¿Me ama Dios?

En resumen:

¿QUÉ DICE LA BIBLIA?

Dios es amor (1 Juan 4:8), y Dios ama al mundo (Juan 3:16). Pero Dios también ama a las personas. Sí, Dios nos ama personalmente. A lo largo de la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, vemos el cuidado personal y la atención de Dios hacia los individuos. Las interacciones de Dios con personas como Agar, Moisés, José y otros ilustran su profunda preocupación y amor por ellos. La vida y el ministerio de Jesús también revelan el amor personal de Dios por las personas a través de interacciones individuales, curaciones y enseñanzas. El amor de Dios por nosotros queda demostrado en última instancia por el sacrificio de Jesús. Su búsqueda de que le conozcamos y respondamos a este sacrificio revela su cuidado y amor por cada persona. Comprender este amor personal nos reafirma en nuestra valía y nos motiva a extender el mismo amor a los demás, viviendo nuestra fe de forma práctica.

DEL ANTIGUO TESTAMENTO

DEL NUEVO TESTAMENTO

IMPLICACIONES PARA HOY

Comprender que Dios nos ama personalmente nos asegura que somos valorados y apreciados personalmente, no por lo que hacemos, sino por lo que somos como creación de Dios, sus obras maestras. Saber que Dios nos ama nos proporciona una sensación de seguridad y valía. Nuestra identidad está arraigada en Su amor, más que en nuestros logros o fracasos. A pesar de amarnos incondicionalmente, Dios nos ama demasiado como para dejarnos en la condición en la que estamos con el pecado. Demuestra Su amor por nosotros por la forma en que nos salva y nos rescata de nosotros mismos y del pecado, al seguir transformándonos en nuevas creaciones, ya no atadas por el pecado, sino viviendo en Su Espíritu (Gálatas 5). Este amor personal de Dios nos anima a acercarnos a Él con confianza y honestidad, sabiendo que siempre está dispuesto a escucharnos, guiarnos y apoyarnos en los retos y triunfos de la vida. La conciencia del amor personal de Dios también nos motiva a extender ese mismo amor a los demás. Al reconocer que todos somos igualmente valiosos a los ojos de Dios, podemos acercarnos a los demás con empatía, gracia y compasión. Nos desafía a perdonar y a buscar la reconciliación, del mismo modo que hemos sido perdonados y abrazados por Dios. Este amor nos obliga a poner a los demás en primer lugar, a tratar a los demás como nos gustaría ser tratados y a servir a los que nos rodean, reflejando el amor de Dios en nuestras acciones y relaciones. En última instancia, comprender el amor personal de Dios por nosotros nos ayuda a vivir una vida que no sólo se centra en Su amor, sino que pone ese amor en acción de manera significativa y práctica.

COMPRENDE

REFLEXIONA

PONLO EN PRÁCTICA