Hay dos mujeres en la Biblia que se cree que se llamaban Salomé. La Biblia solo identifica a una de ellas por su nombre; es el historiador Josefo quien proporciona el nombre de la otra mujer, que no aparece nombrada en la Biblia, como Salomé. Una de las mujeres llamadas Salomé encontró la paz y la plenitud al seguir a Jesús como su Mesías y Salvador, mientras que la otra provocó la destrucción y la muerte al buscar la paz a través de intrigas políticas. Las narraciones de estas dos Salomés nos ofrecen caminos opuestos hacia la paz: uno a través de la fe y la adhesión a las enseñanzas de Jesús y el otro a través de la manipulación y la evasión de la Palabra de Dios. En última instancia, el compromiso de la Salomé fiel con Jesús ejemplifica la búsqueda de la verdadera paz y la plenitud espiritual.
Herodías y Salomé intentaron alcanzar la paz personal evitando enfrentarse a la Palabra de Dios. Sin embargo, solo se puede experimentar la verdadera paz reconociendo el propio pecado y pidiendo el perdón de Dios, que se concede gratuitamente cuando confiamos en Jesús (Salmo 32:3-4, 10; Colosenses 1:19-20; Efesios 2:1-10). Gracias a la vida, la muerte y la resurrección de Jesús podemos reconciliarnos con Dios (Juan 14:6). Es dudoso que Herodías o Salomé experimentaran la paz o el bienestar que buscaban; eliminaron la incomodidad de la predicación de Juan el Bautista, pero también la verdad de su mensaje sobre los beneficios del arrepentimiento y, por tanto, la paz que podían recibir de Dios al volverse a Él. Las dos Salomés de la Biblia presentan dos opciones diferentes para buscar la paz y la plenitud. Una de ellas optó por ignorar la llamada de Dios al arrepentimiento y silenció a la persona que hablaba de la verdad en la vida de su familia. La otra Salomé dedicó su vida a estar con Jesús, a seguirle, a aprender de Sus enseñanzas y a continuar en Su fe incluso en tiempos oscuros y confusos. La noche antes de su crucifixión, Jesús dijo a sus seguidores: “La paz les dejo, Mi paz les doy; no se la doy a ustedes como el mundo la da. No se turbe su corazón ni tenga miedo. ... Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación, pero confíen, Yo he vencido al mundo” (Jn 14:27; 16:33). Jesús es el único que da la verdadera paz. Que seamos como la Salomé identificada por su nombre en la Biblia, que encontró la paz siguiendo a Jesús.