¿Acaso Dios llora?

Como humanos, lloramos en situaciones emocionales extremas de felicidad o tristeza. Algunas personas lloran más que otras, pero en algún momento de la vida, todos lloramos. Dado que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:27), podemos preguntarnos si Dios llora. Sabemos que Dios siente una gran variedad de emociones, pero ¿son iguales a las nuestras?

Las emociones de Dios se parecen más a las nuestras cuando miramos a Jesucristo. Jesús, siendo Dios en forma humana, lloró al igual que otras personas (Filipenses 2:6-11). Cuando Lázaro murió, "Jesús lloró", aunque sabía que lo resucitaría de entre los muertos (Juan 11:34-44). Jesús lloró por la ciudad de Jerusalén, sabiendo el daño y la destrucción que le sobrevendrían (Lucas 19:41-44). La noche anterior a Su crucifixión, Jesús expresó un profundo dolor en el Huerto de Getsemaní (Mateo 26:38-39). Hebreos describe la intensidad de las lágrimas de Jesús: "Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen" (Hebreos 5:7-9). Aunque Jesús sabía cómo terminarían estas situaciones, como ser humano, lloró igual a como lo haríamos nosotros en las mismas situaciones (Hebreos 4:15).

Dios el Padre y Dios el Espíritu no aparecen en la Biblia descritos como llorando. Por lo tanto, Dios no llora lágrimas reales como nosotros. Sin embargo, es descrito como alguien que siente emociones fuertes como la tristeza (Génesis 6:6; Salmo 78:40), la aflicción (Isaías 63:10; Efesios 4:30), la ira (Jeremías 8:19), la alegría (Sofonías 3:17; Isaías 62:5) y la compasión (Salmo 103:8; Joel 2:13). A partir de estas referencias, observamos que, aunque Dios experimenta muchas de las mismas emociones que nosotros, expresa Sus emociones de una manera diferente a nosotros. Debido a que Él está fuera del tiempo, Dios puede ver las circunstancias tal y como son ahora, así como la forma en la que resultarán en el futuro. Muchas veces, lloramos por situaciones que son agobiantes o inciertas para nosotros. Dios no tiene esa incertidumbre. Él nunca se siente abrumado, porque tiene toda la autoridad en el cielo y en la tierra (Salmo 115:3; 135:6; Job 23:13; Daniel 4:35).

La vida de Jesús en la tierra nos muestra la empatía de Dios Padre. De hecho, Jesús les dijo a Sus discípulos esta verdad: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Juan 14:9). Dios nos dio la capacidad de llorar como una forma de expresar nuestras emociones. Aunque Dios tiene emociones, no tiene que llorar para expresarlas. Él nunca está ansioso porque sabe cómo terminará todo: "Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito" (Salmo 147:5; véase también Isaías 40:28). Los planes y propósitos de Dios siempre se cumplirán (Isaías 46:9-10). Aunque no derrame lágrimas físicas, Dios no ignora nuestras lágrimas; se preocupa mucho por nuestras penas y camina con nosotros a través de ellas (Salmo 56:8; Hebreos 4:15; Romanos 12:15).



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