¿Dice algo la Biblia sobre la educación?

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En resumen:

Dios nos creó para aprender, tanto sobre el mundo como sobre Él y Su Palabra. La educación es valiosa cuando se fundamenta en la sabiduría de Dios y se utiliza para cumplir Sus propósitos.

Del Antiguo Testamento

  • Salomón escribió: “… el hacer muchos libros no tiene fin, y demasiada dedicación a ellos es fatiga del cuerpo” (Eclesiastés 12:12). No está diciendo que no estudiemos, sino que, dado que el aprendizaje no tiene fin, no debemos poner en ello nuestro máximo valor.
  • La educación comienza, o tiene su fundamento, en el temor del Señor (Proverbios 1:7). No se trata de un miedo paralizante, sino de una reverencia que inspira asombro y respeto.
  • También leemos en Proverbios que un niño debe aprender de su padre: esto es sabiduría (Proverbios 4:1-2).

Del Nuevo Testamento

  • Incluso Jesús aprendió. Lucas 2:52 dice: “Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres.”.
  • Efesios 6:4 dice: “Y ustedes, padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina e instrucción del Señor.”.
  • Aprender sobre Dios es la mejor educación que podemos recibir. Dios nos ha dado revelación acerca de Sí mismo en Su creación (Romanos 1:20), Su Hijo (2 Pedro 3:18) y Su Palabra (2 Timoteo 3:16-17).
  • En 2 Timoteo 2: 15, la Biblia nos dice que lleguemos a ser personas que manejan "con precisión la palabra de verdad”. Esto significa que debemos estudiar y aplicar la Palabra de Dios, conociéndola a fondo y confiando en el Espíritu Santo para ponerla en práctica. A medida que aprendemos sobre el único y verdadero Dios de la Biblia, nuestro amor y devoción por Él crecen, y nuestro servicio y cuidado por los demás se expanden.
  • “Jesús dijo a los judíos que le habían creído: ‘Si ustedes permanecen en mi palabra, verdaderamente son Mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:31-32). El estudio de la Palabra de Dios es valioso, como también lo es la búsqueda de la verdad en un sentido general.
  • Como se mencionó, en el mundo se suele ver la educación como la solución a todos los males. La Biblia, en cambio, reitera que el conocimiento sin el amor de Dios solo conduce al orgullo (1 Corintios 8:1).
  • Pablo recibió una educación de primera clase de algunos de los más grandes maestros judíos de su época (Hechos 22:3), pero antes de conocer a Jesús, utilizó ese conocimiento para luchar contra la voluntad de Dios. Una vez que conoció a Jesús, utilizó su educación para proclamar el Evangelio a personas de muchas culturas (Hechos 17:22-34; Tito 1:12; 1 Corintios 9:19-23).
  • Tampoco la educación tiene mucho valor sin un carácter transformado. No fue la formación de Pablo lo que lo hizo útil para los propósitos de Dios, sino la misericordia de Dios que lo transformó (1 Timoteo 1:16).
  • Pablo advirtió a otros sobre el peligro de confiar en el conocimiento del mundo sin la verdad de Dios. Por ejemplo, en 2 Timoteo 3, advirtió sobre cómo sería la gente en los últimos días: “… amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, irreverentes, sin amor, implacables, calumniadores, desenfrenados, salvajes, aborrecedores de lo bueno,traidores, impetuosos , envanecidos, amadores de los placeres en vez de amadores de Dios; teniendo apariencia de piedad, pero habiendo negado su poder” (2 Timoteo 3:2-5).
  • Pablo concluye advirtiendo que cuando el aprendizaje no se ancla en la realidad y la verdad de Dios, en última instancia, resulta inútil (2 Timoteo 3:6-7).

Implicaciones para hoy

La educación no es algo malo en sí misma. Dios creó nuestro mundo, y aprender sobre Él, sobre el mundo que creó, sobre otras personas y sobre las maneras en que podemos vivir y trabajar es algo bueno. Pensemos, por ejemplo, en la importancia de las matemáticas, la agricultura, la tecnología o la medicina, y el impacto que tienen en la vida diaria. O pensemos en cómo el conocimiento de la historia puede ampliar nuestra comprensión de la sociedad y ayudarnos a tomar mejores decisiones. O cómo el conocimiento de diferentes idiomas puede mejorar la comunicación, o cómo la educación artística puede ayudarnos a transmitir la belleza de Dios para que otros también la disfruten. El trabajo es parte de la buena creación de Dios (Génesis 1:28-29; 2:15). Sea remunerado o no, todos trabajamos de alguna forma. Y ya sea que requiera un título o una certificación específica, todo trabajo exige algún tipo de formación. Por supuesto, la educación alcanza su máximo beneficio cuando nos capacita para cumplir los propósitos de Dios en nuestra vida: amar bien a los demás, extender Su reino e impulsar nuestra adoración a Él. Y ciertamente, todo tipo de educación puede conducir a estos fines.

Comprende

  • La verdadera educación comienza con el temor del Señor.
  • El conocimiento sin amor conduce al orgullo.
  • La educación debe basarse en la sabiduría de Dios para cumplir Sus propósitos y aplicar Su verdad.

Reflexiona

  • ¿Cómo influye en tu enfoque de la educación y el aprendizaje el hecho de comprender la importancia del temor del Señor?
  • ¿Cómo has experimentado la diferencia entre el conocimiento obtenido de fuentes mundanas y la sabiduría arraigada en la Palabra de Dios?
  • ¿Cómo puedes asegurarte de que tu búsqueda de la educación no te lleve al orgullo?

Ponlo en práctica

  • Durante siglos, la teología fue conocida como la “Reina de las Ciencias” porque nutría todos los demás campos de estudio, educación y conocimiento. La Iglesia proporcionó una base sólida para una educación piadosa. El reformador Juan Calvino abogó por la educación universal, afirmando que todos los niños debían aprender a leer y escribir, adquirir habilidades matemáticas y comprender la fe. Martín Lutero enseñaba que el estudio de la Biblia y del funcionamiento del mundo permitía una relación creciente con Dios. En la década de 1780, comenzó el movimiento moderno de la Escuela Dominical cuando Robert Raikes empezó a enseñar a niños pobres y desatendidos. Muchas de las universidades más antiguas y veneradas fueron fundadas por cristianos, como Yale, Harvard, Princeton, Oxford y Cambridge.
  • ¿Qué medidas prácticas podemos tomar para asegurarnos de que nuestra educación no solo aumente nuestros conocimientos y nuestro orgullo, sino que también influya en nuestros corazones y se utilice para el bien?
  • ¿Cómo podemos defender el valor de la educación de una manera que glorifique y honre a Dios?