¿Cuáles eran las interpretaciones de Hilel y Shamai sobre la ley judía?

Del Antiguo Testamento

• Las interpretaciones de Hilel y Shamai sobre la ley judía surgieron durante el período del Segundo Templo, contemporáneo al Nuevo Testamento.

Del Nuevo Testamento

• Hilel, a menudo llamado Hilel el Anciano, y Shamai fueron conocidos rabinos judíos que vivieron en Israel en el siglo I a. C., durante el reinado del rey Herodes. Su rivalidad amistosa queda patente en los cientos de debates entre ambos que recoge el Talmud. En el judaísmo, estudiar e interpretar la Ley se considera una de las principales formas de servir a Dios, por lo que los comentarios ocupan un lugar de honor en la tradición judía. El Talmud se compone de la Mishná, que es la versión escrita original de la ley oral, y la Guemará, que es el registro de las discusiones rabínicas sobre esta ley oral. Hilel y Shamai contribuyeron a la ley oral y a esta tradición de discusión y debate.
• En general, las interpretaciones de Shamai tendían a ser literales y estrictas, haciendo hincapié en la necesidad de los rituales del templo. Las interpretaciones de Hilel tendían a preocuparse más por el bienestar del individuo y, por tanto, eran más flexibles y compasivas. Los sabios consideraron oportuno preservar tanto la interpretación de Hilel como la de Shamai sobre la Ley porque creían que ambos puntos de vista eran válidos. La idea es que en este mundo imperfecto, la gente necesita la interpretación más indulgente de Hilel; pero una vez que el mundo se perfeccione, podrán vivir de acuerdo con el ideal de Shamai.
• La sabiduría y gentileza de Hilel hicieron que fuera elegido jefe del Sanedrín durante su época. Por lo tanto, su interpretación era la opinión más seguida por los fariseos y la más aplicada en los tribunales judíos de la época. Tras la destrucción del templo en el año 70 d. C., las interpretaciones de Shamai, centradas en Israel, estrictas y basadas en el templo, ya no podían llevarse a la práctica, por lo que la interpretación de Hilel se convirtió en la base de la ley judía tradicional y es la opinión que siguen los judíos observantes en la actualidad.
• La disputa entre las dos escuelas de pensamiento puede verse cuando los fariseos, maestros y ancianos interrogaron a Jesús sobre Su propia opinión acerca del divorcio (Marcos 10:2), los impuestos (Marcos 12:13-14), la resurrección (Marcos 12:18-23) y el mandamiento más importante (Marcos 12:28). Por supuesto, Jesús es el autor de la Ley; Sus palabras no son mera opinión o interpretación como lo son las palabras de Hilel y Shamai. De hecho, Jesús enseñó con tanta autoridad que la gente percibió la diferencia entre las enseñanzas de Jesús y las de sus escribas, y se asombraron de Su autoridad (Mateo 7:28-29).

Implicaciones para hoy

Dado que los cristianos siguen las enseñanzas de Jesús, no consideran autoritaria ni la interpretación de Hilel ni la de Shamai sobre la ley judía y no siguen ninguna enseñanza concreta del Talmud. La Biblia sigue siendo nuestra fuente de verdad, ya que “acrisolada es la palabra del Señor” (Salmo 18:30) y las Sagradas Escrituras “Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15). A lo largo de la Biblia, Dios llama repetidamente a Su pueblo a seguir Su ley como expresión de amor y obediencia. En el Antiguo Testamento, pasajes como Deuteronomio 6:5-9 enfatizan la importancia de la devoción de todo corazón a los mandamientos de Dios, enseñándolos diligentemente a las generaciones futuras. El Salmo 119 alaba a quienes caminan irreprensiblemente en la ley de Dios, encontrando bendiciones en guardar Sus testimonios. En el Nuevo Testamento, Jesús reafirma los mandamientos fundamentales de amar a Dios con todo nuestro ser y de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:37-40). Él enseña que el amor a Él se demuestra mediante la obediencia a Sus mandamientos (Juan 14:15), que encierran principios de rectitud y amor a los demás (Romanos 13:8-10). Así pues, la llamada de Dios a seguir Su ley, sin interpretaciones rabínicas, está arraigada en amar a Dios y amar a los demás. Al hacerlo, reflejamos Su carácter y Su voluntad para la humanidad.