El aniquilacionismo es la enseñanza de que quienes mueren sin Cristo simplemente dejarán de existir. Este punto de vista postula que los incrédulos serán “borrados” o “aniquilados” en algún momento después de la muerte. En otras palabras, según esta perspectiva, los incrédulos no experimentarán un castigo eterno en un infierno literal, sino que simplemente desaparecerán (o sus almas se extinguirán). La idea de que los incrédulos no sufrirán un castigo eterno es atractiva para muchos, pero la Biblia no ofrece ningún apoyo para esta creencia. Por el contrario, las Escrituras ofrecen ejemplos claros de que solo existen dos alternativas tras la muerte: la eternidad con Dios en la gloria o una eternidad de sufrimiento y separación de Él.
El concepto erróneo del aniquilacionismo nos desafía a reflexionar sobre las consecuencias eternas de rechazar a Cristo y la realidad de un destino eterno. Como la Biblia indica claramente, quienes no depositan su fe en Jesús se enfrentan a una eternidad de separación de Dios en el lago de fuego. Esta verdad aleccionadora debe inspirarnos a vivir con un sentido de urgencia, ya que la decisión de seguir a Cristo tiene un significado eterno. También nos llama a compartir el Evangelio con aquellos que aún no creen, sabiendo que Dios ha hecho un camino para que todos puedan escapar del tormento eterno y experimentar la alegría eterna en Su presencia. A través de Su gracia, ofrecida a nosotros por la fe en Jesús, Dios ha proporcionado el único camino a la salvación, invitando a todos a reconciliarse con Él y abrazar la esperanza de la vida eterna a través del sacrificio de Cristo.
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