¿Debe hacer ejercicio un cristiano?

En resumen:

El ejercicio nos ayuda a estar sanos, nos divierte y puede ser un buen pasatiempo. Es importante tener una perspectiva equilibrada: podemos disfrutar del cuidado de nuestro cuerpo, sin descuidar al mismo tiempo nuestra salud espiritual.

¿QUÉ DICE LA BIBLIA?

Dios es nuestro Creador y se preocupa por nuestro cuerpo. Al ser obra Suya, debemos cuidar el cuerpo que Él nos ha dado. El hecho de que Jesús viniera a la Tierra en un cuerpo físico también demuestra el valor que Dios le da a nuestra existencia corporal. En el Nuevo Testamento, Pablo recuerda a los creyentes que sus cuerpos provienen de Dios, por lo que deben ser tratados con honor. Nuestros cuerpos son descritos como el templo del Espíritu Santo; por lo tanto, si no los cuidamos, estamos descuidando el templo de Dios. El ejercicio, junto con otros hábitos saludables, es parte de este cuidado. La perspectiva bíblica sobre la salud física siempre la equilibra con la salud espiritual. Se nos recuerda que, aunque nuestros cuerpos son importantes y debemos cuidarlos, no son eternos. Nuestros espíritus, en cambio, sí lo son. Por lo tanto, la salud espiritual no debe ser sacrificada por una obsesión con la buena forma física o una apariencia perfecta; ambas deben estar en equilibrio para nuestro bienestar integral.

DEL ANTIGUO TESTAMENTO

DEL NUEVO TESTAMENTO

IMPLICACIONES PARA HOY

El ejercicio es una forma práctica de honrar a Dios al cuidar de los increíbles cuerpos que Él diseñó para nosotros. Aumenta nuestra energía, nos fortalece para servir a otros y mejora nuestra claridad mental para enfocarnos en Su obra. Cuando nos movemos, ya sea caminando, levantando pesas o practicando algún deporte, podemos celebrar el don de la salud y la capacidad de disfrutar la vida. El ejercicio también nos prepara para manejar mejor los desafíos de la vida, desde las exigencias físicas hasta el estrés emocional, permitiéndonos perseverar en nuestras responsabilidades diarias y espirituales. Podemos glorificar a Dios tanto en la manera en que nos ejercitamos como en las razones por las que lo hacemos. Al mismo tiempo, debemos encontrar un equilibrio entre el cuidado de nuestro cuerpo y el de nuestra salud espiritual.

COMPRENDE

REFLEXIONA

PONLO EN PRÁCTICA