Dios tiene un plan para cada persona que crea. Por ejemplo, Dios preparó a Moisés para sacar a Su pueblo de Egipto y llamó a Jeremías como profeta incluso antes de que naciera. Dios ha diseñado de manera única propósitos específicos para nuestras vidas y nos ha creado a cada uno para realizar las buenas obras que Él ha preparado de antemano para que las hagamos. Aunque no siempre podamos conocer los detalles del plan de Dios de inmediato, Él nos ha dado pautas generales en Su Palabra que podemos seguir mientras esperamos más claridad. Estas incluyen amar a Dios y a los demás (Mateo 22:37-39), buscar la santidad (1 Tesalonicenses 4:3), hacer el bien y compartir el Evangelio (Mateo 28:19-20), y mantener la gratitud en todas las circunstancias (1 Tesalonicenses 5:18). A medida que busquemos a Dios, escuchemos a Su Espíritu y obedezcamos la guía que Él ya nos ha proporcionado, nos revelará fielmente cada paso a seguir en Su tiempo perfecto, lo que convierte el viaje para descubrir Su plan específico en una aventura de crecimiento y en una relación más profunda con Él.
Discernir el plan y el propósito de Dios para nuestra vida suele ser un viaje que dura toda la vida, con diferentes propósitos en diferentes épocas. Jesús, al referirse a las preocupaciones sobre nuestra vida, dijo que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados y que Él ve nuestro valor como individuos (Lucas 12:7). Buscar a Dios, pedirle dirección en todo lo que hacemos y escuchar atentamente a Su Espíritu Santo es la forma en que discernimos cada paso a seguir, lo que nos llevará a la voluntad de Dios para nuestra vida. Es la gran aventura de seguir con obediencia los pasos de Jesucristo. Mientras esperamos que Dios nos revele los detalles, Él ya nos ha dado varios planes en Su Palabra para seguir. Nos ha dicho que amemos a Dios y amemos a los demás (Mateo 22:37-39). En todo lo que hacemos, podemos amar a Dios y amar a los demás. Esto es fundamental en la voluntad de Dios para cada creyente. También podemos buscar la santidad y procurar caminar en el Espíritu en lugar de vivir para nosotros mismos y para el pecado (Gálatas 5:13-26). Podemos centrarnos en ser una luz en el mundo, haciendo buenas obras que reflejen el carácter de Dios (Efesios 2:10) y cumpliendo la Gran Comisión de hacer discípulos de todas las naciones (Mateo 28:19-20). También podemos enfocarnos en tener actitudes humildes y agradecidas mientras esperamos que el Señor nos aclare Sus planes específicos (1 Tesalonicenses 5:18). Estos planes generales nos sirven de guía mientras navegamos por los detalles únicos del propósito de Dios para la vida de cada uno. Nos recuerdan que, incluso cuando los detalles concretos no están claros, podemos caminar fielmente en obediencia a los planes ya descritos en la Palabra de Dios. Al hacerlo, nos alineamos con el propósito más amplio de Dios y, mientras lo buscamos con diligencia, Él nos revela fielmente cada paso a seguir. Este proceso de descubrir y vivir la voluntad de Dios se convierte en un viaje transformador, lleno de propósito, crecimiento y la alegría de acercarnos más a Él.