Quienes practican la aromaterapia utilizan extractos de plantas, a veces denominados aceites esenciales, para tratar afecciones médicas y psicológicas. Muchos de sus usuarios afirman que estos tienen beneficios para la salud, pero hasta la fecha no existen pruebas científicas que confirmen su efecto positivo. No hay nada antibíblico en el uso de esencias o aceites vegetales por motivos de salud, aunque la Biblia tampoco lo prescribe. Sin embargo, la Biblia sí contiene varios pasajes sobre aceites e incienso.
Aunque la Biblia no aborda específicamente la aromaterapia, sí muestra que los aromas y las esencias desempeñaban un papel importante en la adoración y la vida cotidiana. Hoy en día, el uso de aromas agradables o aceites esenciales puede ser una forma de promover el bienestar y la relajación, de manera similar a como los aromas del incienso creaban un ambiente tranquilo en el tabernáculo. Siempre que el uso de la aromaterapia no reemplace nuestra dependencia de Dios ni se convierta en una práctica supersticiosa, puede considerarse una herramienta útil para mejorar nuestra salud y nuestro entorno. Al usar estos aceites, podemos recordar que Dios creó las plantas y sus fragancias para nuestro disfrute y aprecio, lo que nos recuerda Su atención al detalle y el cuidado de nuestras necesidades físicas y emocionales. Utilizar los aromas con conciencia puede convertirse en una práctica de gratitud, reconociendo la provisión divina de recursos naturales para nuestro beneficio. Las personas con alergias deben tener especial precaución al utilizar extractos de plantas y aceites esenciales. Si bien siempre se debe tener cuidado, nada en las Escrituras prohíbe la aromaterapia.