¿Qué son los salmos de alabanza?

Los salmos son un libro de cánticos, muchos de los cuales los israelitas usaban en la adoración colectiva y se acompañaban de instrumentos musicales. Muchos de los salmos fueron escritos con el propósito específico de alabar y dar gracias a Dios. Se conocen como salmos de alabanza. El Salmo 100:4 dice: "Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre". Estos salmos nos muestran que la mejor manera de entrar en la presencia de Dios es hacerlo con acción de gracias (Salmo 95:2). El rey David escribió la mayoría de los salmos, pero otros autores incluyen a Moisés, los hijos de Coré, Asaf, Salomón y algunos escritores desconocidos.

No todos los salmos tienen el propósito explícito de alabar a Dios. Todo el espectro de las emociones humanas está representado en estos cantos poéticos, desde la alegría y la alabanza hasta el lamento y la desesperación. Además de los salmos de alabanza, entre las categorías de salmos bíblicos se encuentran los cantos de acción de gracias, los lamentos y los cantos de ascensión.

Un ejemplo de salmo de alabanza sería el Salmo 150, que comienza y termina con una proclamación de "¡Alabad a Dios!" y contiene la palabra "alabad" once veces en sus seis versículos. Nos dice que alabemos a Dios por Sus "proezas" y "conforme a la muchedumbre de su grandeza" (Salmo 150:2) y nos dice que utilicemos danzas e instrumentos para alabarle (Salmo 150:3-5).

La mayoría de los salmos, aunque estén llenos de emociones negativas como la tristeza, la ira o el miedo, terminan en un lugar de alabanza o de confianza en el Señor. En el Salmo 43, el salmista expresa un gran dolor al sentirse olvidado y rechazado por Dios debido a la injusticia y la opresión que sufre a manos de sus enemigos: "Pues que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado? ¿Por qué andaré enlutado por la opresión del enemigo?". (Salmo 43:2). Incluso en medio de su dolor, el salmista anticipa el regreso a un lugar de alabanza y confianza en el Señor: "Entraré al altar de Dios, al Dios de mi alegría y de mi gozo; y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío. ¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío" (Salmo 43:4-5).

Los salmos de alabanza exaltan a Dios por Su perdón y carácter perfecto (Salmo 103:2-3), por Su protección y liberación (Salmo 32:7), por Su señorío (Salmo 47:6-8), por Su creación y cuidado de la humanidad (Salmo 103:13-14; 139:13-15), y por la hermosa naturaleza que ha creado (Salmo 19:1; 89:5; 148:3). El Salmo 145 es un excelente ejemplo de salmo de alabanza; alaba a Dios por Su majestad, por Su perdón y cuidado que tiene de nosotros, y por Sus perfectos atributos.

Al igual que los israelitas ponían un gran énfasis en alabar al Señor, nosotros también deberíamos hacerlo. De hecho, Efesios 1:12 dice que nuestra salvación tiene un propósito dentro de ella: "la alabanza de su gloria". Deberíamos estar dispuestos a alabar al Señor, pero es demasiado fácil que las preocupaciones de la vida invadan nuestra mente y nos hagan quejarnos con mayor facilidad. Es importante que mantengamos en primer plano todas las razones que tenemos para alabar a Dios. El Salmo 103:2-5 nos exhorta:

"Bendice, alma mía, al Señor, Y no olvides ninguno de sus beneficios.
Él es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias;
El que rescata del hoyo tu vida,
El que te corona de favores y misericordias;
El que sacia de bien tu boca
De modo que te rejuvenezcas como el águila".



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