Creer en Dios y la física cuántica: ¿son compatibles?

En resumen:

La física cuántica explora el comportamiento de la materia y la energía a nivel subatómico, y revela fenómenos fascinantes y contraintuitivos. Mientras que algunos interpretan la mecánica cuántica como un apoyo a la existencia de Dios, otros la ven como una prueba de aleatoriedad. La Biblia afirma que la creación refleja la naturaleza y la obra de Dios, independientemente de la interpretación científica.

¿QUÉ DICE LA BIBLIA?

La física cuántica, o mecánica cuántica, requiere un profundo conocimiento de las matemáticas y la física, ya que se aplica al comportamiento de la materia y la energía a escala nanoscópica. También requiere una capacidad de pensamiento y resolución contraintuitivos. Este campo de estudio es relativamente joven —tiene apenas unos 100 años— y sigue creciendo. Su valor radica en que nos ayuda a comprender mejor las minúsculas transacciones que ocurren en lugares subatómicos, lo que resulta útil en la física teórica y el diseño de alto nivel. Pero para el ciudadano común, la física cuántica rara vez tiene un impacto perceptible en la vida cotidiana. La Biblia enseña que la creación de Dios revela Su poder, creatividad y naturaleza divina. El Salmo 19:1 declara: “Los cielos proclaman la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de Sus manos”. Del mismo modo, Romanos 1:20 subraya que “... desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa”. Estos versículos afirman que la naturaleza intrincada y asombrosa del universo, ya sea estudiado a nivel cósmico o cuántico, apunta a un Creador. Muchos de los pioneros de la física moderna, que eran cristianos teístas, creían que su trabajo arrojaba luz sobre aspectos de la creación de Dios. Figuras como Isaac Newton y John Polkinghorne ejemplifican cómo el descubrimiento científico puede coexistir con la fe, e incluso potenciarla. Polkinghorne, físico y teólogo, dijo célebremente: “La ciencia y la religión son amigas, no enemigas”. Esta perspectiva coincide con la visión bíblica de que explorar la creación conduce a una mayor conciencia de la majestad de Dios.

DEL ANTIGUO TESTAMENTO

DEL NUEVO TESTAMENTO

IMPLICACIONES PARA HOY

La física cuántica revela un mundo que a menudo desafía la intuición humana y nuestra comprensión de la causa y el efecto, el tiempo y el espacio. Estos descubrimientos pueden aumentar nuestro asombro ante la creación, independientemente de cómo se interpreten. Para los cristianos, pueden servir como un recordatorio de la creatividad y el poder infinitos de Dios. Aunque conceptos como la hipótesis de los muchos mundos o la aleatoriedad cuántica se utilizan a menudo para cuestionar la necesidad de un Creador, carecen de pruebas directas y siguen siendo especulaciones. Algunos filósofos afirman que es imposible determinar qué sistemas ordenados, objetivos y determinados existen y cuáles no, por lo que recurren a la teoría de que todos existen en universos paralelos. No hay pruebas físicas que apoyen esta teoría, pero como descarta los argumentos del diseño inteligente y de un universo con una edad finita, a veces se defiende con firmeza. La Biblia anima a los creyentes a interactuar con la creación de forma reflexiva, reconociendo que la ciencia y la fe no están intrínsecamente en conflicto, sino que son formas complementarias de entender el universo. Los pioneros de la física moderna, en su mayoría cristianos teístas, creían que sus descubrimientos arrojaban luz sobre las capacidades y la creatividad de Dios. John Polkinghorne, junto con otros, descubrió las partículas subnucleares conocidas como cuarks. Después de enseñar en Cambridge durante veinticinco años, se retiró para convertirse en sacerdote anglicano. Las credenciales científicas de Polkinghorne son tales que su fe no puede ser desestimada como un engaño o confusión ni siquiera por los antiteístas más vehementes. La existencia de Dios no depende de la mecánica cuántica ni de la interpretación científica. La presencia y el poder de Dios son evidentes en todos los aspectos de la creación, ya sea en la vasta escala cósmica o en el intrincado nivel subatómico. Los cristianos pueden abordar la investigación científica con confianza, sabiendo que toda verdad apunta, en última instancia, al Creador.

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