¿Qué fue lo que motivó a Judas a traicionar a Jesús?

El discípulo Judas se menciona por primera vez por su nombre en Mateo 10:4: "...y Judas Iscariote, el que también le entregó [a Jesús]". En toda la historia, así es como se le conoce. Aunque no podemos saber exactamente qué motivó a Judas a traicionar a Jesús, los Evangelios nos dan pistas.

Juan 6:70-71: Jesús sabía que Judas le traicionaría. A pesar de eso, eligió a Judas como discípulo y lo mantuvo cerca. La Biblia no dice por qué, excepto que Jesús sabía que Dios tenía un plan.

Juan 12:3-8: Tampoco se nos dice la profesión de Judas, pero sí su amor por el dinero. Cuando María de Betania ahorró para comprar un frasco de perfume costoso para honrar el sacrificio de Jesús que se aproximaba, la reacción de Judas fue criticarla por gastarlo tontamente en vez de donarlo a los discípulos para alimentar a los pobres. Sin embargo, Judas no tenía intención de dárselo a los pobres; sabía que Jesús podía alimentar a miles de personas con unos pocos panes, y él era el tesorero de los discípulos, robando regularmente de la bolsa.

Mateo 26:14-15; Lucas 22:3-6: Los discípulos sabían que los dirigentes judíos querían perseguir a Jesús; incluso le advirtieron que se mantuviera alejado (Juan 11:7-8). Judas, dominado por el mismo Satanás, se dirigió a los jefes de los sacerdotes, ofreciéndoles sus servicios para ayudarles a poner a Jesús bajo custodia. La palabra traducida como "traicionar" significa en realidad entregar o hacer que lleven a alguien. Por la razón que fuera, los sumos sacerdotes necesitaban ayuda desde dentro para acorralar a Jesús y ponerlo en una situación vulnerable, lejos de las multitudes.

Mateo 26:21-25; Lucas 22:14-23; Juan 13:21-30: Hay cierta confusión sobre si Judas estuvo presente durante la institución de la Cena. Mateo y Marcos dicen que la Cena se celebró después de que Jesús identificara a Su traidor, pero no mencionan cuándo Judas se levantó de la mesa. Juan habla del momento en que Jesús identificó a Judas y de su salida, pero no específicamente de la Cena. Sólo Lucas escribe que Jesús identificó a Judas después o durante la Cena-y deja claro que Judas estuvo presente en la Cena. Lucas 22:21 dice que el traidor está presente durante la Cena. En Juan, Jesús predice sobre el traidor: "El que come pan conmigo" y luego le da a Judas un "bocado" (versículos 18, 26), lo cual puede significar el pan de la Cena. ¿Qué fue primero, la Cena o la salida de Judas? Se sabe que Mateo estaba organizado por temas, y no por cronología. Lucas en cambio es bastante cronológico (ver el libro de los Hechos). Es posible que Jesús y los discípulos hablaran de Su traidor más de una vez durante la velada, pero fue sólo después de la Cena cuando Judas se marchó.

Mateo 26:25: Cuando los discípulos intentaron descubrir la identidad del traidor de Jesús, la respuesta de Judas fue: "¿Soy yo, Maestro?". ¿Acaso era un intento por negarlo? ¿O un indicio de que Judas no había comprendido todas las implicaciones de sus actos? No lo sabemos. Es interesante observar que mientras los otros discípulos llamaban a Jesús "Señor" (Mateo 26:22), Judas utilizaba la palabra maestro/mentor. Cuando Jesús lo identificó, Satanás volvió a entrar en Judas, Jesús lo liberó para que hiciera lo que tenía que hacer, y Judas salió del aposento alto.

Mateo 26:47-50: Después de salir del aposento alto, Judas volvió con las autoridades que se preparaban para prender a Jesús. Guió al numeroso grupo armado hasta el Huerto de Getsemaní y, tal vez porque había poca luz, identificó a Jesús con el beso de un amigo.

Mateo 27:3-10: ¿No comprendió Judas plenamente lo que los sumos sacerdotes le harían a Jesús? ¿O, al ver las treinta monedas de plata, decidió que la vida de Jesús valía más que su riqueza personal? No lo sabemos. Cualquiera que hubiese sido la razón, Judas se arrepintió de haber participado en la captura de Jesús. Intentó devolver el dinero, pero los sacerdotes hipócritas se negaron a aceptarlo. Tiró el dinero en el templo y se ahorcó.

¿Jesús habría perdonado a Judas? Por supuesto que sí. Judas traicionó a Jesús, pero Pedro lo negó (Juan 18:25-27; 21:15-17). Judas estaba poseído por Satanás, en cambio María Magdalena había tenido siete demonios (Marcos 16:9). Romanos 8:38-39 afirma que nada, ni siquiera los principados o el pecado, puede apartarnos del amor de Dios en Cristo Jesús. Ahora bien, en Juan 17:12, Jesús identifica a Judas como el "hijo de perdición", el hombre condenado a la condenación. Judas era un apóstata. Había viajado con Jesús, visto los milagros y escuchado las enseñanzas, pero no creía que Jesús fuera el Mesías. Llamaba a Jesús "maestro", no Señor. Primera de Juan 2:19 lo describe perfectamente: "Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros". Judas salió con Jesús, pero no le siguió. Entendió lo que Jesús decía, pero no lo aceptó. Una persona así, envuelta en la apostasía, está condenada a la perdición. Hechos 1:25 afirma que Judas no fue forzado, sino que cayo "para irse a su propio lugar.".

¿Por qué Judas traicionó a Jesús? Porque Jesús no podía o no quería ser quien Judas quería que fuera. Judas anduvo con Jesús durante tres años y llegó a la conclusión de que un pobre maestro itinerante que se negaba a asumir el poder político no tenía ningún valor significativo para él. Judas utilizó a Jesús a lo largo de los tres años, y lo volvió a usar al final. Cuando Judas se dio cuenta de lo que los sumos sacerdotes habían planeado para Jesús, se arrepintió de su egoísmo. Sin embargo, seguía sin poder aceptar a Jesús como Señor.

Judas no fue la única persona en la vida de Jesús que lo utilizó. La gente que se encontraba en el camino a Jerusalén (Mateo 21:1-11) pensaba que Jesús era un rey político y un conquistador militar que expulsaría a Roma de Israel y restablecería la autonomía de la nación judía. Cuando se enteraron de que no tenía poder político, no tardaron en exigir Su muerte (Mateo 27:20).

Hoy en día, muchas personas hacen lo mismo. Oyen hablar del poder sanador de Jesús, o de Su capacidad para conceder deseos o dar consuelo. Muchos incluso respetan Sus enseñanzas. Aprenden sobre Su carácter, Sus afirmaciones y Su crucifixión. Con todo, no lo aceptan como Señor. Somos tan culpables como Judas cuando utilizamos a Jesús para nuestro propio beneficio egoísta.



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