¿Quiénes eran los herodianos en el Nuevo Testamento?
En el siglo I d.C. existían diversos grupos políticos. Uno de ellos era el de los herodianos, un grupo que apoyaba al líder romano, el rey Herodes Antipas, quien reinó desde el año 4 a.C. hasta el 39 d.C.. A los herodianos se les conocía por su deseo de someterse a Herodes y a su gobierno con tal de obtener favores políticos y paz. A diferencia de los fariseos y otros que deseaban que Israel siguiera las enseñanzas de la Torá lejos de la influencia de los romanos, los herodianos estaban dispuestos a trabajar con este gobierno externo de maneras más pragmáticas.
Los herodianos eran el extremo opuesto de los zelotes de la época, que creían que sólo Dios debía guiar a Israel y que recurrieron al activismo y a la oposición militar para acabar con el control romano.
En el Nuevo Testamento se hace mención de un acontecimiento que unió a herodianos y fariseos: su odio común hacia Jesús. Marcos 3:6, poco después de que Jesús sanara a un hombre el día de reposo, dice: "Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él [Jesús] para destruirle".
En Marcos 8:15, Jesús alertó sobre Herodes y sus seguidores: "Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes". Los que seguían a Herodes estaban dispuestos a ceder para conseguir beneficios personales. Incluso intentaron matar a Jesús cuando representaba una amenaza para sus costumbres. Jesús advirtió contra sus falsas enseñanzas, ya que conocía sus corazones y sus planes.
Más adelante, en Mateo 22:16, los fariseos "enviaron los discípulos de ellos con los herodianos" para intentar engañar a Jesús con una pregunta sobre el pago de impuestos al César. Ante la respuesta sorprendente de Jesús, se marcharon (Mateo 22:22).
Hoy todavía existe la tentación de elegir lo que es socialmente aceptable o personalmente beneficioso en lugar de la voluntad de Dios. Algunos incluso buscarán dañar a otros que podrían causar problemas a sus logros personales como hicieron los herodianos con Jesús. Sin embargo, el deseo de Dios es que todos se salven por medio de la fe en Cristo (Juan 3:16) y que Sus seguidores procuren servir a los demás como ejemplo del amor de Dios (Marcos 10:45).
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