La desesperación puede definirse como la ausencia total de esperanza, a menudo acompañada de un sentimiento de impotencia. La tentación de desesperar es común, pues vivimos en un mundo caído donde abundan las circunstancias que amenazan con destruir nuestra esperanza. Cuando caemos en la desesperación, estamos rechazando la verdad de lo que Jesús ha hecho por nosotros. Por eso, en lugar de ceder, debemos aferrarnos a la esperanza que se encuentra en Cristo.
En medio de la desesperación, puede ser difícil cambiar de mentalidad. Además de las Escrituras citadas anteriormente, hay otras verdades bíblicas a las que puedes aferrarte cuando sientas la tentación de desesperar: “Claman los justos, y el Señor los oye y los libra de todas sus angustias. Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo libra el Señor” (Salmo 34:17-19). “Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo, echando toda su ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ustedes” (1 Pedro 5:6-7). “Si digo: «Mi pie ha resbalado», Tu misericordia, oh Señor, me sostendrá. Cuando mis inquietudes se multiplican dentro de mí, tus consuelos deleitan mi alma” (Salmo 94:18-19). Puede que tú te encuentres en una situación en la que luchas por tener esperanza. Recuérdate a ti mismo que, como le ocurrió a Pablo, estás atravesando una temporada que acabará pasando. Volverás a estar en un lugar donde la alegría y la alabanza te vendrán fácilmente, y hay cosas por las que puedes estar agradecido, incluso ahora (Eclesiastés 3:1-13). Si estás luchando contra la desesperación, rodéate de la verdad de la Palabra de Dios y recuérdate a ti mismo Sus promesas. No temas ni te avergüences de compartir esta lucha con un creyente maduro, que podría ayudarte en este momento y recordarte la verdad que te cuesta creer. La desesperación puede llevarnos a aislarnos, pero la familia de Dios puede animarnos y caminar a nuestro lado en los momentos difíciles, así que niégate a creer la mentira de que debes sufrir solo (Romanos 12:15). Si luchas contra la depresión, considera buscar el apoyo de un consejero cristiano y la ayuda médica que puedas necesitar. A menudo, cuando nos tienta la desesperación, lo máximo que podemos hacer es tener la actitud que se muestra en el Salmo 43:5: “¿Por qué te desesperas, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues lo he de alabar otra vez. ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!”.