¿Qué dice la Biblia sobre la ambición?
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
La ambición es un fuerte deseo de hacer o lograr algo, que normalmente requiere determinación y trabajo duro. La ambición, tal como la describe la Biblia, no es intrínsecamente buena o mala; depende de los motivos que la impulsen. Mientras que la ambición puede ser piadosa y servir al bien mayor, la ambición egoísta se desaconseja y se asocia con el desorden y la lucha (Filipenses 2:3; Santiago 3:14-17). Independientemente de lo que persigamos, los creyentes estamos llamados a vivir de una manera que agrade a Dios (1 Tesalonicenses 4:11; Romanos 15:20). En última instancia, una ambición centrada en Dios transforma nuestros deseos en acciones con propósito que lo glorifican a Él y tienen un impacto positivo en los demás.
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
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Proverbios destaca el valor del trabajo duro y la diligencia como componentes del éxito (Proverbios 10:4). El Antiguo Testamento también enseña que la ambición humana debe someterse a la voluntad de Dios. Proverbios 16:3 aconseja: “Encomienda1 tus obras al Señora, y tus propósitos se afianzarán”, indicando que aunque la ambición es importante, debe estar arraigada en el deseo de cumplir el propósito de Dios más que en la gloria personal.
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Se advierte contra la ambición que conduce al orgullo o a la autopromoción. Por ejemplo, Proverbios 27:2 dice: “Que te alabe el extraño, y no tu boca; el extranjero, y no tus labios”, advirtiendo contra la búsqueda de reconocimiento a través de la autopromoción.
DEL NUEVO TESTAMENTO
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Está claro que los cristianos no están llamados a la ambición egoísta. Por ejemplo, en Filipenses 2:3, el apóstol Pablo ordena a los creyentes: “No hagan nada por egoísmoa o por vanagloriab, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo”. Aunque por naturaleza el ser humano tiende a buscar su propia preeminencia, por el poder del Espíritu estamos llamados a ver a los demás como más importantes. En lugar de buscar ser servidos, estamos llamados a imitar a Cristo, que vino a servir (Marcos 10:45).
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En la traducción NVI de la Biblia, Gálatas 5: 20 enumera los "arrebatos de ira” entre las obras de la carne o naturaleza pecaminosa (la RVR tiene “contiendas”). Por el contrario, el fruto del Espíritu, del que debemos estar llenos, incluye el gozo, la paz y la bondad.
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Santiago 3:13-17 habla negativamente de la ambición egoísta: “¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que muestrea por su buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tienen celos amargos y ambición personal en su corazón, no sean arrogantes y mientan así contra la verdad. Esta sabiduría no es la que viene de lo alto, sino que es terrenal, natural, diabólica. Porque donde hay celosa y ambición personal, allí hay confusión y toda cosa mala. Pero la sabiduría de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía. Y la semilla cuyo fruto es la justicia se siembra en paz por aquellos que hacen la paz”.
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Incluso la predicación del Evangelio puede hacerse desde la ambición egoísta (Filipenses 1:17). Puede haber ambición buena o piadosa. La diferencia tiene que ver con el motivo. Pablo tuvo la ambición de predicar el evangelio, pero por un motivo piadoso, no egoísta (Romanos 15:20). El deseo de Pablo era predicar el evangelio para dar gloria a Dios. En 2 Corintios 5:9 Pablo escribe: “Por eso, ya sea presentes o ausentes, ambicionamos agradar al Señor”.
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En 1 Tesalonicenses 4:11, Pablo exhorta a los creyentes en Cristo a que “que tengan por su ambición el llevar una vida tranquila, y se ocupen en sus propios asuntos y trabajen con sus manos, tal como les hemos mandado”. Aspirar o tener la ambición de vivir de una manera que agrade a Dios es ciertamente algo bueno.
IMPLICACIONES PARA HOY
La ambición, cuando se alinea con la voluntad de Dios, puede ser una poderosa fuerza para el bien en nuestras vidas y en las de los demás. La Biblia nos anima a perseguir metas que honren a Dios y sirvan a los demás, como se ve en Colosenses 3:23-24, que nos recuerda trabajar de corazón para el Señor y no para los hombres. Podemos reflexionar sobre nuestras ambiciones, preguntándonos si están arraigadas en deseos egoístas o en un deseo genuino de cumplir el propósito de Dios. Al dar prioridad a nuestra relación con Dios y buscar Su guía, podemos canalizar nuestra ambición en acciones que promuevan el amor, la justicia y el avance de Su reino. Este cambio de enfoque nos ayuda a evitar las trampas de la envidia y la comparación, permitiéndonos encontrar satisfacción en nuestros esfuerzos mientras confiamos en que Dios es soberano sobre nuestros éxitos y desafíos. Ya sea al predicar el Evangelio, al trabajar, al comer o beber, o en cualquier otra cosa, lo que importa es el motivo del corazón. Lo que más deseamos hacer debe provenir del deseo de agradar a Dios (1 Corintios 10:31). En última instancia, una ambición centrada en Dios conduce a una vida de significado e impacto, reflejando Su gloria en todo lo que hacemos.
COMPRENDE
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El valor de la ambición depende de los motivos.
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Debemos someter nuestras ambiciones a la voluntad de Dios y perseguir metas que lo honren a Él en lugar de buscar la gloria personal.
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La ambición centrada en Dios transforma los deseos en acciones que lo glorifican e impactan positivamente a otros.
REFLEXIONA
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¿Cómo puede identificar si sus ambiciones actuales están sirviendo al propósito de Dios o son impulsadas por el beneficio personal?
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¿En qué áreas de su vida puede someter mejor sus ambiciones a la voluntad de Dios y buscar honrarlo?
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¿Cómo puede asegurarse de que sus acciones se alineen con una ambición centrada en Dios que impacte positivamente a quienes lo rodean?
PONLO EN PRÁCTICA
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¿Cómo podemos encomendar nuestras ambiciones al Señor en nuestra vida personal y profesional?
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¿Cómo puede nuestra comprensión de la ambición influir en nuestras interacciones con los demás en nuestra comunidad?
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¿De qué manera el reconocimiento de la diferencia entre la ambición piadosa y la egoísta influye en nuestro enfoque de la fijación de objetivos y los logros?
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