La Biblia tiene una visión positiva de la educación, tanto de la adquisición de conocimientos sobre el mundo como sobre Dios y Su Palabra, y tiene mucho que decir al respecto. Enfatiza que la verdadera sabiduría comienza con el temor del Señor (Proverbios 1:7). En nuestra cultura, a veces se dice que la educación es la clave para resolver la mayoría de los problemas sociales. Sin embargo, la Biblia nos advierte que el conocimiento sin el amor de Dios conduce a la soberbia (1 Corintios 8:1). Por ello, resalta la importancia de estudiar la Palabra de Dios, que nos ayuda a conocerlo y a aplicar Su verdad en nuestra vida. Las Escrituras nos alertan sobre el peligro de confiar únicamente en el conocimiento del mundo, ya que puede llevar al orgullo y a un mal uso de lo aprendido (1 Corintios 8:1; 2 Timoteo 3:6-7). En definitiva, la educación es valiosa cuando está cimentada en la sabiduría de Dios y se usa para cumplir Sus propósitos.
La educación no es algo malo en sí misma. Dios creó nuestro mundo, y aprender sobre Él, sobre el mundo que creó, sobre otras personas y sobre las maneras en que podemos vivir y trabajar es algo bueno. Pensemos, por ejemplo, en la importancia de las matemáticas, la agricultura, la tecnología o la medicina, y el impacto que tienen en la vida diaria. O pensemos en cómo el conocimiento de la historia puede ampliar nuestra comprensión de la sociedad y ayudarnos a tomar mejores decisiones. O cómo el conocimiento de diferentes idiomas puede mejorar la comunicación, o cómo la educación artística puede ayudarnos a transmitir la belleza de Dios para que otros también la disfruten. El trabajo es parte de la buena creación de Dios (Génesis 1:28-29; 2:15). Sea remunerado o no, todos trabajamos de alguna forma. Y ya sea que requiera un título o una certificación específica, todo trabajo exige algún tipo de formación. Por supuesto, la educación alcanza su máximo beneficio cuando nos capacita para cumplir los propósitos de Dios en nuestra vida: amar bien a los demás, extender Su reino e impulsar nuestra adoración a Él. Y ciertamente, todo tipo de educación puede conducir a estos fines.