Eutico, mencionado en Hechos 20:7-12, se cayó por una ventana mientras Pablo predicaba en Tróade, pero fue revivido milagrosamente por Dios a través de Pablo. Su resurrección sirvió como un poderoso testimonio de la verdad de las enseñanzas de Pablo y de la realidad del poder de Dios. Este acontecimiento probablemente reconfortó y fortaleció la fe de los creyentes de Tróade, proporcionando una prueba tangible de la presencia de Dios entre ellos.
La iglesia de Tróade se sintió muy consolada al ver que Eutico no había muerto (Hechos 20:12). Pero probablemente su consuelo era más profundo que la simple alegría de haber evitado una tragedia; el milagro de la resurrección de Eutico era una prueba de que Dios era real y de que las enseñanzas de Pablo eran ciertas. Había muchas personas presentes durante aquel milagro, por lo que podían corroborar la historia y dar fe de la veracidad del testimonio de Pablo. Esta ciudad tenía una prueba tangible del poder y el amor del Señor, y una razón de peso para aferrarse a la fe que Pablo había proclamado. El nombre Eutico significa “afortunado”. Eutico tuvo la suerte de que Dios lo resucitara de entre los muertos, y los creyentes de Tróade tuvieron la suerte de presenciar este milagro que les aseguraba la verdad del evangelio. Dios actúa a nuestro alrededor. En las Escrituras, se nos llama más de trescientas veces a “recordar” lo que Dios ha hecho. Isaías 46:9 dice: “Acuérdense de las cosas anteriores ya pasadas, porque Yo soy Dios, y no hay otro; Yo soy Dios, y no hay ninguno como Yo”. Cuando recordamos lo que Dios ha hecho, podemos recordar quién es Él y tener confianza y fe en Él para lo que venga en el futuro (Hebreos 12:1-2).