Asaf era un levita nombrado por el rey David que servía como jefe de adoración en el coro del tabernáculo, tocando címbalos y cantando ante el Arca de la Alianza. Su papel iba más allá de la música, ya que también se le consideraba profeta. Escribió varios salmos que expresaban el juicio de Dios y las oraciones del pueblo de Dios en respuesta a lo que sucedía a su alrededor. Asaf proclamaba el juicio de Dios y recomendaba a la gente que buscara al Señor en tiempos difíciles. Utilizó su don de la escritura y la música para alabar al Señor y comunicar el carácter y la verdad de Dios a un mundo necesitado.
Estamos llamados a glorificar a Dios —a honrar y revelar Su grandeza— en todo lo que hacemos (1 Corintios 10:31). Dios nos ha dotado individualmente, nos ha formado y nos ha dado pasiones que lo reflejan de manera única a un mundo que lo necesita. Asaf usó sus dones y talentos para llevar la verdad, incluso la verdad difícil, a los israelitas de una manera melódica y creativa. Fuimos creados para adorar a Dios (Salmo 29:1-2; 1 Corintios 10:31; Efesios 1:3-6; Filipenses 2:9-11). No se trata solo de cantar canciones. Se trata de alabar, adorar y expresar honor a Dios en todo lo que hacemos. La adoración es una forma de vida que glorifica a Dios y refleja Su magnificencia a los demás. Dios es nuestro Creador (Hechos 17:28; Santiago 1:17; Apocalipsis 4:11), Redentor (Colosenses 1:12-13; 1 Pedro 1:3) y Señor (Salmo 22:27). Nos ha salvado (Tito 3:5) y nos ha dado vida en abundancia por medio de Su Hijo (Juan 1:4; 10:10). Al igual que Asaf, podemos adorar a Dios en todo lo que hacemos, utilizando las formas únicas en que Él nos ha formado y las oportunidades que nos ha dado para honrarlo и darlo a conocer.