¿Qué significa crecer en la fe? ¿Cómo puede un cristiano crecer en la fe?

Nos parecemos a las personas con las que pasamos más tiempo. Si quieres parecerte más a Cristo, debes pasar tiempo con él. Habla con Él en oración. Lee Su Palabra. Comparte tu tiempo con otras personas que viven como Él. Si lo haces, lo conocerás mejor y te parecerás más a Él, lo que hará que tengas más confianza en tu fe.

A medida que crecemos más como Cristo, somos conformados a Su imagen. Somos transformados a la imagen de Cristo por la renovación de nuestras mentes: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Romanos 12:2). Una excelente manera de renovar nuestra mente es meditar en la Palabra escrita de Dios, la Biblia (Salmo 1:1-3; Romanos 10:17) y someternos a Su Palabra de Vida, Jesús (Juan 1:1). Podemos pedirle a Dios que haga que Su Palabra cobre vida para nosotros: "Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley" (Salmo 119:18). Cuando pasamos tiempo en la Palabra de Dios y en oración con Él, llegamos a reconocer Su voz: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano" (Juan 10:27-28).

Pablo se alegró de que los cristianos de Tesalónica crecieran en la fe: "Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás" (2 Tesalonicenses 1:3). ¿Qué significa crecer en la fe?

En pocas palabras, crecer en la fe significa crecer espiritualmente. Es madurar tanto en el conocimiento de Dios como en la vida de santidad; en última instancia, es parecerse más a Cristo. Así como una persona crece físicamente de bebé a adulto maduro, la vida de un cristiano tiene como objetivo crecer espiritualmente de bebé a cristiano maduro. En 1 Pedro 2:2-3 leemos: "Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor".

En Hebreos 5:12-13 se habla de los creyentes que no han crecido en la fe: "Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño". Crecer en la fe implica crecer en la Palabra de Dios y en su aplicación.

Pablo también utilizó palabras similares para condenar algunas de las prácticas de los cristianos en Corinto: "De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?" (1 Corintios 3:1-3). Pablo afirma que comenzó alimentándolos con "leche" o con fundamentos espirituales. Sin embargo, todavía no estaban preparados para el alimento sólido, ya que les faltaba madurez.

Esta falta de madurez espiritual se manifestaba en celos y conflictos internos. Podemos ver, entonces, que el crecimiento en la fe se manifiesta no sólo en nuestra relación con Dios, sino también en nuestras relaciones con los demás. Cuando buscamos crecer en la fe, en lugar de tener celos los unos de los otros o de tratar de distinguirnos como mejores que los demás, como sucedía en la iglesia de Corinto, debemos tener la actitud que menciona Pablo: "Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento" (1 Corintios 3:7). Cuando nuestra vida se centra en vivir para Dios y Su gloria, estamos bien encaminados para crecer en la fe y ser espiritualmente maduros.

También es interesante que las Escrituras destaquen que se necesita cierto tiempo para llegar a la madurez espiritual. Los apóstoles estuvieron con Jesús por más de tres años antes de comenzar a ministrar a otros con la suficiente madurez. Pablo también ordenó que los líderes de la iglesia no fueran recién convertidos, "no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo" (1 Timoteo 3:6).

Crecer en la fe requiere tiempo y esfuerzo. Al final, Dios es responsable del crecimiento, pero espera que sigamos Sus caminos y tratemos de crecer, convirtiéndonos en seguidores maduros de Jesús que puedan ayudar a hacer discípulos a otros (Mateo 28:19-20; 2 Timoteo 2:2).



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