¿Qué dice la Biblia sobre confiar en los demás?
En resumen:
La confianza es esencial para las relaciones, pero todas las relaciones tienen el potencial de que la confianza se rompa porque somos pecadores. Dios nos llama a discernir en quién confiamos, a ser dignos de confianza y, en última instancia, a confiar en Él con todo nuestro corazón.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
La confianza es fundamental en las relaciones humanas, pero no todas las personas son dignas de ella. La Biblia nos advierte que seamos prudentes con las personas en las que confiamos. También nos advierte que no esperemos de la gente lo que solo Dios puede ofrecer. Confiar en los demás a veces puede ser difícil porque todos hemos caído, quebrantamos la confianza de la gente y nuestras relaciones tienen el potencial de hacernos daño. Pero los seres humanos fuimos creados para relacionarnos. No hay sustituto para los amigos fieles y una comunidad cristiana vibrante. Nunca prosperaremos si nuestro objetivo es simplemente evitar el dolor. De hecho, es precisamente por el poder de las relaciones humanas por lo que la confianza rota duele tanto. También es por ese mismo poder que necesitamos estar en comunidad. Cuando podemos vivir en relaciones de confianza, nos edificamos y animamos mutuamente. Así pues, podemos esforzarnos por ser personas dignas de confianza y buscar la verdad y el consuelo de Dios cuando esta se rompe; pero no podemos evitar las relaciones para prevenir esa posibilidad. Podemos pedir a Dios discernimiento sobre en quién confiar y con qué, y en última instancia, confiar en Él con los resultados.
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
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El Salmo 118:8-9 dice: “Es mejor refugiarse en el Señor Que confiar en el hombre. Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en príncipes”. Ni siquiera el más poderoso de los seres humanos puede igualar la seguridad que tenemos en Dios.
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Proverbios 3:5-6 dice: “Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas”. Cuando nuestra confianza está primero en Dios —no en los demás ni en nosotros mismos— somos libres para confiar en otros.
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Aunque se recomienda tener cuidado al dar confianza, entablar relaciones de confianza con los demás es gratificante y ciertamente bíblico. Eclesiastés 4:9-12 habla de las maneras en que “dos son mejor que uno”. Proverbios 27:17 dice: “El hierro con hierro se afila, y un hombre aguza a otro”. Proverbios 27:5-6 dice: “Mejor es la reprensión franca que el amor encubierto. Fieles son las heridas del amigo, Pero engañosos los besos del enemigo”.
DEL NUEVO TESTAMENTO
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Todos los seres humanos somos pecadores (Romanos 3:23).
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Comprender que Dios es soberano y que obra a favor de sus hijos (Romanos 8:28-29) elimina gran parte de nuestro temor al relacionarnos con los demás. Podemos confiar en otros porque Él nos ama y obrará todas las cosas para bien, incluso la traición de la confianza.
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Hebreos 13 da algunas instrucciones para la vida cristiana. En parte, recuerda a los seguidores de Jesús que Dios ha dicho: “Nunca te dejaré ni te desampararé”. Y añade: "de manera que decimos confiadamente: «El Señor es el que me ayuda; no temeré. ¿Qué podrá hacerme el hombre?»". (Hebreos 13:5-6).
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El hecho de que confiemos en Dios no significa que confiemos ciegamente en todo el mundo. Jesús advirtió a sus discípulos: “Miren, Yo los envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sean astutos como las serpientes e inocentes como las palomas” (Mateo 10:16). Es bueno reconocer que no todas las personas tienen motivos puros y moderar nuestra confianza en consecuencia.
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1 Corintios 15:33 dice: “No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres»”. Segunda de Corintios 6:14 advierte a los creyentes que no se unan en yugo desigual con los incrédulos en relaciones estrechas como el matrimonio. Debemos tener discernimiento sobre nuestras relaciones y las personas a las que damos nuestra confianza.
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Efesios 4:15 habla de decirnos la verdad unos a otros con amor. La verdadera confianza incluye la voluntad de ser honestos, incluso si esa honestidad resulta incómoda o potencialmente dolorosa.
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1 Juan 4:1 dice: “Amados, no crean a todo espíritu, sino prueben los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo”. El hecho de que una enseñanza parezca tener autoridad o aceptación popular no significa que sea bíblicamente sólida. Aunque debemos someternos a nuestros líderes (Romanos 13:1-7), no podemos confiar ciegamente en todo lo que oímos de fuentes de supuesta autoridad. Debemos ser especialmente escépticos ante las instituciones con motivos mundanos.
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La confianza es necesaria para las relaciones, y estamos llamados a tenerlas. Hebreos 10:24-25 habla de la importancia de que los creyentes se reúnan y se estimulen unos a otros al amor y a las buenas obras.
IMPLICACIONES PARA HOY
Lo más probable es que nuestra confianza se rompa en algún momento. Y lo que es aún más aleccionador, nosotros mismos haremos daño a otros y demostraremos que no somos dignos de toda su confianza. Pero esta no es una razón para evitar las relaciones o decidir no confiar nunca. Más bien, esta comprensión nos ayuda a reajustar nuestras expectativas. A veces nos sentimos traicionados o como si nuestra confianza se hubiera roto simplemente porque esperábamos que la otra persona fuera e hiciera lo que solo Dios es y hace; esta es siempre una receta para la decepción. Pero la solución no es intentar vivir sin los demás. Dios diseñó a los seres humanos para que se relacionaran con Él y entre sí (Génesis 2:18; Juan 13:34-35; Hebreos 10:24-25). Esas relaciones se basan en la confianza, y a medida que la relación crece, la confianza se profundiza. Por supuesto, incluso el más digno de confianza entre nosotros puede fallar. Dios nos llama a perdonar, como Él nos ha perdonado (Efesios 4:32). También nos llama a ser honestos, a actuar con integridad y a cumplir nuestra palabra (Mateo 5:37; Efesios 4:25-32; Colosenses 3:12-14). Cuando alguien rompe nuestra confianza, o nosotros rompemos la suya, podemos acudir a esa persona en busca de restauración (Mateo 5:23-24; 18:15-20). En resumen, podemos buscar una relación genuina mientras, en última instancia, dependemos de Dios y depositamos nuestra confianza en Él. También podemos permitir que Él sane nuestros corazones cuando se rompe la confianza y que nos limpie cuando hemos roto la confianza de otro. Una forma práctica de aprender a confiar es centrarse en ser digno de confianza uno mismo. Ser una persona en la que otros pueden confiar implica honestidad e integridad. Significa mantener tu palabra, no menospreciar a los demás, admitir cuando te equivocas, buscar el perdón, estar dispuesto a perdonar como has sido perdonado en Cristo, y tener el valor de compartir las verdades de la Palabra de Dios y esforzarte por vivirlas a través del poder del Espíritu Santo.
COMPRENDE
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Confiar en los demás es necesario para relacionarse.
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Confiar en Dios nos permite confiar en los demás, incluso con la posibilidad de que la confianza humana se rompa.
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Dios nos llama a ser dignos de confianza porque Él es digno de confianza.
REFLEXIONA
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¿Te resulta difícil confiar en los demás? ¿Cómo puede ayudarte a superar esa dificultad el hecho de poner tu confianza en Dios?
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¿Cómo ha afectado la falta de confianza en el pasado a tu capacidad para entablar nuevas relaciones? ¿Qué medidas podrían ayudarte a recuperar la confianza?
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¿Cómo puedes convertirte en una persona más digna de confianza en tus relaciones?
PONLO EN PRÁCTICA
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¿Qué significa confiar en los demás y, al mismo tiempo, ser prudente y perspicaz? ¿Cómo podemos encontrar ese equilibrio?
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¿Cómo podemos animarnos unos a otros a confiar en Dios como fuente última de confianza cuando las relaciones humanas fracasan inevitablemente?
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¿Qué pasos podemos dar como comunidad para construir y restaurar la confianza entre nosotros, especialmente cuando se producen errores o malentendidos?
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