¿Qué dice la Biblia sobre la honestidad?
En resumen:
Dios nos llama a ser honestos y a valorar la honestidad porque Él es verdadero.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
Ser honesto es ser veraz o sincero. La honradez también está relacionada con la rectitud moral o la justicia. Se habla de un “día de trabajo honesto” en el que una persona trabaja duro y su paga es bien merecida. También se habla de un “error honesto”, es decir, una persona que no pretendía hacer daño, pero cometió un error. Todas estas definiciones de honestidad hablan de un carácter recto, moral, libre de engaño y enfocado en la veracidad. La Biblia tiene mucho que decir sobre la verdad. En concreto, nos dice que Jesús es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6).
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
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La honradez es importante porque refleja la naturaleza de Dios. Números 23:19 nos enseña que “Dios no es hombre, para que mienta”. Dios es verdadero y veraz, así que debemos reflejarlo.
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El Antiguo Testamento hace hincapié en la honestidad en las relaciones y el trato con los demás, como se ve en Levítico 19:11: “No hurtarán, ni engañarán, ni se mentirán unos a otros”.
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La justicia en el Antiguo Testamento se basa en la honradez. Deuteronomio 25:15 le instruye a Israel a usar medidas y pesos honestos.
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Proverbios 12:22 califica la deshonestidad como una abominación: “Los labios mentirosos son abominación al SEÑOR, pero los que obran fielmente son Su deleite”.
DEL NUEVO TESTAMENTO
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La Biblia nos dice que Jesús es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6).
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Juan 1:14 nos dice que Jesús está “lleno de gracia y de verdad”. Primera de Juan 1:5 nos dice que “Dios es luz, y en Él no hay ninguna oscuridad”. Dios es la fuente de toda verdad. Él nunca miente, y desea que nosotros, del mismo modo, practiquemos la honestidad en nuestras vidas.
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Jesús dijo que Satanás “fue un asesino desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad” (Juan 8:44). La deshonestidad es un reflejo del carácter de Satanás y del sistema del mundo, no de Dios.
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A los seguidores de Jesucristo se les han abierto los ojos a la realidad de la verdad de Dios. Al conocer la verdad, debemos continuar desechando la falsedad. Debemos buscar la verdad en nuestras doctrinas y creencias, sin dejarnos cautivar por el engaño de Satanás (Efesios 4:11-15; Hebreos 3:13). La verdad y la honestidad también desempeñan un papel vital en la forma en que nos comportamos. Nuestras palabras y nuestra conducta deben reflejar el carácter de Dios. Él es veraz y amoroso. Cuando somos honestos en todo lo que hacemos, reflejamos esa naturaleza.
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Muchas instrucciones del Nuevo Testamento para la vida cristiana hablan de la importancia de la honestidad. Por ejemplo, Efesios 4:25 dice: “Por tanto, dejando la mentira, hable cada uno verdad con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros”. Efesios 4:28 dice: “El que roba, no robe más, sino más bien que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, a fin de que tenga qué compartir con el que tiene”. Debemos vivir honestamente.
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Escribiendo a un grupo de cristianos dispersos, Pedro instruyó: “Mantengan entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que les calumnian como malhechores, ellos, por razón de las buenas obras de ustedes, al considerar las, glorifiquen a Dios en el día de la visitación” (1 Pedro 2:12).
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Pedro también escribió: “sino santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con mansedumbre y reverencia, teniendo buena conciencia, para que en aquello en que son calumniados, sean avergonzados los que hablan mal de la buena conducta de ustedes en Cristo.” (1 Pedro 3:15-16). Demostramos honestidad tanto cuando vivimos con integridad como cuando compartimos voluntariamente la verdad sobre quién es Dios y Su oferta de salvación a través de Jesucristo. La veracidad de nuestras palabras se demuestra a menudo por la honestidad de nuestra conducta.
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En la misma carta, Pedro escribió: “Él [Jesús] no cometió pecado, ni engaño alguno se halló en Su boca; y quien cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquel que juzga con justicia. Él mismo llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre la cruz ,a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por Sus heridas fueron ustedes sanados. Pues ustedes andaban descarriados como ovejas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de sus almas” (1 Pedro 2:22-25).
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Jesús, “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6) y “el Pastor y Guardián de [nuestras] almas” nos ha redimido con Su sangre. Como hijos de Dios (Juan 1:12), en quien no hay deshonestidad, nuestras vidas deben estar envueltas en Su verdad y debemos ser honestos en todo lo que decimos y hacemos.
IMPLICACIONES PARA HOY
Una vida honesta requiere no solo ser honesto con los demás, sino también con nosotros mismos. Nuestra propia naturaleza pecaminosa y el sistema mundial están llenos de engaños. Si no tenemos cuidado, el pecado puede empezar a parecernos bueno y podemos olvidar fácilmente que la única fuente del bien genuino es Dios (Santiago 1:14-17). Una manera de mantenernos honestos es continuar leyendo y estudiando la Palabra de Dios. La Biblia es una de las principales formas en que Dios se nos revela. Cuanto más lo conozcamos a Él y a Su verdad, más honestos seremos. Los hombres y mujeres comprometidos con el seguimiento de Jesucristo pueden animarse unos a otros a mantener la fe y a seguir viviendo como Jesús nos ha llamado a hacerlo (Hebreos 3:13; 10:19-25). Puede que el sistema mundial no aplauda la honestidad, pero nuestros hermanos y hermanas en Cristo pueden recordarnos que el camino de Cristo es el camino de la verdadera vida. La comunidad también ayuda a rendir cuentas. Como a menudo somos incapaces de ver la verdadera situación de nuestros propios corazones (Jeremías 17:9), cada uno de nosotros necesita personas en su vida que estén dispuestas a ser honestas sobre todas las cosas, incluso aquellas que son difíciles de escuchar. También necesitamos estar dispuestos a ser honestos con los demás, incluso cuando la verdad parezca incómoda. Es importante recordar que las palabras sinceras deben decirse siempre con amabilidad, respeto y amor (1 Pedro 3:15; Efesios 4:15).
COMPRENDE
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Dios es la verdad y, por lo tanto, estamos llamados a ser honestos.
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La honestidad refleja el carácter de Dios.
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Debemos ser honestos con Dios, con nosotros mismos y con los demás.
REFLEXIONA
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¿Hasta qué punto eres sincero con Dios, contigo mismo y con los demás?
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Cuando sientes la tentación de ocultar o tergiversar la verdad, ¿qué crees que influye en ese deseo?
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¿En qué área de tu vida te resulta más difícil ser sincero contigo mismo? ¿Por qué te resulta tan difícil?
PONLO EN PRÁCTICA
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¿Cómo desafía la enseñanza bíblica sobre la honestidad la visión que nuestra cultura tiene de las “mentiras piadosas” o de la deshonestidad “inofensiva”?
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¿Qué impacto tiene la honestidad personal en nuestra relación con Dios y con los demás?
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¿Cómo podemos animarnos unos a otros a vivir honestamente, especialmente cuando es difícil o costoso?
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