Lo que sabemos de Dina en la Biblia se encuentra en Génesis 30:21 y Génesis 34. Dina era hija de Jacob y Lea. Fue violada por Siquem, hijo de Hamor, mientras visitaba a las mujeres del lugar en Canaán. A pesar de la violación, Siquem se enamoró de Dina y trató de casarse con ella con la ayuda de su padre. Los hijos de Jacob, enfadados por la deshonra de su hermana y su familia, aceptaron el matrimonio con la condición de que Siquem y los suyos se circuncidaran. Sin embargo, engañaron a la ciudad de Siquem, masacraron a los hombres y rescataron a Dina, lo que provocó la preocupación de Jacob por su seguridad entre las tribus vecinas. No obstante, Dios le aseguró a Jacob su herencia y protección, y Jacob escuchó y siguió a Dios (Génesis 35). En Génesis 46:15 se menciona a Dina como hija de Jacob y Lea, pero su destino no se menciona en los relatos bíblicos posteriores.
La historia de Dina es difícil. Su experiencia subraya la importancia de respetar a las personas como seres creados a imagen de Dios y no como objetos para ser usados. Las acciones de Siquem constituyeron una violación de la autonomía y la dignidad de Dina, y contravinieron las leyes de Dios (Génesis 34:7; Deuteronomio 22:13-29). El corazón de Dios es proteger a todas las personas y mantener Su hermoso diseño para el matrimonio y la intimidad. La justicia de Dios, aplicada a quienes no siguen Sus leyes, revela la severidad del pecado. Aunque Simeón y Leví se tomaron la justicia por su mano y pecaron, su reacción también revela que nuestra respuesta al pecado no debe ser de indiferencia. El pecado es una ofensa contra Dios y daña a los demás. Dios no es indiferente al pecado; la Biblia dice que Él odia el pecado (Salmo 11:5; Proverbios 16:16-19) y nos llama a odiar también el mal (Salmo 97:10; Proverbios 8:13; Amós 5:15; Romanos 12:9).
Cuando vemos el pecado y la injusticia, tenemos que confiar en que Dios es el juez último, que Su respuesta al pecado es mayor que la nuestra, y que no tenemos que buscar venganza. Esto no significa que no busquemos consecuencias justas para las malas acciones, pero no necesitamos buscar venganza de una manera pecaminosa como lo hicieron Simeón y Leví (Romanos 12:17-19). Necesitamos tener la misma perspectiva de Dios sobre el pecado y la injusticia, temer y confiar en el Señor, quien está en última instancia en control, y buscar responder de una manera piadosa a quienes están sufriendo.