¿Qué significa que Jesús tomó nuestro lugar?

En el Antiguo Testamento, Dios ofrecía sacrificios de animales como un medio provisional para expiar el pecado. Los animales sustituían al pueblo, asumiendo el castigo por el pecado (la muerte) en vez del pueblo. Nunca se pretendió que el sistema de sacrificios fuera duradero; era una sombra de la muerte de Jesús en la cruz. Jesús fue el sacrificio perfecto y proporcionó la expiación por nuestros pecados una vez y para siempre (Hebreos 10:1-18; 1 Corintios 5:7). Jesús hizo esto cuando murió en la cruz por nosotros y resucitó tres días después. Él cargó con el peso de nuestros pecados: "Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu" (1 Pedro 3:18). Jesús tomó nuestro lugar al soportar el castigo que merecíamos para que pudiéramos salvarnos.

Estábamos atrapados en nuestros propios pecados, destinados a pagar una pena que no podíamos pagar; estábamos condenados a muerte (Romanos 3:23). Dios tenía una solución: "Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6:23). Dios envió a Su Hijo unigénito, Jesucristo, para que fuera la propiciación por nuestros pecados, el sacrificio expiatorio que aplaca la ira de Dios y trae la reconciliación: "[Jesucristo] es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo" (1 Juan 2:2). Jesús murió para que pudiéramos tener vida eterna en Él (Juan 3:16; Hebreos 9:12-15).

Jesús era la persona idónea para ocupar nuestro lugar porque vivió una vida sin pecado. Mientras que nosotros no podemos vivir diariamente de acuerdo a los estándares perfectos de Dios, Jesús, que era completamente humano y completamente Dios, vivió toda Su vida sin pecar (Hebreos 4:15). Aunque Jesús era el Hijo perfecto de Dios que no había cometido pecado alguno, fue ejecutado como pecador (Lucas 23). Jesús fue hecho pecado por nosotros, para que así pudiera tomar nuestra culpa y a cambio darnos Su justicia: "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2 Corintios 5:21).

Quienes aceptan la oferta de salvación que Jesús les hace y depositan su fe en Él ya no están condenados a morir (Juan 3:16-18, 26). Jesús murió para que nosotros no tuviéramos que morir: Él tomó nuestro lugar, cargando con el peso de nuestros pecados y los de todo el mundo (Juan 1:29). Si hemos creído en Jesús, estamos muertos al pecado y vivos para Cristo (Romanos 6:11). Su triunfo sobre la muerte nos ha traído la victoria: "Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz" (Colosenses 2:13-15).

Ya que Jesús tomó nuestro lugar, en Él ya no estamos condenados, sino perdonados (Romanos 8:1). Sólo necesitamos poner nuestra fe en Cristo y en Su sacrificio por nosotros para tener vida eterna y tener una buena relación con Dios: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo" (Hechos 16:31). Jesús tomó voluntariamente tu lugar; todo lo que debes hacer es confiar en Él y serás salvo (Romanos 10:9). Alabado sea Dios por Su don gratuito de la salvación y la vida eterna en Jesús (Efesios 2:8-9).



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