Una de las palabras hebreas traducidas como “valentía” significa “mostrarse fuerte”. La Biblia abunda en historias de valentía. Moisés fue valiente cuando se enfrentó al faraón de Egipto y le ordenó que dejara marchar al pueblo de Dios. Josué fue valiente cuando conquistó Canaán. El joven David fue valiente cuando se enfrentó y abatió al gigante filisteo Goliat. Lo más importante que dice la Biblia sobre el valor es cuál debería ser su fundamento. Es la promesa de la presencia, el poder y la perseverancia de Dios con aquellos que han puesto su fe en Él lo que constituye la base de nuestro valor. Bíblicamente hablando, solo podemos ser valientes al tener fe y confianza en que Dios está con nosotros y nos apoya. Esa confianza no solo inspira valor, sino que disipa nuestros temores.
La verdadera valentía está arraigada en la seguridad de la presencia y el amor inquebrantables de Dios. Es algo más que vencer el miedo o superar las circunstancias difíciles: es permanecer firme en la realidad de que la naturaleza trina de Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) te rodea, te da poder y te sostiene. El plan soberano del Padre te guía, el amor sacrificial del Hijo te asegura y la presencia interior del Espíritu te fortalece. Romanos 8:35-39 te recuerda que nada —ni las dificultades, ni la persecución, ni el poder espiritual— puede separarte del amor de Dios en Cristo. Cuando comprendes esta verdad, te animas a vivir con confianza y determinación, confiando en que Dios obra activamente para tu bien y Su gloria en cada situación. Esta convicción transforma tu enfoque de la vida, permitiéndote afrontar la adversidad, la incertidumbre e incluso el fracaso con la paz y el valor que te da el saberte eternamente amado y nunca solo. Al recordarte a ti mismo que Su amor por ti es inquebrantable y que Su presencia es constante, te liberas de intentar controlar los resultados o evitar el fracaso a toda costa. En su lugar, puedes vivir con valentía por la fe en Dios, sabiendo que, ya sea que tengas éxito o dificultades, Él está contigo y por ti. Cada día puedes elegir apoyarte en Su fuerza, confiando en que ningún reto o contratiempo puede separarte de Su amor. Esto te da el valor para aprovechar nuevas oportunidades, afrontar situaciones difíciles y vivir con confianza en la verdad de lo que eres en Cristo.