¿Qué dice la Biblia sobre la empatía?
En resumen:
La empatía es la capacidad de comprender las emociones, situaciones y pensamientos de los demás, y es una parte fundamental del amor que Dios nos llama a mostrar. A menudo, la empatía es el catalizador que nos impulsa a la acción.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
La empatía, que no debe confundirse con la simpatía, es la capacidad de comprender los sentimientos, situaciones y pensamientos de otra persona. Se requiere una notable capacidad emocional para conectar con lo que otros sienten y, aunque a algunos les resulte más fácil que a otros, todos podemos ejercitar la empatía como una forma de amar a nuestro prójimo. La Biblia enseña que la empatía es esencial para vivir el amor de Dios. Él nos llama a amarnos unos a otros, a cuidar de los vulnerables, a identificarnos con las luchas de los demás y a responder con compasión (Éxodo 22:21-23; Romanos 12:15). Podemos lograrlo cuando la empatía nos lleva a comprender a la otra persona o, al menos, a acercarnos a ella. Con frecuencia, la empatía es el catalizador que nos mueve a actuar.
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
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Dios ordena a Su pueblo que proteja y cuide de los vulnerables: extranjeros, huérfanos y viudas (Éxodo 22:21-23). El amor a los demás y la comprensión de su difícil situación nos mueven a proteger y cuidar de quienes son vulnerables.
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Muchos mandamientos que apelan a la empatía se basan en la propia experiencia de Israel como esclavo en Egipto. Levítico 19:33-34 llama a los israelitas a tratar a los forasteros como nativos y a amarlos como a sí mismos, “porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto”. Nuestras antiguas dificultades nos ayudan a sentir empatía por los demás.
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En Miqueas 6:8, se instruye al pueblo de Dios a “practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios”. No solo estamos llamados a la justicia y al trato justo de los demás, sino también a la acción misericordiosa y a la bondad, que son empatía en acción.
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Proverbios 12:25 muestra el valor de considerar compasivamente las cargas emocionales de los demás y aliviarlas con palabras amables.
DEL NUEVO TESTAMENTO
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Los Evangelios están llenos de relatos en los que Cristo muestra compasión por la gente que la necesita. En Lucas 7:11-16, Jesús vio el dolor de una viuda y se compadeció de ella. Sintió su profundo dolor y le devolvió la vida a su hijo, y todos los presentes glorificaron a Dios. Jesús siempre fue sensible a las experiencias e historias de los demás (Mateo 9:36; Juan 11).
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Amarse unos a otros a menudo implica conectar a un nivel profundamente personal. Por ejemplo, Pablo les dijo a los cristianos: “Gócense con los que se gozan y lloren con los que lloran” (Romanos 12:15).
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Jesús es nuestro mejor ejemplo de empatía. Nació como un ser humano para poder experimentar todas las emociones humanas (Hebreos 4:15). Podemos alegrarnos de que Jesús sienta plena empatía por lo que pasamos en nuestra vida.
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El apóstol Pedro animó a los cristianos a mostrar compasión hacia los demás teniendo “un mismo sentir” y “de espíritu humilde” (1 Pedro 3:8).
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El apóstol Juan expresa esta relación entre empatía y acción de la siguiente manera: “Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él?” (1 Juan 3:17). El amor de Dios nos lleva a sentir compasión (y empatía) por los demás. Si no sentimos compasión por quienes necesitan bienes materiales, alimentos o agua, es mucho menos probable que actuemos.
IMPLICACIONES PARA HOY
Aunque tengamos la intención de actuar como las manos y los pies de Dios en este mundo, a menudo perdemos oportunidades porque nos falta empatía para percibir las necesidades. Los cristianos estamos llamados a amarnos los unos a los otros con sinceridad (Mateo 22:39; 1 Pedro 4:8). Una forma de empezar a amar a los demás es practicar el desarrollo de nuestra empatía para poder comprendernos mejor. Del mismo modo que somos capaces de amar porque Dios nos amó primero (1 Juan 4:19), también podemos mostrar empatía porque Dios es el ser más empático que existe. David clamó a Dios en los Salmos, y su poesía nos enseña la profundidad con la que Dios nos comprende. “Tú has tomado en cuenta mi vida errante; pon mis lágrimas en Tu frasco; ¿acaso no están en Tu libro?” (Salmo 56:8). Podemos consolarnos sabiendo que Dios tiene la capacidad de conocer cada una de nuestras luchas y emociones. Podemos echar nuestras ansiedades sobre Él porque Él cuida de nosotros (1 Pedro 5:7).
COMPRENDE
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Dios nos llama a amar a los demás y a cuidar de los vulnerables.
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Comprender la difícil situación de otra persona nos mueve hacia ella, en compasión.
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Dios nos llama a alegrarnos con los que se alegran y a llorar con los que lloran, lo que requiere empatía.
REFLEXIONA
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¿Cómo te desafía o motiva la llamada de Dios a amar a los demás y a la empatía?
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¿Qué revela acerca de Su carácter el deseo de Dios de que amemos verdaderamente a los demás y no solo satisfagamos sus necesidades?
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¿De qué manera la empatía ha profundizado tus relaciones con los demás?
PONLO EN PRÁCTICA
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¿Cómo influye el hecho de comprender las dificultades de otra persona en nuestra forma de responderle?
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¿De qué manera el ejemplo de empatía de Jesús nos inspira a servir a los demás con más compasión?
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¿Cómo podemos apoyarnos mutuamente para desarrollar y responder con empatía?
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