Cuando se habla de adopción, la mayoría de las presentaciones cristianas se centran en la decisión de Dios de adoptarnos. El hecho de que Dios nos adopte revela el significado de la adopción. En el Antiguo Testamento, líderes como Moisés y Samuel fueron adoptados, lo que pone de relieve que Dios los eligió para desempeñar papeles fundamentales a pesar de no tener vínculos de sangre. El Nuevo Testamento también transmite la importancia de la adopción, ya que Jesús fue adoptado por José. Dios mismo adopta a las personas en Su familia, y los creyentes son adoptados espiritualmente en la familia de Dios. Esta adopción revela el inmenso amor y la gracia de Dios por todos. La adopción refleja el corazón de Dios y el poder transformador del Evangelio, demostrando el profundo valor de incluir y cuidar a quienes son vulnerables o carecen de familia.
La adopción refleja maravillosamente la profunda verdad del amor redentor y la gracia de Dios. La adopción significa una relación poderosa: los creyentes son adoptados en la familia de Dios, convirtiéndose en Sus hijos amados a través de la fe en Cristo. El hecho de que Dios nos incluya en Su familia ilustra el inmenso valor que Dios concede a cada persona, independientemente de su pasado o de sus circunstancias. Revela Su gracia, por la que individuos que antes eran extraños son llevados a un lugar de intimidad y pertenencia. Del mismo modo que Dios nos adopta, adoptar a otros refleja Su amor incondicional y el poder transformador del Evangelio, convirtiéndolo en una profunda expresión de Su misericordia y un testimonio de la belleza de formar parte de una nueva y amorosa familia. Según estimaciones recientes, hay aproximadamente 140 millones de huérfanos en todo el mundo, muchos de los cuales esperan ser adoptados. Esta cifra incluye a los niños que han perdido a uno o ambos progenitores y a los que viven en instituciones o sistemas de acogida. El número real de niños que esperan ser adoptados es más difícil de precisar debido a que las estadísticas y las prácticas de información varían de un país a otro. Sin embargo, la necesidad mundial de familias adoptivas sigue siendo significativa, lo que pone de relieve la importancia de la adopción y la acogida para proporcionar estabilidad y amor a los niños vulnerables. Si no podemos adoptar plenamente a niños o personas en nuestras familias, podemos extender un corazón de adopción a los demás buscando e incluyendo intencionadamente a personas que están lejos de su familia, no tienen familia o están alejadas de ella. Podemos invitarlos a eventos o invertir intencionalmente en ellos, para que ellos también puedan experimentar una relación familiar amorosa. La adopción es el corazón de Dios, y también debería ser el nuestro.