¿De qué manera son las buenas obras el resultado de la salvación?

Efesios 2:8-10 dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas". Este pasaje expone claramente que la salvación no es resultado de las obras. No podemos hacer nada para salvarnos y solamente somos salvos por la gracia de Dios (Isaías 64:6; Romanos 3:20; 5:1-2). Sin embargo, también estamos llamados a realizar buenas obras. Es más, Dios las preparó de antemano para que las hiciéramos. Sin embargo, estas obras no son para ganar o mantener nuestra salvación, sino que son el resultado de la salvación.

Cuando llegamos a la fe en Jesucristo, somos hechos completamente nuevos. Segunda de Corintios 5:17 dice: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas". Parte de esta nueva vida es el deseo de vivir para Dios. Llegamos a entender Su amor y Sus caminos y queremos caminar en ellos. Jesús habló en Juan 15 de permanecer en Él y "dar fruto". Santiago dice que "la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma" (Santiago 2:17). Lo que Santiago quiere decir es que aquello en lo que creemos se refleja en nuestras acciones. Aunque digamos que tenemos "fe", la veracidad de esa afirmación se demuestra por nuestras acciones. Por ejemplo, si creemos que una estufa está caliente, no vamos a poner la mano encima. De la misma manera, si realmente tenemos fe en Dios, se producirá un cambio en nosotros.

Es importante darse cuenta que este cambio se produce a través del poder del Espíritu Santo, y también que es un proceso gradual. Dios transforma nuestros corazones y nosotros colaboramos con Su obra en nuestras vidas. Romanos 8:29 nos habla de ser moldeados a la imagen de Cristo. En Segunda de Corintios 3:18 encontramos un concepto parecido. En Romanos 12:2, Pablo habla de ser transformados por la renovación de nuestro entendimiento.

Quizás la "buena obra" más obvia que debe marcar la vida de un cristiano es el amor. Jesús le dijo a Sus discípulos: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Juan 13:34-35). Primera de Juan también habla del amor como una marca de los creyentes en Cristo.

Las buenas obras nunca podrán salvar a una persona. Las buenas obras, por sí solas, no valen nada. Pero, cuando una persona llega a conocer a Jesús y confía en Él para ser salva, se convierte en una nueva creación. Las buenas obras, las que verdaderamente honran a Dios y son para Su gloria, son uno de los resultados de ese cambio.



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