La Biblia menciona a las serpientes en múltiples ocasiones. Vemos serpientes en la corte del Faraón (Éxodo 7:12), en el desierto (Números 21:7), en la isla de Malta (Hechos 28:3) y en el jardín del Edén (Génesis 3:1). Las serpientes también se utilizan en metáforas, como cuando Juan el Bautista y Jesús llamaron a los líderes religiosos “camada de víboras” (Mateo 3:7; 12:34; 23:33).
La representación bíblica de las serpientes como símbolos del mal, que finalmente es conquistado a través de Cristo, ofrece una poderosa analogía para nuestra vida. Así como las serpientes son descritas en las Escrituras como agentes del engaño y el pecado, a menudo enfrentamos desafíos y tentaciones que ponen a prueba nuestra fe. Sin embargo, a través de la fe en Cristo, tenemos la seguridad de que el mal y el pecado pueden ser vencidos. De la misma manera que Jesús venció a Satanás con Su muerte y resurrección, nosotros esperamos Su regreso, cuando todo el mal será erradicado por completo y experimentaremos la plenitud del reino de Dios. Esta comprensión nos anima a vivir con confianza y esperanza, sabiendo que, a pesar de las pruebas que enfrentamos, nuestra victoria final está asegurada en Cristo. Nos motiva a perseverar en la fe, esperando el día en que veremos el cumplimiento total de la promesa divina de redención.