¿Acaso debemos ser conscientes de la batalla espiritual que se libra a nuestro alrededor?

Es importante que los cristianos sean conscientes de que hay una batalla espiritual que está ocurriendo a nuestro alrededor - somos parte de ella, ya sea que queramos o no. Si queremos tener éxito viviendo para Cristo y no ser una víctima del Diablo, debemos involucrarnos en la batalla espiritual que está teniendo lugar. En la Biblia, Dios nos ha proporcionado las armas adecuadas para nuestra guerra.

La batalla principal que enfrentamos como cristianos es una batalla interna de la mente y el corazón, y las batallas que enfrentamos serán personalmente relevantes para cada uno de nosotros como personas. El Diablo busca devorarnos y debemos ser intencionales para enfrentarnos a él y a sus "dardos de fuego" (1 Pedro 5:8; Efesios 6:16). Las armas que usemos deben ser de carácter espiritual. Necesitamos ponernos la armadura de Dios: "Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6:11-12).

Una de las luchas más sutiles con respecto a la batalla espiritual que nos rodea es nuestra tendencia humana a querer construir una protección contra el mundo espiritual utilizando medios y justificaciones naturales. Pablo advirtió a la iglesia de Corinto sobre esto: "Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Corintios 10:3-5). Vivimos y caminamos en la carne, pero si tratamos de librar batallas espirituales con herramientas y estrategias naturales, fracasaremos. Si queremos tener la victoria sobre el enemigo, necesitamos pelear batallas espirituales con armas espirituales.

Como seres humanos, es fácil encontrar consuelo en nuestra propia lógica y racionalidad humana, también en lo que respecta a los asuntos espirituales. No obstante, esta puede ser una trayectoria peligrosa, porque la lógica humana se queda corta cuando se trata de las cosas del Espíritu. Es más, muchas veces, el razonamiento humano y las cosas del Espíritu son polos opuestos, haciéndolos incompatibles entre sí. Como creyentes, tenemos el Espíritu de Dios en nosotros, así que debemos ser guiados por el Espíritu y no por nuestro hombre natural. Esta es la manera más efectiva de tener éxito en nuestro caminar con Cristo y a la hora de dar testimonio de Él (1 Corintios 2:1-16).

Vivir nuestras vidas para Cristo requiere un esfuerzo consciente y un compromiso consistente en la batalla espiritual que se está llevando a cabo. Mientras que el Espíritu de Dios es fuerte en nosotros, nuestra carne trata de luchar para salirse con la suya. Jesús exhortó a Sus discípulos a: "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil" (Marcos 14:38). El enemigo quiere que peleemos las batallas espirituales con armas humanas, porque sabe que fracasaremos.

Nuestra arma espiritual ofensiva en esta batalla espiritual es la "espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Efesios 6:17). Tener la Palabra de Dios como nuestra espada nos mantiene fuertes en la batalla espiritual. Cuando mantenemos la Palabra de Dios como arma de guerra, Dios lucha por nosotros (Josué 1:7-9). Nos liberamos del miedo, la culpa, la vergüenza y la desesperación, porque el poder para ganar la batalla espiritual pertenece al Señor. Aunque seamos perseguidos por causa de Cristo mientras estamos en la tierra, tenemos el consuelo de saber que ya se ganó la guerra; sólo tenemos que ser fieles en la lucha (Mateo 5:10). La Palabra de Dios es lo que nos limpia y refresca, manteniéndonos fuertes durante la batalla (Efesios 5:26; Juan 7:38).



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