración y salvación (Números 6:24-26; Salmo 80:3, 7, 19). Todos los que han puesto su fe en Jesucristo han sido perdonados y se han convertido en hijos de Dios (Juan 1:12; 3:16-18). Cuando verdaderamente buscamos el rostro de Dios, podemos comprender más profundamente Su amor y Su santidad, y reflejamos más Su carácter. Cuando buscamos el rostro de Dios, no nos acercamos a Él con una lista de lo que queremos y necesitamos; nos acercamos a Dios porque lo amamos de verdad y queremos conocerlo mejor. Queremos conocer Su carácter y gozar de Su presencia más que cualquier otra cosa, y confiamos en que Él conoce lo que necesitamos (Mateo 6:30-33).



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