¿Dice algo la Biblia sobre la desesperación?

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En resumen:

En este mundo, hay muchas cosas que pueden llevarnos a la desesperación. Sin embargo, para los creyentes, no tenemos por qué llegar a ese punto, ya que nuestras dificultades nos dirigen hacia la esperanza que tenemos en Cristo.

Del Antiguo Testamento

  • Tras derrotar a los profetas de Baal y huir de Jezabel para salvar su vida, Elías clamó a Dios: “Basta ya, Señor, toma mi vida porque yo no soy mejor que mis padres” (1 Reyes 19:4). Había llegado a un punto de desesperación.
  • Asaf, uno de los salmistas, escribió: “En cuanto a mí, mis pies estuvieron a punto de tropezar, casi resbalaron mis pasos, porque tuve envidia de los arrogantes al ver la prosperidad de los impíos” (Salmo 73:2-3). Ver prosperar a los malvados llevó a Asaf a la desesperación.
  • El predicador del Eclesiastés dijo: “así que felicité a los muertos, los que ya murieron, más que a los vivos, los que aún viven. Pero mejor que ambos está el que nunca ha existido, que nunca ha visto las malas obras que se cometen bajo el sol” (Eclesiastés 4:2-3). Hay innumerables cosas que pueden hacernos desesperar en este mundo caído y roto.

Del Nuevo Testamento

  • Dado que la desesperación es la falta de esperanza, su cura es mirar a nuestra Esperanza Viva: Jesucristo. El pasaje de 1 Pedro 1:3-9 destaca que nuestra esperanza está viva gracias a la resurrección de Jesucristo, la cual nos otorga una herencia incorruptible. A pesar de soportar pruebas, nuestra fe se purifica y resultará en alabanza, gloria y honor cuando Cristo sea revelado. Aunque no lo hemos visto, lo amamos y creemos en Él, y nos alegramos con un gozo inefable y glorioso al recibir la meta de nuestra fe, que es nuestra salvación.
  • Como cristianos, no tenemos razón para desesperar porque tenemos una Esperanza Viva, que no solo venció a la muerte, sino que también obra personalmente en nuestras vidas, haciendo que todo coopere para nuestro bien (Romanos 8:24-39).
  • Pablo escribe sobre el tiempo en que él y sus compañeros siervos en Cristo desesperaron de la vida (2 Corintios 1:8-10). Sin embargo, incluso en esto, vieron a Dios obrando: “De hecho , dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos, el cual nos libró de tan gran peligro de muerte y nos librará, y en quien hemos puesto nuestra esperanza de que Él aún nos ha de librar” (2 Corintios 1:9-10).
  • En 2 Corintios 4:8-9, Pablo también dice que fueron “afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos”. Aunque pudo haber llegado al final de sí mismo, lo que podría llevar a algunos a la desesperación, también vio la mano de Dios obrando a través de ello.
  • Dios usa nuestras experiencias difíciles para rescatarnos de la desesperación con un propósito: que nuestra confianza no esté en nosotros mismos, sino en Él. Además, nos da un consuelo que, a nuestra vez, podemos compartir con otros (2 Corintios 1:3-7; 4:7-18).
  • Pablo podía vivir en medio del sufrimiento sin caer en la desesperación porque sabía que “esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:17-18).
  • Pablo se dio cuenta de que hay algo más en nuestras vidas que las experiencias inmediatas que tenemos en esta tierra (2 Corintios 4:16).
  • Fuimos creados para vivir eternamente, y nuestra esperanza está en nuestro Salvador, que nos aseguró esa eternidad para pasarla en la gloria. Pablo dice en otra carta: “Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada.” (Romanos 8:18). Esto nos enseña que los sufrimientos presentes tienen un propósito tanto para nuestra vida actual como para la eternidad.

Implicaciones para hoy

En medio de la desesperación, puede ser difícil cambiar de mentalidad. Además de las Escrituras citadas anteriormente, hay otras verdades bíblicas a las que puedes aferrarte cuando sientas la tentación de desesperar: “Claman los justos, y el Señor los oye y los libra de todas sus angustias. Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo libra el Señor” (Salmo 34:17-19). “Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo, echando toda su ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ustedes” (1 Pedro 5:6-7). “Si digo: «Mi pie ha resbalado», Tu misericordia, oh Señor, me sostendrá. Cuando mis inquietudes se multiplican dentro de mí, tus consuelos deleitan mi alma” (Salmo 94:18-19). Puede que tú te encuentres en una situación en la que luchas por tener esperanza. Recuérdate a ti mismo que, como le ocurrió a Pablo, estás atravesando una temporada que acabará pasando. Volverás a estar en un lugar donde la alegría y la alabanza te vendrán fácilmente, y hay cosas por las que puedes estar agradecido, incluso ahora (Eclesiastés 3:1-13). Si estás luchando contra la desesperación, rodéate de la verdad de la Palabra de Dios y recuérdate a ti mismo Sus promesas. No temas ni te avergüences de compartir esta lucha con un creyente maduro, que podría ayudarte en este momento y recordarte la verdad que te cuesta creer. La desesperación puede llevarnos a aislarnos, pero la familia de Dios puede animarnos y caminar a nuestro lado en los momentos difíciles, así que niégate a creer la mentira de que debes sufrir solo (Romanos 12:15). Si luchas contra la depresión, considera buscar el apoyo de un consejero cristiano y la ayuda médica que puedas necesitar. A menudo, cuando nos tienta la desesperación, lo máximo que podemos hacer es tener la actitud que se muestra en el Salmo 43:5: “¿Por qué te desesperas, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues lo he de alabar otra vez. ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!”.

Comprende

  • La desesperación ocurre cuando perdemos de vista la esperanza.
  • La Biblia enseña que nuestra esperanza se encuentra en Jesucristo.
  • A través de las pruebas y el sufrimiento, Dios fortalece nuestra confianza en Él, haciendo que nuestra fe sea resistente y dándonos un consuelo que podemos compartir con los demás.

Reflexiona

  • ¿Qué situaciones de tu vida te han hecho sentir desesperanza y cómo has respondido a ellas?
  • ¿Cómo puede ayudarte aferrarte a la esperanza que encuentras en Cristo cuando te sientes abrumado o desanimado?
  • ¿Qué medidas prácticas puedes tomar para centrarte en las promesas de Dios cuando sientas la tentación de perder la esperanza?

Ponlo en práctica

  • ¿Cómo podemos recordarnos a nosotros mismos la esperanza que tenemos en Cristo cuando la desesperación trata de abrumarnos?
  • ¿Cómo podemos ver nuestras pruebas como una forma de Dios de fortalecer nuestra fe y nuestra confianza en Él?
  • ¿Cómo podemos aplicar las lecciones de las luchas de Elías y Pablo a nuestras propias experiencias de desesperación y desánimo?