Un funeral cristiano se distingue por un trasfondo de alegría basado en el conocimiento de que el difunto está ahora con el Señor. Para los creyentes en Cristo, la muerte no es el adiós definitivo, sino más bien una separación temporal hasta que nos reunamos de nuevo en el cielo con el Señor. Esta comprensión ofrece esperanza incluso durante el difícil momento de dolor asociado a un funeral. Aunque la tristeza sea tremenda y se eche mucho de menos a la persona, la esperanza permanece. En un funeral cristiano es importante tanto llorar la pérdida de un creyente como centrarse en la esperanza futura de volver a verlo.
Un funeral cristiano debe ser una mezcla de duelo y esperanza, que refleje la comprensión de que la muerte no es el final para un creyente, sino una separación temporal hasta que nos reunamos con Cristo. Un funeral cristiano debe reflejar ambas verdades. Incluso en nuestro dolor, un funeral cristiano sirve como una oportunidad para dar testimonio de la esperanza de Dios. La oración y las Escrituras ofrecen mucho consuelo y pueden ser utilizadas para enfatizar la esperanza del creyente. El Salmo 23, por ejemplo, se lee a menudo durante los funerales para enfatizar la presencia de Dios con nosotros en los momentos difíciles. Las oraciones y las canciones también ofrecen formas adicionales de recordar la ayuda y la esperanza de Dios. Recordar la vida de la persona, el impacto que tuvo en otros y cómo Dios se manifestó y fue glorificado en su vida, son formas especiales de honrarla en su funeral. Un funeral cristiano puede servir como una manera de ayudar a los no creyyentes a reflexionar sobre su propia eternidad. No es raro oír de familiares o amigos que llegan a creer en Cristo durante un funeral debido al testimonio de la persona que falleció o a algo compartido durante la ceremonia. Incluso en los momentos más difíciles, Dios puede obrar para traer nueva vida a aquellos que aún lo buscan.