¿Me ama Dios?
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
Dios es amor (1 Juan 4:8), y Dios ama al mundo (Juan 3:16). Pero Dios también ama a las personas. Sí, Dios nos ama personalmente. A lo largo de la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, vemos el cuidado personal y la atención de Dios hacia los individuos. Las interacciones de Dios con personas como Agar, Moisés, José y otros ilustran su profunda preocupación y amor por ellos. La vida y el ministerio de Jesús también revelan el amor personal de Dios por las personas a través de interacciones individuales, curaciones y enseñanzas. El amor de Dios por nosotros queda demostrado en última instancia por el sacrificio de Jesús. Su búsqueda de que le conozcamos y respondamos a este sacrificio revela su cuidado y amor por cada persona. Comprender este amor personal nos reafirma en nuestra valía y nos motiva a extender el mismo amor a los demás, viviendo nuestra fe de forma práctica.
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
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no se nos muestra simplemente la historia de un grupo de personas. El amor de Dios por los individuos se demuestra a través de interacciones personales y actos de cuidado.
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Dios salió al encuentro de Agar en el desierto, proveyendo para ella y su hijo Ismael, demostrando Su cuidado por ella a pesar de su difícil situación (Génesis 16; 21:14-21).
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Dios estuvo con José a través de sus pruebas, dándole sabiduría y favor, elevándolo finalmente a una posición de poder para salvar a muchos del hambre (Génesis 37-50).
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Dios llamó a Moisés desde la zarza ardiente, revelándole su plan para liberar a Israel de Egipto y dándole señales y guía (Éxodo 3-4).
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A pesar de las reticencias de Jonás, Dios lo persiguió y le dio una segunda oportunidad para llevar un mensaje de arrepentimiento a Nínive, mostrando su compasión por los habitantes de la ciudad (Jonás 1-4).
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Dios permitió que Job experimentara sufrimiento, pero finalmente lo restauró, mostrando Su profunda preocupación por la fe y la perseverancia de Job (Job 1-42).
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Dios eligió a David como rey e hizo un pacto con él, prometiéndole que sus descendientes gobernarían para siempre, mostrando una relación personal y duradera (1 Samuel 16; 2 Samuel 7).
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Dios puso a Ester en posición de salvar al pueblo judío de la destrucción, demostrando Su providencia y cuidado por su supervivencia (Ester 1-10).
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Dios bendijo la lealtad y fidelidad de Rut al proveer para ella e integrarla en el linaje de David y Jesús, mostrando Su amor por todas las naciones (Rut 1-4).
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Dios honró la oración de Jabes pidiendo bendición y protección, ilustrando Su receptividad a los gritos personales de ayuda (1 Crónicas 4:10).
DEL NUEVO TESTAMENTO
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La salvación es la mayor demostración del amor de Dios por cada uno de nosotros (1 Juan 3:16). Jesús se humilló no sólo al tomar carne humana, sino al permitir que lo asesinaran brutalmente por los pecados que cometimos (Filipenses 2:5-8). Lo hizo con alegría (Hebreos 12:2). Y lo hizo cuando aún estábamos muertos en nuestros pecados (Romanos 5:6-11; Colosenses 2:13). No impresionamos a Dios ni lo engatusamos para que nos salvara. La salvación proviene completamente de Su corazón de amor. Jesús se hizo pecado para que nosotros pudiéramos ser justos; Él nos concedió nueva vida (2 Corintios 5:17, 21). Él nos salvó con un propósito.
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Jesús amó a las personas individualmente. Su ministerio no se difundía públicamente, sino que se llevaba a cabo de uno en uno. Eligió un grupo de doce discípulos (Lucas 6:13) y un círculo interno de tres (Mateo 17:1). Hablaba con las personas a las que curaba (Juan 5:14; Lucas 8:48). No excluía a los que no eran israelitas, sino que compartía Su amor con quien quisiera recibirlo (Juan 4:7-10; Mateo 15:21-28).
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A Jesús le interesaba mostrar amor no sólo a Sus discípulos, sino a otras personas. Curó a muchos; dio de comer a los hambrientos; habló con los marginados de la época, incluso con una mujer samaritana (Juan 4).
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Jesús lavó los pies de sus discípulos, revelando Su amor personal por ellos (Juan 13:4-5).
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Después de lavar los pies a los discípulos, Jesús nos llamó a amar a los demás como Él nos ama: "Un mandamiento nuevo les doy: “que se amen los unos a los otros”; que como Yo los he amado, así también se amen los unos a los otros. En esto conocerán todos que son Mis discípulos, si se tienen amor los unos a los otros" (Juan 13:34-35).
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Juan 15: 9-11 revela el abundante amor de Dios por nosotros: "Como el Padre me ha amado, así también Yo los he amado; permanezcan en Mi amor. Si guardan Mis mandamientos, permanecerán en Mi amor, así como Yo he guardado los mandamientos de Mi Padrey permanezco en Su amor. Estas cosas les he hablado, para que Mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea perfecto".
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La Oración Sacerdotal de Jesús revela el amor de Dios por Su pueblo y por todos los que creerán (Juan 17:21-26). Jesús quiere que estemos unidos unos a otros, que estemos unidos a Él, que estemos con Él, que le conozcamos y que experimentemos su amor. No es una oración dirigida al mundo o a un grupo de rostros sin nombre. Es una oración sobre los individuos.
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Dios ama también a los no creyentes y es paciente con ellos para que respondan a Su llamada a la salvación: "El Señor no se tarda en cumplir Su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con ustedes, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento" (2 Peter 3:9).
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Cada uno de nosotros es una obra maestra de Dios (Efesios 2:8-10), y Dios nos ama individualmente. Él está trabajando en cada uno de nosotros para convertirnos en las personas que Él nos hizo para ser y para usar para el bien lo que el pecado ha tratado de destruir.
IMPLICACIONES PARA HOY
Comprender que Dios nos ama personalmente nos asegura que somos valorados y apreciados personalmente, no por lo que hacemos, sino por lo que somos como creación de Dios, sus obras maestras. Saber que Dios nos ama nos proporciona una sensación de seguridad y valía. Nuestra identidad está arraigada en Su amor, más que en nuestros logros o fracasos. A pesar de amarnos incondicionalmente, Dios nos ama demasiado como para dejarnos en la condición en la que estamos con el pecado. Demuestra Su amor por nosotros por la forma en que nos salva y nos rescata de nosotros mismos y del pecado, al seguir transformándonos en nuevas creaciones, ya no atadas por el pecado, sino viviendo en Su Espíritu (Gálatas 5). Este amor personal de Dios nos anima a acercarnos a Él con confianza y honestidad, sabiendo que siempre está dispuesto a escucharnos, guiarnos y apoyarnos en los retos y triunfos de la vida. La conciencia del amor personal de Dios también nos motiva a extender ese mismo amor a los demás. Al reconocer que todos somos igualmente valiosos a los ojos de Dios, podemos acercarnos a los demás con empatía, gracia y compasión. Nos desafía a perdonar y a buscar la reconciliación, del mismo modo que hemos sido perdonados y abrazados por Dios. Este amor nos obliga a poner a los demás en primer lugar, a tratar a los demás como nos gustaría ser tratados y a servir a los que nos rodean, reflejando el amor de Dios en nuestras acciones y relaciones. En última instancia, comprender el amor personal de Dios por nosotros nos ayuda a vivir una vida que no sólo se centra en Su amor, sino que pone ese amor en acción de manera significativa y práctica.
COMPRENDE
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La Biblia muestra el cuidado personal de Dios a través de sus interacciones con los individuos.
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El amor supremo de Dios se revela en el sacrificio de Jesús, con la salvación disponible para cada persona que confía en Él.
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Saber que Dios nos ama personalmente nos da seguridad y nos anima a extender ese amor a los demás de manera práctica.
REFLEXIONA
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¿Cómo afecta a tu comprensión de Dios y de su carácter el hecho de saber que Dios te ama personalmente?
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¿Cómo puedes ver el cuidado y la atención personal de Dios en tu propia vida?
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¿Cómo influye en tu relación con Él y en tus decisiones diarias el hecho de entender el sacrificio de Jesús como una demostración del amor de Dios, tanto por todo el mundo como por los individuos?
PONLO EN PRÁCTICA
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¿Cómo podemos reflejar en la práctica el amor personal de Dios por nosotros en nuestras interacciones con los demás?
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¿Cómo nos alienta o desafía hoy el cuidado personal de Dios por los individuos?
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¿De qué manera el saber que Dios ama a todos individualmente, y no sólo como grupo, influye en nuestra forma de enfocar la evangelización y la extensión?
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