Diezmo cristiano - ¿Qué dice la Biblia?
En resumen:
Los cristianos no están bajo un sistema de impuestos que requiera el diezmo. Dios no nos da una cantidad fija que debemos dar, pero estamos llamados a dar a la iglesia generosamente y con un corazón alegre.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
El proceso del diezmo en el Antiguo Testamento era un tipo de sistema de impuestos creado para proveer para los trabajadores de Dios en Su Templo, así como para quienes trabajaban en el sistema de sacrificios (sacerdotes y levitas) (Levítico 27:30; Números 18:26). Aunque el Nuevo Testamento se centra en el motivo más que en porcentajes estrictos o diezmos, aún podemos seguir el ejemplo de los israelitas en 2 Crónicas 31:5 y dar a Dios las primicias de nuestras ganancias (Proverbios 3:9). Esto revela nuestro entendimiento de que todo lo que tenemos es de Él. Tras la obra de Jesucristo en la cruz, el diezmo tiene un aspecto diferente. Los creyentes deben apoyar consistentemente a la iglesia, pero la cantidad (sea menos o más del 10%) debe ser decidida entre el dador y Dios (1 Corintios 16:1-2). Vemos en Marcos 12:42-44 que Jesús elogia a una viuda por dar solo unas monedas, porque era todo lo que tenía. El enfoque de Dios está en la intención con la que damos, no en la cantidad. Debemos dar con alegría y sin coacción (2 Corintios 9:7), y si tenemos familia a nuestro cargo, debemos asegurarnos de proveer para sus necesidades (1 Timoteo 5:8). Afortunadamente, si estamos confundidos o inseguros sobre cuánto dar, podemos pedirle sabiduría a Dios, sabiendo que Él la dará “generosamente” y “sin reproche” (Santiago 1:5).
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
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El sistema de diezmos del Antiguo Testamento puede entenderse como un sistema impositivo: “Así pues, todo el diezmo de la tierra, de la semilla de la tierra o del fruto del árbol, es del Señor; es cosa consagrada al Señor” (Levítico 27:30).
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El diezmo también cubría las necesidades de quienes trabajaban para el Templo en el sistema de sacrificios: los sacerdotes y los levitas. Números 18:26 dice: “También hablarás a los levitas y les dirás: “Cuando reciban de los israelitas los diezmos que de ellos les he dado a ustedes por su heredad, ofrecerán de ello una ofrenda al Señor, el diezmo de los diezmos”.
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En 2 Crónicas 31:5, los israelitas dan un buen ejemplo al dar a Dios las primicias de sus cosechas: “Tan pronto como se divulgó la orden, los israelitas proveyeron en abundancia las primicias de grano, vino nuevo, aceite, miel y de todo producto del campo. Trajeron el diezmo de todo en abundancia”.
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Proverbios 3:9-10 dice: “Honra al Señor con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos; entonces tus graneros se llenarán con abundancia y tus lagares rebosarán de vino nuevo.”.
DEL NUEVO TESTAMENTO
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Dios valora más el corazón con el que damos que la cantidad real. En Marcos 12:42-44, vemos un ejemplo de esto: “Llegó una viuda pobre y echó dos pequeñas monedas de cobre, o sea, un cuadrante. Y llamando Jesús a Sus discípulos, les dijo: «En verdad les digo, que esta viuda pobre echó más que todos los contribuyentes al tesoro; porque todos ellos echaron de lo que les sobra, pero ella, de su pobreza, echó todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir»”.
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En ninguna parte del Nuevo Testamento se sugiere que los cristianos deban adherirse a un sistema de diezmo basado en la ley. Pablo deja claro en 1 Corintios 16:1-2 que los creyentes deben apartar una suma para apoyar a la iglesia, pero el dar debe hacerse de buena gana y según la decisión del dador en cuanto a la cantidad.
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Nuestro dar debe hacerse con alegría para glorificar y adorar a Dios. Hacemos esto al servir a Su pueblo, nuestros hermanos y hermanas: “Que cada uno dé[a] como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría” (2 Corintios 9:7).
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El dar sirve para fomentar la fe, mientras oramos y pedimos sabiduría al Señor sobre cuánto debemos ofrendar: “Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).
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1 Timoteo 5:8 deja claro que debemos proveer para las necesidades de los miembros de nuestra familia inmediata, especialmente de quienes están bajo nuestro propio techo. Debemos tener esto en cuenta al decidir cuánto ofrendar.
IMPLICACIONES PARA HOY
El Nuevo Testamento no establece que los cristianos deban dar un porcentaje específico de sus ingresos para sostener a la Iglesia, sino solo que la ofrenda de una persona debe ser “según haya prosperado” (1 Corintios 16:2). Como guía, algunas iglesias dicen a sus miembros que el diez por ciento es un “mínimo recomendado”. Pero esto nunca debe imponerse a los miembros de una iglesia de manera oficial ni presentarse como un elemento necesario para la salvación. En muchas iglesias, al diezmo se le da un énfasis excesivo y es mal utilizado como una técnica para recaudar dinero. Por otro lado, muchos cristianos no ofrecen nada para ayudar a la iglesia, ignorando el estímulo bíblico de dar al Señor. Estamos llamados a dar porque Dios es misericordioso. El hecho de que no estemos obligados a diezmar no significa que no debamos dar. El dar está destinado a ser una bendición para el dador y un reflejo de nuestra entrega y confianza en Cristo, pero lamentablemente muchas personas piensan falsamente que es un precio que Dios exige a cambio de salud, riqueza y prosperidad. Podemos confiar en que Dios proveerá para nosotros, por lo que debemos dar con generosidad y alegría, sabiendo que nuestra ofrenda ayuda a la Iglesia y al Reino de Dios. En última instancia, dar es importante, y un corazón generoso con motivos puros bendice tanto al que da como al que recibe.
COMPRENDE
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El diezmo cristiano es diferente al diezmo o sistema de impuestos del Antiguo Testamento.
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Dios llama a los cristianos a dar, pero no requiere una cantidad específica.
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El cristianismo se enfoca en la actitud con la que damos.
REFLEXIONA
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¿Cómo reflejan tus ofrendas tu confianza en Dios y tu gratitud por Su provisión?
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Cuando das, ¿te sientes alegre y dispuesto, o te sientes obligado? ¿Por qué?
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¿Cómo puedes buscar la sabiduría de Dios para decidir cuánto dar?
PONLO EN PRÁCTICA
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¿Qué nos enseña el ejemplo de la ofrenda de la viuda en Marcos 12:42-44 sobre el corazón del dar?
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¿Cómo podemos animarnos unos a otros a dar generosamente sin obligación ni culpa?
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¿Qué impacto tienen nuestras ofrendas en la Iglesia y en nuestro testimonio al mundo?
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